El ecoparque de Mérida cumple 20 años con una nueva balsa de lixiviados y vertedero
Tiene una capacidad para tratar 100.000 toneladas de residuos al año y 5.580 toneladas de envases del área de influencia de Mérida
El ecoparque de Mérida cumple dos décadas de funcionamiento. Y lo hace sin ampliación del terreno que ocupa (un total de 43 hectáreas de ... una finca, Las Rozas, que tiene 99), pero con apreciables cambios en su infraestructura. Una nueva balsa de lixiviados, un nuevo vertedero de rechazo o un nuevo almacén para productos recuperados son algunas de esas instalaciones de nuevo cuño tras su puesta en marcha en 2005.
La planta de reciclaje y valorización de residuos sólidos urbanos del ecoparque emeritense se construyó para tratar 100.000 toneladas al año de residuo mezclado у 5.580 toneladas al año de envases, además de voluminosos y materia orgánica.
Procesa los residuos urbanos de una población de unos 215.000 habitantes procedentes de Mérida y su área de influencia, junto con las estaciones de transferencia de residuos de Almendralejo, Montijo y Alcuéscar. Es uno de los siete centros de tratamiento de residuos que tiene Extremadura, uno en cada una de las áreas de gestión en las que se divide la región.
Estos espacios no son simples vertederos. Su principal objetivo es «promover la reducción, la reutilización, el reciclado y la valorización de los residuos domésticos», como recoge la web de Gespesa, la empresa pública del grupo Gpex dedicada a la gestión de las instalaciones de recogida y tratamiento de los residuos domésticos.
Según informa a HOY la Consejería de Hacienda y Administración Pública, de la que depende Gpex, cuenta con 73 trabajadores en su plantilla. Entre sus principales instalaciones aparece una balsa de lixiviados.
Son depósitos para contener los líquidos que se filtran a través de residuos sólidos. El agua de lluvia o residual se filtra a través de los residuos, disolviendo y recogiendo compuestos químicos y partículas.
Además de una balsa, el ecoparque cuenta con una planta de tratamiento de lixiviados y un vertedero de rechazo. Es el lugar donde se depositan los residuos que no pueden ser reciclados ni reutilizados debido a su composición o estado.
En estos 20 años de funcionamiento, el centro de residuos ha tenido ampliaciones. Entre ellas, el Gobierno regional cita la de la nave de envases, una nueva nave de almacén de productos recuperados, una nueva balsa de lixiviados y la cubrición de la planta de afino de materia orgánica.
También se ha implantando el tratamiento independiente de residuos orgánicos a través de la fracción orgánica de recogida separada.
Igualmente se ha levantado una nueva nave de caracterizaciones, concebida para desarrollar el proceso de analizar y describir las propiedades físicas, químicas y biológicas de los residuos. Se hace para determinar su composición, peligrosidad y el destino más adecuado para su gestión.
La Junta de Extremadura ha firmado un convenio con la empresa Urbaser, con sede en Madrid, para hacerse cargo del mantenimiento, conservación y operación de las instalaciones adscritas al área de gestión de Mérida para el transporte y tratamiento de residuos domésticos y comerciales no peligrosos gestionados por Gespesa.
Recibe 23 millones para modernizar todas sus instalaciones. Una decisión, explica la Administración extremeña, «que actualmente está permitiendo disminuir el rechazo a vertederos, así como incrementar ratios de recuperación en la fracción de restos y la ratio recuperación en fracción envases.
Una línea de tratamiento de 40 toneladas por hora
La dinámica de trabajo en el ecoparque emeritense está bien definida. El residuo bruto que llega al centro de residuos de Mérida en camiones se deposita en una playa de descarga de 1.000 metros cuadrados de superficie. Desde ahí «se alimenta de forma controlada», dice la Junta, la línea de tratamiento de 40 toneladas a la hora de capacidad de residuos. Es la materia orgánica contenida en el residuo mediante un equipo de cribado utilizado en plantas de reciclaje y tratamiento de residuos para separar materiales según su tamaño y enviada con cintas transportadoras a los parques de fermentación. Después se realiza el proceso de triaje manual de papel, cartón y plástico (separación de residuos), que culmina con el prensado en balas de todos los productos. Finalmente, y tras la recuperación automática de metales mediante separadores magnéticos, el rechazo resultante es prensado, transportado y apilado en vertedero.
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