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Eloy García
Lunes, 16 de septiembre 2024, 07:41
Equipo ganador en la competición internacional Roborave Ibérica, así como numerosos segundos y terceros puestos en las diferentes ediciones a las que se han presentado; ... subcampeones nacionales en la World Robot Olympiad (este año han sido seis los equipos clasificados, algo histórico), y ganadores en una de las categorías de la Clautic League. Estos son solo algunos de los logros que atesora ArcaDroidEx, la academia comarcal de robótica educativa y programación ubicada en Navalmoral de la Mata, que asiste a torneos de robótica por toda la geografía nacional.
Al frente de la misma se encuentra Mayte Bravo Gutiérrez, galardonada este año con uno de los 'Premios 8M' otorgados por el Ayuntamiento de Navalmoral. Comenzó su andadura en estos lares en 2013, cuando fundó esta academia dirigida a personas de cuatro años en adelante.
Algunos datos
Trayectoria Antes de fundar su academia, la directora trabajó como administrativa en un hospital y dando clases de informática.
Alumnos Desde que comenzó ArcaDroidEx, hace ahora 13 años, son más de 500 alumnos los que han pasado por sus aulas. Empiezan a partir de los cuatro años de edad y muchos permanecen en ella hasta que se van a la universidad.
Habilidades Además de los conocimientos propios que adquieren, mejoran sus capacidades en aspectos tales como concentración, motricidad, resolución de problemas, trabajo en equipo, visión espacial, imaginación, etcétera.
El hecho de tratarse de una pequeña academia no ha sido óbice para batirse el cobre ante otras con más solera, ubicadas en grandes ciudades, incluso de otros países, y venciendo en no pocas ocasiones.
«En la Olimpiada de Tecnología, este año, uno de nuestros alumnos obtuvo en su categoría la nota más alta de toda España. En otra categoría, otro alumno resultó ganador de la final internacional, con participantes de todo el mundo: Brasil, Argentina, Colombia, Italia, Chile, Perú, México, Portugal, España… Más de 6000 niños en total», comenta orgullosa.
Estos logros son fruto del trabajo que desempeña, tal y como puede comprobarse in situ, con una frenética actividad por parte de los alumnos. Unos programan, otros montan los robots, prueban cómo se desenvuelven con las tareas encomendadas… «Enseñamos a los niños a montar robots, a darles órdenes y a que las sigan. También programamos videojuegos, placas programables…», explica Bravo.
Además de los continuos logros conseguidos en las diferentes competiciones a las que asisten, otra buena muestra de su buen hacer son los más de 500 alumnos que han pasado por la academia en estos once años, a los que habría que sumar los participantes en talleres que de forma puntual imparten en colegios, tanto en Navalmoral como en otras poblaciones.
Pero… ¿Qué es un robot? La propia profesora lo explica. «Además de una máquina, con un motor y partes móviles para que haga lo que le ordenas, debe tener sensores para decidir qué hacer en diferentes situaciones. Esto es lo que diferencia a un robot de un autómata, que se ha creado para hacer siempre lo mismo. Digamos que un robot tiene un pequeño cerebro que le permite decidir en función de la situación».
Durante la visita de HOY a su academia, varios alumnos se afanan en ensayar la próxima competición, la final nacional de la World Robot Olympiad (WRO), que ha tenido en Almería.
En cada competición, los robots participantes deben desarrollar una serie de misiones. En el caso de esta WRO, en una de las categorías en liza, el robot debe identificar frutas y hortalizas en buenas condiciones para su consumo y piezas en mal estado. Las primeras debe transportarlas al mercado para su posterior venta, mientras que las segundas tienen que depositarlas en una zona de compostaje.
Además de diferenciarlas, debe llevarlas a sus respectivos destinos por las vías habilitadas para su transporte, evitando obstáculos y sin atropellar gallinas, todo ubicado sobre un tablero de varios metros cuadrados de superficie. Eso sí, todo fabricado a través de piezas de Lego.
Precisamente fue un robot de Lego el que motivó a Mayte, que hasta 2013 había dado clases de informática y trabajado como administrativa en el hospital Campo Arañuelo, a embarcarse en esta aventura educativa. «Me gustó ver cómo se montaban esos robots y se programaban. No había nada del estilo en esta zona y decidí dar el paso», rememora.
Además de los conocimientos propios en programación y robótica que adquieren los alumnos (la mayoría de entre 4 y 19 años de edad), Bravo destaca que son muchos los beneficios que obtienen en torno a capacidades tales como concentración, motricidad, resolución de problemas, trabajo en equipo, visión espacial, imaginación, etcétera.
«No se trata de una enseñanza dirigida solo a personas que quieran seguir un itinerario formativo técnico. De hecho, uno de nuestros últimos alumnos está estudiando una carrera de letras», subraya.
Y es que tal es la pasión con la que los jóvenes asisten a la academia, que cada vez más permanecen más allá de la adolescencia. «Cada vez son más los alumnos que aguantan hasta que pueden. Lo dejan cuando se tienen que marchar fuera a estudiar», concluye.
En definitiva, que la robótica engancha en Navalmoral. Y engancha de manos de Mayte Bravo, quién prácticamente llegó a este tipo de enseñanza por azar.
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