Festival de Teatro de Mérida

Alejandro Magno lleva al Teatro Romano el debate sobre la sexualidad, la diversidad y la libertad personal

El Festival de Teatro Clásico de Mérida entra en su segunda semana de programación que viene marcada por el estreno de 'Alejandro y el eunuco persa', un espectáculo con sello extremeño que descubre el lado más amoroso y humano del gran conquistador macedonio y el viaje espiritual que recorre en su imparable avance hacia oriente.

Una obra que se representará del miércoles 9 hasta el domingo, día 13, en el Teatro Romano de Mérida, escrita por Miguel Murillo y dirigida por Pedro A. Penco, con Guillermo Serrano (Lorenzo de la Mata en la serie 'La Promesa' de Televisión Española) como protagonista, acompañado por Miguel Ángel Amor, Rafa Núñez, Paula Iwasaki y Ana García en los papeles principales.

Se trata de una coproducción del Festival de Teatro de Mérida y Pablo Pérez de Larrázaga Bárez, La Bola Producciones, que se ha presentado este lunes en la sede del certamen en presencia de un nutrido grupo de sus protagonistas, junto a la consejera de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deporte, Victoria Bazaga, y el portavoz municipal, Julio César Fuster.

También ha intervenido el director del Festival, Jesús Cimarro, quien ha destacado del autor, Miguel Murillo, que «tiene claro el pulso de lo que se hace en el Teatro Romano» tras superar con creces la decena de presencias en el certamen.

Cimarro ha subrayado el impulso que para el teatro de la comunidad tiene la presente edición con cuatro compañías sobre el escenario del Teatro Romano, entre ellas esta producción.

Murillo, a su vez, ha avanzado que en la obra tocan la parte «más humana» de Alejandro, la «más integradora» y «empeñada en llevar la cultura de Grecia a todas sus conquistas», lo cual al final «se le vuelve en contra».

El director, Pedro A. Penco, por su parte, ha reconocido que le sedujo este proyecto desde que leyó 'El muchacho persa', de Mary Renault, que permite mostrar el «choque entre dos culturas» a través de la relación entre Alejandro, a quien interpreta Guillermo Serrano, y Bagoas, a quien da vida Miguel Ángel Amor.

Penco ha abundado en que cuando se planteó hablar de Alejandro Magno no quiso hacerlo «por la puerta principal», sino por la de atrás, por la de las «cocinas», que es donde encuentra «la salsa» que quería sacar de un tema como es la homosexualidad y como se entendía en cada una de estas dos culturas tan contrapuestas.

Serrano, por su parte, ha definido esta propuesta como un «ejercicio teatral» que «intenta hacer rimar constantemente», el aspecto político y militar de una figura como la de Alejandro tan «engordada» por sus gestas militres con la «esencia de un ser humano que es la forma que tiene de amar y de cuidar a las personas que tiene cerca».

Sobre el proceso de creación, ha dicho que de lo que «más orgulloso» se siente es de poder retratar «sin etiquetas» los tres amores de Alejandro --a amigo incondicional de la infancia, el general Efestión (David Gutiérrez); el amor que tiene por una mujer persa, Roxana (Ana García) interpretada por Ana García; y el amor «espontáneo» que desarrolla por el eunuco persa.

Relaciones homosexuales y heterosexuales en las que «el amor es amor», y en las que no se han preocupado de qué «tratamiento» darle. «Ese huir de etiquetas, de subrayados, es lo que va a hacer que la historia llegue impoluta, limpia al espectador», ha abundado.

También ha indicido en el que el texto plantea que «la única discriminación que se puede hacer del amor es el amor puro, el amor real, honesto, limpio y el amor posesivo».

Un amor «desde la posesión, desde el no, desde cercenar el crecimiento de la otra persona» y de «no sentir el corazón del semejante como tuyo», que es «la única discriminación prohibida para los macedonios» y a la vez «el viaje conversivo» que tiene que realizar Bagoas cuando se enamora de Alejandro.

Finalmente, Ana García ha aprovechado para exponer su visión del papel que juegan las mujeres en esta obra, y que no es otro que otorgarle la «energía femenina» que necesita Alejando en el «viaje espiritual» que recorre en su camino hacia la conquista de Oriente.

Por su parte, Victoria Bazaga, ha señalado que para una consejera de Cultura que «la obra sea extremeña, que la productora sea extremeña, que lo haya escrito un extremeño, es lo mejor«. Asimismo, ha recordado que este año el festival se ha promocionado en Osaka (Japón), con motivo de la Expo Universal, y también se ha presentado en Lisboa, donde han llevado con »orgullo« el trabajo que realizan los creadores, intérpretes y resto de profesionales de la región.

Además, ha compartido con el concejal emeritense que las compañías extremeñas «siempre ponen un poquito más de ganas» porque «a veces» tiene que «demostrarlo más todavía», y en este sentido les ha trasladado que las administraciones también ponen «un poquito de más corazón» cuando asisten a una representación de una obra con sello regional.

En esta línea, el concejal ha señalado que «el Teatro Romano y la ciudad de Mérida son muy exigentes para las producciones, pero sabe cuidar y reconocer, especialmente a las compañías extremeñas». Julio César Fuster ha hecho un paralelismo con las grandes figuras de la actualidad, que «siguen construyéndose sobre imágenes idealizadas »a menudo deshumanizadas«.

Al respecto, ha añadido que esta obra «invita a mirar más allá de la épica y reconocer que, detrás del liderazgo, siempre hay una persona con miedos, deseos y contradicciones» porque, al fin y al cabo, son «ante todo y también puras emociones».

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