El libro sobre José Fernández López profundiza en su gestión y mecenazgo en Mérida
Su hijo José María, presente ayer en Mérida, subrayó que está «bien documentado y es fantástico» y revela aspectos que desconocía
Estudió Derecho y estaba encaminado a ser registrador de la propiedad pero el accidente que acabó con la vida de su padre lo llevó por otros caminos. La historia del empresario José Fernández López, gallego y emeritense a la vez, fue presentada ayer a través de un libro que ampliará la visión que se tenía en Mérida sobre este hombre imprescindible para entender los últimos cien años de la ciudad.
La periodista Marisa Gallero, su autora, recibió ayer en el Teatro María Luisa los halagos de quien le encargó este voluminoso trabajo, el exdirector de ABC Bieito Rubido, plasmado en un libro de 500 páginas, extraordinariamente documentado, ágil y que aporta aspectos inéditos sobre su trayectoria desconocidos por sus hijos, admitió ayer uno de ellos, José María.
Fernández López ((Lugo, 1904-Madrid, 1986) fue su auténtico revitalizador y motor de desarrollo en la complicadísima etapa de la Guerra Civil y la posguerra. Es hijo adoptivo de Mérida desde 1945.
«Fue un visionario, sin miedo al riesgo, que transformó la industria española con su audacia y espíritu innovador», subrayó Gallera. Rubido, por su parte, comentó que indagar y plasmar en una publicación extensa la biografía de Fernández López es un «acto de estricta justicia con su persona, un empresario excepcional».
El exalcalde Antonio Vélez resaltó que el empresario gallego que llegó a Mérida en 1936 -el contrato de arrendamiento para poner el matadero se firmó el 2 de enero de ese año, es lo más importante que le ocurrió a la ciudad después de la llegada del ferrocarril a finales del siglo XIX.
Fernández López llegó a Mérida con 31 años, aquí nacieron tres de sus hijos y, aparte del matadero y la creación de La Corchera Extremeña y Transfesa en suelo extremeño, dejó un rastro imborrable en forma de donaciones. Fue el gran mecenas contemporáneo.
Por ejemplo, entregó el caserón de la calle Moreno de Vargas que primero fue sede del instituto Santa Eulalia y luego de la Uned. Se hizo cargo de la excavación en la Alcazaba y en buena parte de la Casa del Anfiteatro. Puso dinero para obras de rehabilitación en las iglesias de Santa María y Santa Eulalia y donó 30.000 metros cuadrados de terreno para que pudiera construir ahí la entonces residencia sanitaria. Además donó al Ayuntamiento emeritense el cuadro de Santa Eulalia pintado por Eugenio Hermoso que está presidiendo el salón de plenos de la Casa Consistorial.
Las personas que acudieron al Teatro María Luisa pudieron visualizar varios paneles explicativos, de gran tamaño, que difundían de forma resumida y amena la vida de José Fernández López.