Pueblos que se blindan contra la pandemia
Numerosas localidades de la región piden a los residentes en Madrid u otras ciudades que no se desplacen a sus segundas viviendas para no extender el virus
Justo antes del estado de alarma el runrún se empezó a desatar. La poco productiva España periférica, los pueblos de origen, se convertía en un lugar seguro y apetecible para escapar de la amenaza de la pandemia. Poblaciones a las que muchos no acuden más que en verano, en torno a las fiestas patronales, o en los puentes, se hacían interesantes por la poca densidad de población, la disponibilidad de casas de mayor tamaño y el aislamiento. Mientras Madrid empezaba a ahogarse con cifras de contagio de vértigo muchos echaban la mirada a Extremadura. El decreto de estado de alarma prohibió los desplazamientos a segundas residencias, pero antes de esa situación, de la que se dieron todos los detalles el sábado 14 de marzo, algunos pueblos de la región ya habían comenzado a experimentar esos movimientos, recibidos con reticencia y miradas de desconfianza por los locales.
Muchos de ellos han tirado de bando como una fórmula para establecer una coraza que evite la afluencia de personas a la localidad. El lunes Cabeza del Buey pedía colaboración a sus vecinos para que si detectaban la presencia de personas de otra localidad lo comunicaran a la Guardia Civil o a la Policía Local. Es solo un caso de muchos.
En el Ayuntamiento de La Parra también se ha tomado esa medida, incidiendo en su bando en los estudiantes que volvieron a casa debido a la suspensión de las clases, a cualquier familia procedente de otra localidad o a aquellos que habían viajado y volvían y se les recomendaba el aislamiento domiciliario durante 72 horas. Alejandro Lagar es el alcalde parreño (1.300 habitantes). El mayor movimiento se experimentó en los primeros días tras la declaración del estado de alarma. Ya estaba prohibido, pero aún había cierta laxitud. Explica que no han sido demasiadas las familias que se han acercado al pueblo para protegerse, pero que sí han tenido que dirigirse a algunas de ellas para remarcarles la necesidad de llevar a cabo de forma escrupulosa el confinamiento. «Esta mal por su parte que en estos momentos decidan venirse a sus segundas casas, pero somos personas, es comprensible el miedo dependiendo de lado en el que esté», reflexiona.
La alcaldesa de Fregenal de la Sierra, Tina Rodríguez, también tuvo que emitir un bando al respecto el pasado 22 de marzo. En este caso hablaba de personas provenientes de «Madrid, Sevilla o cualquier otro lugar, que se hayan desplazado para ubicarse en sus segundas residencias». A ellas les proponía volver a su domicilio habitual o hacer una cuarentena de 20 días o atenerse a posibles sanciones de la Policía Local o de la Guardia Civil. «Es un sentimiento difícil, porque es gente que viene a la localidad con frecuencia y que también contribuyen a la economía local», explica la edil de esta localidad de 4.900 habitantes, que indica que las personas y familias que se han desplazado a Fregenal no se han expuesto, no se han dejado ver, pero que son las farmacias las que confirman su presencia. La receta electrónica deja huella. Tina explica que en Fregenal no hay ningún infectado y que su obligación es «blindar» la localidad para intentar que siga así, preservada del mal que suma decenas de miles de afectados y miles de muertos y cuya propagación es aún exponencial. Rodríguez está deseando que llegue el momento en el que todos los «forasteros» vuelvan cuando quieran a una localidad que les abre sus puertas. Otros pueblos como Villamiel o Fuentes de León también han incidido en sus bandos contra el regreso de los emigrantes.
«No tenemos ningún infectado y mi obligación es proteger al pueblo»
tina rodríguez, alcaldesa de fregenal
«Está mal que vengan a sus segundas casas, pero todos somos personas y es comprensible el miedo»
alejandro lagar, alcalde de la parra
Higuera la Real, pueblo limítrofe con Huelva, vio el lunes cómo Miguel Ruiz, su alcalde, publicaba también un bando. A Ruiz, secretario general de la Federación de Municipios y Provincias de Extremadura (Fempex), le pareció un motivo de peso para tomar la medida el hecho de que en una localidad onubense se hubiese producido un contagio por este motivo. «Aquí de momento no ha pasado», tranquiliza.
Formas de verlo
La visión de los alcaldes varía en función de la localidad. Muchos naturales de Brozas, en Cáceres, emigraron en su día hacia el norte, hacia Vitoria. Cuando el coronavirus empezó a preocupar en Brozas también hubo malestar por el regreso de emigrantes provenientes del País Vasco o Madrid. Leonardo Rodríguez, el alcalde de la localidad cacereña de 1.500 habitantes, considera «poco relevante» el número de personas desplazadas. «Hemos estado investigando y algunos llevaban ya bastante tiempo aquí».
Sierra de Gata es un lugar pródigo en turistas. Óscar Antúnez es alcalde de Hoyos, uno de sus municipios. «El fin de semana que se decretó el estado de alarma nos encontramos con turistas, avisamos a la Guardia Civil para que actuara, estamos dando una orden muy clara, si tenemos sospecha de que hay gente que ha venido de Madrid y que tienen aquí su segunda residencia que llamen al 062 o bien a cualquiera de los concejales para que se tomen las medidas oportunas».
Esas medidas son las que ya conocemos y estamos siguiendo casi todos: permanecer recluidos y sin contacto con el resto de la población. Los vecinos están alerta con este tema. «Hemos tenido avisos, pero la mayoría no eran reales, era gente que estaba trabajando fuera pero han venido a su residencia», indica el edil de esta población que roza los 1.000 habitantes.
«Solo hemos tenido un caso en el que sí venían de Madrid», explica, e indica que están siendo muy exhaustivos y que constantemente están llevando a cabo campañas de información para intentar mantener el virus a raya.