El Tribunal Supremo fallará este miércoles sobre el caso de Manuela Chavero
El alto tribunal tendrá que confirmar o rechazar la condena a prisión permanente revisable para Eugenio Delgado por su asesinato
Este miércoles 2 de julio puede quedar prácticamente cerrado uno de los casos que más duros que ha vivido Extremadura. El Tribunal Supremo votará y ... fallará sobre el asesinato de Manuela Chavero. Tendrá que confirmar la condena a prisión permanente revisable para Eugenio Delgado o determinar si debe volver a celebrarse otro juicio como pide su defensa.
Hace un año la Audiencia Provincial de Badajoz impuso la primera pena de prisión permanente revisable en Extremadura. Condenó a Eugenio Delgado, un agricultor vecino de la víctima, por matarla después de violarla. El caso es impactante, de hecho ha inspirado la última novela de Lorenzo Silva.
El Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEx) ya analizó un recurso sobre la condena en septiembre del año pasado y la mantuvo intacta. Ahora el Supremo ha revisado el fallo para decidir si confirma que este joven, que ahora tiene 32 años (23 cuando cometió el crimen) no saldrá de la cárcel al menos hasta los 52. Las partes están citadas para conocer la resolución del alto tribunal este miércoles en Madrid.
La defensa de Delgado ha recurrido al Tribunal Supremo basándose en varios puntos. El primero de ellos, que el primer abogado de Delgado no estaba colegiado en el momento en el que el sospechoso condujo a los agentes al lugar de los hechos.
Sin embargo la clave está en que es una condena basada en indicios. No hay confesión ni pruebas de ADN, pero hay varios rastros que señalan violación y asesinato.
El cuerpo estaba desnudo y cuando fue desenterrado, Eugenio Delgado le dijo a dos agentes que si aparecía semen era suyo, pero que las relaciones fueron consentidas.
Además, el joven fue catalogado como un sádico sexual por la unidad de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Guardia Civil. Indicó que respondía con violencia al rechazo de las mujeres tras entrevistar a conocidas y ver su historial de navegación en Internet, en el que pedía por ejemplo que una prostituta sangrase y sufriese al tener relaciones.
El detective de los huesos
Otro puntal fundamental en la sentencia es el informe sobre los huesos de Manuela Chavero, porque demostró una violencia que hizo pasar la condena de homicidio a asesinato. Ahí la diferencia la marcó la acusación particular. La abogada de la familia de la víctima, Verónica Guerrero, decidió acudir a Miguel Botella, catedrático emérito de Antropología Física de la Universidad de Granada. Este famoso experto, que revisó entre otros los restos de Colón, es conocido como 'el detective de los huesos' y no cobra por sus informes. Trabaja en los casos en los que cree que puede ayudar.
Botella lleva décadas siendo un referente en el análisis de huesos, pero hace unos años que se puso de moda una serie de televisión (Bones) cuya protagonista lleva a cabo un trabajo similar. Él bromea con que no es «ni tan guapo ni tan listo», pero hace un año, en el juicio de Manuela Chavero, habló de tal manera de los huesos de la víctima que el jurado aceptó su relato de los hechos al detalle.
El antropólogo comenzó su testimonio mostrando al jurado dos vértebras de Manuela Chavero y les explicó que sufría una hernia, por lo que tenía dolores de espalda. «Yo no había visto su historial ni la conocía, pero eso es lo que puede mostrar la antropología», dijo el experto.
Lo primero que hizo Botella fue negar que la víctima se cayese hacia atrás y sangrase, como defendía el procesado, porque no había ninguna lesión en la parte trasera del cráneo.
A continuación repasó las lesiones de la cara. Había varias, pero Eugenio Delgado alegaba que el cuerpo se le había caído al suelo cuando la transportaba en una pala con su tractor. «Si se hubiese golpeado con una superficie plana (el suelo), se hubiese hundido la nariz», dijo Botella, que añadió que la víctima había recibido varios golpes. «Fue un puñetazo o un balonazo».
¿Cómo podía saberlo? Un año después del juicio y cinco desde que vio los huesos, Miguel Botella recuerda muy bien su análisis. Este experto vio grietas en el interior de las órbitas oculares. «El ojo es un globo lleno de agua, digamos. Cuando presionamos el globo, se deforma y se expande y, si le damos un golpe violento, lo que hace es que presiona las paredes y las rompe. Entonces revienta lo que hay alrededor», cuenta a este diario. Las marcas en sus órbitas hablaban de una agresión violenta, por tanto.
Además, a Manuela le faltaban varias piezas dentales. Botella negó que las perdiese en el enterramiento, porque había tierra dentro de la cavidad bucal. Es decir, no las tenía cuando inhumaron su cuerpo en la finca de Eugenio.
Otra clave en su análisis fueron las costillas. De nuevo este experto negó que las marcas en las mismas se hubiesen producido en la pala o en el enterramiento. Dijo que las señales eran características cuando se sientan encima del pecho de alguien con las rodillas. «Había visto muchas de esas señales en las víctimas de la dictadura de Pinochet, era una forma de tortura», recuerda Botella, que fue perito único en la recuperación de los cuerpos de los represaliados de Chile.
Finalmente el análisis óseo señaló la posible causa de la muerte, asfixia. Normalmente esto se deduce por el hueso hioides, una pieza del cuello que suele romperse al recibir presión. Pero esa pieza ósea no se encontró en la tumba de Manuela. Sin embargo Botella analizó las apófisis estiloides, dos huesos salientes cercanos que estaban rotos, otra señal de que recibió presión en el cuello.
Un pueblo marcado por el asesinato
El asesinato dejó marcado para siempre a su pueblo, Monesterio, una localidad de 4.000 habitantes en el sur de la provincia de Badajoz. La noche del 4 de julio de 2016 Manuela Chavero (42 años), 'Manoli' para sus amigos, estaba sola en su casa. Sus dos hijos pequeños estaban esos días con su exmarido.
La mañana del 5 de julio no contestaba al teléfono. Su familia fue a buscarla y encontró la tele encendida, el bolso intacto y el móvil en la casa, pero ni rastro de Manoli.
Tres años después de su desaparición, la UCO removió el caso y encontró el hilo del que tirar. La factura de la luz de un vecino demostraba que la noche de la desaparición estuvo allí, aunque inicialmente había alegado que esos días se encontraba de escapada en la playa. Era un joven de 23 años que conocía a la víctima, incluso de ir a jugar con su hijo a videojuegos en su casa. Tenía un perfil peculiar, un hombre sin relaciones conocidas y con antecedentes por comportamiento posesivo con algunas mujeres.
La Guardia Civil cuajó una investigación de película con un infiltrado y pinchazos teléfonos hasta lograr en 2020 que Eugenio les llevase a un lugar remoto de su finca, a la tumba de su vecina.
Finalmente los hechos probados son que el 4 de julio, pasada la medianoche, Eugenio Delgado llamó a la puerta de Manuela Chavero y le pidió que el acompañase a una vivienda propiedad de su familia, que estaba a unos metros, a coger una cuna que ella le prestó hace tiempo. Manoli aceptó y, una vez dentro de la otra vivienda, en una habitación, la agredió con violencia, la violó y la mató, posiblemente por asfixia. Luego la llevó a su finca y se fue a desayunar. Horas después volvió, la trasladó a una zona apartada y la enterró
En unos días el caso se puede cerrar por completo si el Supremo confirma la sentencia basada entre otras pruebas en el trabajo del detective de huesos.
Miguel Botella: «En este caso me quedó la cosa de que pude ayudar de alguna manera»
Entre las personas que hay implicadas en el caso Chavero hay un nombre que destaca, el del antropólogo forense Miguel Botella, que es uno de los mayores expertos en huesos que existen. Entre otros proyectos, Botella ha trabajado en el análisis de los huesos de Miguel Cervantes, y fue uno de los principales estudiosos de los restos de Cristóbal Colón. También ha viajado en muchas ocasiones a Latinoamérica, por ejemplo para ayudar en la identificación de los huesos encontrados en fosas pertenecientes a los represaliados de la dictadura de Pinochet.
Este catedrático emérito de Antropología Física de la Universidad de Granada no cobra por analizar huesos, solo acepta los proyectos en los que cree que puede ayudar. Hace cinco años recibió la llamada de la familia de Manuela Chavero y decidió analizar sus restos. Dio respuestas fundamentales y convenció al jurado de que era asesinato por la violencia que mostraba su cuerpo.
Un año después de comparecer en el juicio en Badajoz, se muestra satisfecho con el trabajo que hizo en el caso. «Me quedó la cosa de que pude ayudar de alguna manera, no sé. He visto unos 2.000 muertos y puedo decir que nunca he cobrado un duro», reivindica. «No quiero cobrar, así soy libre y hago lo que me da la gana y, como lo paso bien como pobre, pues me da lo mismo. En este caso me que quedado muy tranquilo».
En cuanto a este caso en concreto indica que el análisis no fue difícil porque los restos de Chavero se había conservado bien a pesar de estar enterrados cuatro años en el campo. Señala además que la metodología es la misma diar este tipo de huesos o los de un personaje histórico.
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