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El animal pasea por el parque nacionalextremeño con un conejo en la boca. HOY
'Pincho', el lince ibérico de Monfragüe

'Pincho', el lince ibérico de Monfragüe

Prueba. El CSIC soltó el año pasado un ejemplar para ver cómo influye su presencia sobre otras especies, y todo apunta a que el animal, que no puede procrear, está feliz

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Domingo, 18 de octubre 2020, 09:27

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Se llama 'Pincho', pesa ahora 18 kilos, nació el 27 de marzo de 2018 en el centro de cría en cautividad 'El Acebuche' (Doñana), es hermano de Pirata y Piperita e hijo de Júpiter y de Brisa, la primera hembra que nació en ese centro andaluz, en el año 2005. Y es el primer lince que se pasea por Monfragüe en décadas, aunque su presencia no puede considerarse una reintroducción de esta especie en peligro de extinción, ya que el animal no puede procrear. Nació con un solo testículo (criptorquidia) y le fue practicada una vasectomía para evitar que sus descendientes pudieran heredar esa deficiencia.

Su llegada al parque se explica por un proyecto del IREC (Instituto de Recursos Cinegéticos, adscrito al Centro Superior de Investigaciones Científicas), en el que colaboran el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y la Junta de Extremadura. «Pretendemos evaluar cómo afecta la presencia del lince a las poblaciones de carnívoros, con datos tanto ecológicos como epidemiológicos», explica la Consejería para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que añade que «la información obtenida permitirá mejorar el conocimiento de la especie y su relación con carnívoros competidores». El estudio debía concluir este año, pero se ha decidido prorrogarlo por otros dos, lo que garantiza que 'Pincho' seguirá moviéndose a su antojo por la comunidad autónoma.

Se ha pateado el parque

Desde que llegó al parque nacional, el animal lo ha recorrido de norte a sur y de este a oeste. Tardó tres días en salir de su jaula, pero una vez que lo hizo se dedicó a explorar el entorno sin que parezca que las distancias sean para él un impedimento, como es típico en la especie (fue muy comentado el caso de un ejemplar soltado en Portugal y que llegó a Barcelona).

El primer lince ibérico de Monfragüe de este siglo ha cruzado el embalse de Torrejón-Tiétar varias veces, y también los ríos Tajo y Alagón. El geolocalizador que lleva al cuello ha permitido seguir sus pasos desde el primer momento, y se sabe que ha estado cerca del puente del Cardenal y de la portilla del Tiétar, de la autovía autonómica EX-A1 y también que se ha aproximado a Malpartida de Plasencia y en la época de celo a Mirabel. Se ha movido también por la zona de los Canchos de Ramiro y se ha paseado por el aparcamiento público de Villarreal de San Carlos. Llegó incluso hasta una finca situada cerca de Zarza la Mayor, junto a la frontera portuguesa. De hecho, estando allí fue geolocalizado desde la localidad lusa de Salvaterra do Extremo. Fue capturado y devuelto al parque, donde sigue viviendo.

En él parece haber encontrado un hábitat que le resulta cómodo. Se ha constatado que ha cazado algunas cervatillas, y en la zona hay quien asegura que su presencia ha motivado un aumento en la población de conejos. Esto casaría con lo expuesto en las conclusiones de la investigación que el Ministerio para la Transición Ecológica presentó en septiembre del año pasado. La realizaron expertos del IREC, la Estación Biológica de Doñana, la Fundación CBD-Hábitat y la Universidad de Oviedo, con apoyo de la Junta de Extremadura y el propio Ministerio. Publicado en la revista científica 'Biological Conservation', el trabajo desarrollado durante tres años permitió concluir que «la presencia del lince genera efectos positivos en cascada en los niveles tróficos inferiores, es decir, en sus presas, el conejo y la perdiz roja».

«A pesar de que el lince consume conejos como principal presa –resumen los investigadores–, su presencia evita que un mayor número de otros carnívoros (zorros y meloncillos, sobre todo) sigan alimentándose en esos territorios, reduciendo el número de conejos y perdices depredados». «La reintroducción del lince ibérico en el valle del Matachel, en Badajoz, generó una reducción de la abundancia de zorros y meloncillos de aproximadamente el 80%», añade el estudio, que tuvo como investigador principal a José Jiménez, del IREC. «Estos resultados –valoró entonces Jiménez– apoyarán la aceptabilidad social de las reintroducciones de lince ibérico, algo fundamental para el futuro de la especie».

Quizás una prueba de esa aceptación social se dio a finales del pasado diciembre, cuando 'Pincho' fue visto por varios cazadores que participaban en una acción cinegética celebrada en la finca Las Cansinas del Oeste. Entonces, varias asociaciones ecologistas denunciaron públicamente el peligro que esa montería supuso para el animal, que tuvo que huir de los perros (tomaron parte en la actividad 16 rehalas, o sea, unos trescientos canes, según los colectivos conservacionistas). Se sabía que el lince rondaba esos terrenos porque días antes había cazado una cierva en las proximidades. Y en efecto, algunos lo vieron. Ningún cazador le disparó. Alguno soltó la escopeta y cogió el móvil para grabarlo.

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