«En la polémica sobre la caza en Monfragüe, lo único que hemos hecho es cumplir la ley»
Carmen Martín López, nueva directora del parque nacional ·
«Debemos estar orgullos del parque nacional que tenemos», sitúa la nueva responsable, cuya prioridad para el espacio más protegido de Extremadura «es la conservación»Carmen Martín López (Madrid, 1966) es desde hace tres semanas la nueva directora del Parque Nacional de Monfragüe, en sustitución de Alfredo Anega, que ... a su vez reemplazó hace año y medio a Ángel Rodríguez, quien ocupó el puesto durante tres décadas. Ingeniera Técnica Forestal por la Universidad Politécnica de Madrid, la mayor parte de su carrera ha estado ligada a la extinción de incendios forestales en Extremadura, llegando a formar parte del mando único del Plan Infoex. También ha sido docente en la Escuela de Capacitación Agraria de Navalmoral de La Mata y en la escuela taller de Monfragüe. Asume la dirección del parque nacional cuando este vive su momento más convulso en varios lustros. En el último año y medio, el espacio más protegido de la región ha sido objeto de polémica por la prohibición de la caza comercial, sustituida por las capturas con jaulas y cercones como método para controlar la superpoblación de ungulados (ciervos y jabalíes, principalmente).
También el pasado verano por los desembalses en Alcántara que dejaron el Tajo en niveles históricamente bajos para esa época del año, lo que motivó la queja de todos los partidos políticos. En este tiempo incluso ha nacido una asociación (Amigos de Monfragüe) muy crítica con la gestión reciente del Parque.
–Con tanto frente abierto, ¿no pensó en rechazar el cargo?
–Llevo un año y medio como directora técnica del Parque, lo que quiere decir que llevo ese tiempo trabajando con esa situación que describe. Aquí hay un equipo muy profesional, tanto en guardería como en técnicos y responsables. Y ellos son los que te empujan a aceptar el reto. El Parque se merece trabajar por él.
–Da la sensación de que en el último año y medio ha aumentado el descontento social en torno al Parque. ¿Qué se ha hecho mal?
–No sabría decirle. Yo solo sé que no se ha hecho nada diferente a lo que se venía haciendo, excepto en el asunto del control de ungulados, en el que no estamos haciendo más que cumplir la ley. En lo demás, es que no ha dado tiempo a cambiar la gestión. Lo que está claro es que tenemos que hablar mucho, escuchar a todos los actores y trabajar. Tenemos mucho trabajo por delante. De eso sí que soy consciente.
–¿Ha podido ya hablar con algunos de los que han sido más críticos en los últimos tiempos?
–Sí. Porque en el último año y medio ya venía trabajando con alcaldes y propietarios de fincas. He querido tener reuniones personales con todos los ayuntamientos. Estamos condenados a entendernos, a pesar de que el margen de maniobra que tenemos es limitado, por las restricciones que implica ser un parque nacional. Siendo todos conscientes de esto, no queda otra que trabajar. Estamos todos en el mismo patio.
«El lince ibérico liberado en el año 2019 está estupendo. Come ciervas, y desde que está él, en su zona de campeo hay más conejos»
–Si tuviera que elegir un objetivo principal a cumplir durante la labor como directora que acaba de empezar, ¿cuál sería?
–El asunto principal en un parque nacional es la conservación, aunque no sea lo único. También la conciliación. Debemos estar orgullosos del Parque que tenemos.
–¿Por qué se decide cambiar el modo de controlar las poblaciones de ungulados?
–Se cambia porque la ley dice que el control de la población de ungulados no puede generar un rendimiento económico, y así nos lo hace saber el Defensor del Pueblo, que además nos pone sobre la mesa otro asunto, que es la presencia de perros de caza sueltos (rehalas) en un parque nacional. La moratoria que había se acabó, y entonces pasamos a cumplir la ley, de modo que los controles poblaciones pasa a ejecutarlos la administración.
–Algunos de los que critican el cambio consideran que controlar las poblaciones de ungulados abatiéndolos con jaulas y cercones, como se hace ahora, no es más sostenible que hacerlo cazando, como se había hecho hasta entonces.
–Sostenible o no, la cuestión es que debemos mantener las poblaciones de ungulados en un nivel determinado, porque si no, se daña la vegetación y perdemos nidificación de especies, entre otros efectos negativos. Pero sobre todo es una cuestión legal: la ley nos dice que no puede haber un rendimiento económico en el control de especies y que no se pueden utilizar perros de caza. Yo entiendo que a algunos cazadores les parezca una aberración lo que hacemos, pero es que tenemos que buscar el equilibrio poblacional respetando la ley.
«Creo que queda un recorrido largo para que podamos volver a ver al lobo en Monfragüe»
–La semana pasada, el Defensor del Pueblo presentó su informe del año 2021 y en él critica a la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad por no publicar datos sobre superpoblación de ungulados y acciones para controlarla. ¿Por qué no publican esas cifras?
–Están publicadas en el portal extremambiente.es, que es una web de la Junta. Es un error del Defensor decir que no lo están, y de hecho se lo comunicaremos.
–La Asociación Amigos de Monfragüe ha denunciado que cinco cercones (en Serradilla, Serrejón, Torrejón el Rubio, Toril y Jaraicejo) son ilegales por haberse construido sin licencia de obras. ¿Esto es así?
–La consejera (Olga García) habló en la Asamblea sobre dos de esos cercones, los dos de nueva construcción. El resto ya existían, y lo que hemos hecho ha sido reutilizarlos, porque sería una estupidez crear otras nuevas. Puede ser que se entienda que no tenían la documentación correspondiente, y lo que haremos será regularizarlos. Estaremos a los que nos digan los ayuntamientos sobre cómo hacerlo. Haremos un inventario, porque puede haber otros cerramientos que no estén autorizados, al existir desde hace muchos años. De hecho, desconozco si los que existen desde los años noventa tienen toda la documentación en regla.
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–También generó polémica el corte de unos caminos en Serradilla...
–Serradilla tiene el derecho reconocido de usar esos caminos, que en épocas de cría se cortan como itinerarios de uso público y solo pueden usarlo con vehículos los vecinos de Serradilla. Es un derecho histórico. El problema que puede surgir es el número de estos vecinos que los usan. Ahora estamos coordinando la conservación necesaria del espacio con el derecho de los vecinos a usar esos caminos con sus vehículos. Hemos llegado a un entendimiento con el Ayuntamiento de Serradilla y de momento todo va sobre ruedas. Estamos actuando con coherencia, que al final es la clave muchas veces.
«Puede ser que algunos de los cercones denunciados por la Asociación Amigos de Monfragüe no tengan toda la documentación. Los regularizaremos»
–¿En esto se ha hecho ahora algo distinto a lo que se venía haciendo desde hace treinta años?
–Nada. Lo mismo. Pero en un momento determinado surgen las protestas. Es legítimo. Hemos generalizado el permiso. ¿Por qué va a tener prioridad una persona que va a trabajar y no va a poder pasar una persona que se va a tomar una caña en Villarreal de San Carlos? Yo me tengo que preocupar por la afección al espacio, y no por el sitio al que se dirijan las personas que transitan por él. Si pasas cincuenta coches, pues sí hay afección. Pero tal como estamos funcionando ahora, creo que vamos bien. Lo analizaremos al final de la época de cría.
–¿Volveremos a ver las fotos del cauce del Tajo bajísimo, por los desembalses en Alcántara?
–Esperemos que no. El Parque no funciona como un peón independiente, sino que depende de la Dirección General de Sostenibilidad y de la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad. Somos un equipo. Y desde la dirección general se sigue haciendo el seguimiento sobre calidad del agua que ya se hizo este verano. Y lo hace también la Confederación Hidrográfica del Tajo. A Monfragüe le afecta lo que ocurra en la cola del embalse de Alcántara, que curiosamente está fuera del parque. Lo que ha pasado este año ya había ocurrido otras veces, aunque no tan pronto, en medio del verano. Es algo que no debe volver a producirse. Estamos hablando con la Confederación, intentando llegar a acuerdos para trabajar conjuntamente de manera más reglada. Son problemas que no dependen de uno solo.
–Hace unos años fue bastante comentada la posibilidad de que el Tajo fuera navegable. Llegó a estar definido incluso cómo sería el barco. ¿En qué ha quedado ese proyecto?
–La navegación en el Parque está prohibida, salvo por razones científicas y de gestión. Y gestión es control de especies y de vegetación, o informes científicos.
–¿Qué se sabe del lince que se soltó en el Parque ('Pincho', un ejemplar procedente del centro de cría en cautividad de Zarza de Granadilla, que no puede procrear, y liberado en el Parque en el año 2019?
–Está estupendo. Es una de las grandes satisfacciones que nos ha dado el Parque. Su suelta fue un proyecto experimental. Y él se está desenvolviendo muy bien. Come algún conejo y sobre todo ciervas. Mata a las más pequeñas, las entierra, las deja apartadas y así tiene alimentación para varios días. Se le ve bien. Como lleva un collar de geolocalización, cada poco se le hace un control de peso. Este tema me ilusiona.
«Estamos trabajando en un plan para proteger de los incendios forestales las zonas de umbría y con nidos»
–Dado que está funcionando bien, ¿se plantean reintroducir la especie de verdad, con ejemplares reproductores?
–Es un asunto que lleva más el área de vida silvestre de la Consejería. Parece ser que para poder introducir una pareja reproductiva, se tienen que dar unas condiciones en cuanto a número de conejos por hectárea. Y aquí no alcanzamos esa tasa. De ahí el experimento que se hizo liberando a 'Pincho', para ver cómo se adaptaba en un hábitat escaso de conejos. Y lo que nos está diciendo esta experiencia es que está siendo capaz de sobrevivir muy bien. La vuelta del lince en Monfragüe es algo que debemos conseguir. Ya se ven en los alrededores. Me refiero a ejemplares distintos a 'Pincho'. Se han visto ya incluso en el término de Malpartida de Plasencia. Y es curioso: desde que tenemos un lince, en su zona de campeo se ven muchos más conejos.
–¿Y esto cómo se explica?
–Pues porque cuando entra el lince, se retiran el resto de depredadores, entre ellos los zorros. Con lo cual, ya hay menos animales que atacan a los conejos. Algunos agentes del Parque no acababan de creerse que esto pudiera ocurrir, y sí, estamos comprobando que esto ocurre. Ya estamos haciendo el primer estudio sobre población de conejos, para ver los posibles pasillos que pudieran tener los linces para pasar de unas zonas a otras. Y empezar a realizar acciones para que pueda aumentar el número de conejos y en consecuencia el número de otras especies.
–Otra especie mítica: el lobo. Hace un mes se constató oficialmente su presencia en la zona alta de La Vera, en el límite con Ávila. ¿Ve más cerca el momento de que se constate que está también en Monfragüe?
–Queda un recorrido largo. Aunque no hablamos de mucha distancia desde aquí hasta allí. Por su relieve, Monfragüe es una zona en la que el lobo podría vivir.
–Sigue habiendo quien cree que el Parque tiene parajes con tal densidad arbórea que si arden, será difícil apagarlos y pueden dar pie a un gran incendio forestal. ¿Es así?
–Sí. Este es un mantra desde siempre. En la época en la que trabajaba en extinción, recuerdo haber tenido bastantes reuniones para hacer el plan de prevención de incendios. Todos los propietarios están obligados a tener un plan de prevención, pero aquí es complicado hacerlos, por las restricciones que impone el hecho de estar en un parque nacional. La idea con la que trabajamos es aprobar un plan de protección del parque, lo que supone en cierto modo afrontar el problema al revés de cómo se venía haciendo. Ese plan persigue proteger zonas, sobre todo nuestras umbrías y zonas de nidificación, teniendo en cuenta que en estos sitios no podemos hacer unos cortafuegos anchísimos. Este plan de protección supone otra manera de hacer prevención, un modo inusual de hacerla. En un parque no puedes quitar vegetación como se hace en otros entornos.
–Un estudio reciente de la Universidad de Extremadura asegura que el parque nacional no ha sido el revulsivo económico y laboral que se pensaba podía suponer para los pueblos de la zona. ¿Está de acuerdo?
–En el Parque hay técnicos que llevan muchos años trabajando aquí, como Casto Iglesias (Jefe de Negociado de Información y Atención al Público) y otros, que no están de acuerdo con las cifras de ese estudio. El punto de partido es saber qué expectativas había. El Parque ha generado puestos de trabajo y empresas de restauración y de turismo. De esto no hay duda. ¿Qué no ha sido en número suficiente? Esto depende de las expectativas que se tuvieran. Y otro asunto que parece claro es que el turismo no puede ser lo único que salve a esta zona. Tiene que haber un desarrollo rural, algo más general. Nosotros estamos trabajando ya en el nuevo plan de acción de la Reserva de la Biosfera y vamos hacia esa dirección, la de no ceñirse al turismo. Ya hemos visto que quizás, solo del turismo esta comarca no puede vivir. Hay que abrirse, diversificar las inversiones.
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