El Consorcio acaba en Santa Eulalia once meses de excavación arqueológica
La arqueóloga Ana Bejarano destaca las termas junto a las Freylas, el mosaico de Neptuno, los enterramientos y los muros bajo el Hornito
El Consorcio ha dedicado su último seminario de historia y patrimonio a las excavaciones que tanto interés han despertado este año en la plaza del ... atrio de la Basílica de Santa Eulalia.
Ana María Bejarano, la arqueóloga encargada del seguimiento, presentó en la sala Decumanus los datos preliminares. Empezaron en enero y hace pocos días terminó la excavación tras once meses. Entra ahora el estudio en la fase analítica para analizar los materiales y las estructuras que han encontrado.
La zona de las Freylas frente al convento ha sido la que más resultados arqueológicos ha dado. Explica Ana Bejarano que este rincón tiene una cota más elevada que el atrio y los restos han conservado mejor su altura en este ángulo.
El terreno que hoy ocupaba la plaza estaba en el extramuro de la ciudad en la época romana y se desarrolló a partir del túmulo y los enterramientos.
Explica la arqueóloga que lo más importante que se construye a partir del siglo II es un complejo termal de grandes dimensiones. O públicas o semipúblicos por sus dimensiones y cercanas a las que ya se han documentado en la calle Cardero. De esa instalación termal destaca el famoso mosaico y varias piscinas. Todo quedó luego arrasado por la sobreexplotación funeraria de los creyentes que querían enterrarse junto a Santa Eulalia.
En el mosaico se identifica parte de una figura del dios Neptuno montado en un carro tirado por cuatro hipocampos (caballos con cola de pez). Generó tanto interés este trozo de pavimento que incluso lo pusieron en peligro porque más de una vez se encontraron la protección levantada por visitantes no autorizados que entraban al solar a hacerle fotos por la noche, cuando no había operarios trabajando.
Siguiendo los paralelismos con otros mosaicos en Mérida, el de las termas de Santa Eulalia es similar al que se encontró en la calle Pizarro, también con Neptuno y motivos marinos. Recuerda Ana Bejarano que la iconografía de Neptuno es muy repetitiva en la época imperial.
Han documentado también el circuito de piscinas de las termas, algunas recubiertas con placas de mármol y con figuras de animales marinos. Y llama la atención la reutilización posterior porque una de esas piscinas sirvió luego para cerrar un sarcófago de mármol. Aprovecharon justo el hueco para construir dos sepulturas similares.
Y al hablar de termas hay que hacerlo también del agua que nutría esas piscinas, pero al día de hoy no se sabe de dónde venía.
No hay ninguna canalización documentada que llegue a esa zona.
En la zona del Hornito, la sorpresa vino por unos muros que afloraron en cuanto se quitaron las baldosas. Pensaron en un principio que eran restos de casas, pero al bajar la estratigrafía delimitaron y dieron con un muro de época romana. Hay un giro mínimo del Hornito respecto a la Basílica porque cimentaron el hornito sobre esa construcción previa. Y debajo de esos muros lo que hay luego es un cementerio de época medieval. Explica la arqueóloga que si hubieran seguido bajando de nivel, bajo el hornito habrían encontrado más enterramientos porque se ve como tumbas de una época van cortando sobre las anteriores.
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