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Ana B. Hernández
Lunes, 9 de junio 2025, 21:55
Las dos declaraciones con las que este lunes se iniciaron las testificales del caso San Lázaro arrojaron poca luz sobre el tiroteo del 30 ... de marzo en Plasencia.
El juez del número 1, que instruye la causa, citó a declarar a Alba Silva, la madre de Camelia, la niña que falleció a consecuencia de una bala perdida en el tiroteo; y a Sara Silva, la joven que resultó herida. Las dos se encontraban resguardadas en la misma vivienda, situada al final de la calle Calzada, a unos 25 metros del inicio de la cuesta, donde supuestamente comenzaron los disparos, en las casas de los Loletes.
Tanto la madre de Camelia como la joven que resultó herida han declarado en sede judicial que escucharon una ráfaga de disparos y que vieron un coche negro, pero no de donde salieron los disparos.
La madre de Camelia no confirmó ante el juez, por tanto, ni lo que había puesto de manifiesto en sede policial, recogido en el atestado, ni lo que unos minutos antes de entrar en el juzgado dijo ante los medios de comunicación.
Fue antes de las 11.30 de este lunes, hora fijada para el inicio de las declaraciones, cuando llegaron a los juzgados tanto los padres de Camelia, Iván y Alba, como la abogada del despacho de Marcos García-Montes. «El consejo profesional que hemos dado a Alba es que, lejos del bullicio de los primeros días, ella se centre en lo que vivió esa noche, que es lo que interesa a su señoría, lo que ella vivió y escuchó», expuso Ana Moraza.
Alba Silva aseguró a continuación que se ratificaría en lo que había declarado en la comisaría. «Los disparos que mataron a mi hija salieron de la casa de David, el hijo del Lolete y del coche en el que iban los Hilarios no salió ninguno», insistió. «Yo vengo aquí a pedir justicia».
Sin embargo, fuentes presentes en su declaración judicial resaltan que nada de eso confirmó después la madre de Camelia. Ante el juez dijo que no sabía de dónde procedían los disparos, que no vio nada. Lo mismo que la herida, que en su caso mantuvo lo que había venido declarando hasta el momento.
La noche del tiroteo, cabe recordar, miembros del clan de los Hilarios, con base en la barriada de Gabriel y Galán, se desplazaron hasta San Lázaro para zanjar un conflicto surgido dos días antes con los Loletes por una pelea en un club de alterne.
El encuentro acabó con un enfrentamiento a tiros supuestamente solo por parte de los Loletes y con los Hilarios abandonando el barrio en el Audi negro en el que habían llegado. Lo hicieron por la calle Calzada. En su inicio están las casas de los Loletes y al final, la vivienda en la que se resguardaron Camelia y Sara. Sin embargo, algunos de los disparos atravesaron el cristal de la puerta de acceso a la casa. Uno de ellos hirió a la joven, otro en un brazo a la niña y un tercero resultó mortal para la pequeña, porque le atravesó la cabeza tal y como ha confirmado la autopsia.
A consecuencia de ello, cinco miembros del clan de los Hilarios y seis de los Loletes fueron detenidos. Pero tras tomarles declaración, el juez solo envió a la cárcel a los seis vecinos del barrio de San Lázaro.
Según el relato de los hechos que se recoge en los autos por los que los Loletes son enviados a prisión, son investigados por un delito de homicidio doloso y deben ser juzgados por un jurado popular, se descarta que los disparos que acabaron con la vida de Camelia salieran del coche en el que viajaban los Hilarios.
«Esa tesis aparece en un principio descartada en el atestado, en atención a que tales disparos siguen una trayectoria de arriba abajo, y desde los domicilios donde se inicia la reyerta hasta donde las víctimas recibieron impactos de bala habría aproximadamente 25 metros, siendo todo ello compatible tanto con armas cortas como con armas largas», señalan los autos judiciales.
En cuanto a las armas, son cuatro escopetas y un subfusil de asalto las entregadas a la Policía Nacional por los encarcelados de San Lázaro, todas armas legales y propiedad del único de los seis detenidos que tiene licencia de armas. La Guardia Civil ha echado en falta una pistola Walther y otra Kimar, ambas para munición del calibre 9 mm del que los encarcelados compraron 200 balas el día antes del tiroteo, y así se lo ha comunicado al titular del juzgado.
No obstante, las ráfagas de disparos que las testigos coincidieron en haber escuchado la noche del tiroteo podrían ser compatibles con el subfusil.
En cualquier caso, las partes personadas en el caso San Lázaro confían en que el informe de balística que se espera pueda esclarecer lo ocurrido durante el tiroteo, detallando qué armas se utilizaron y de cuáles salieron las balas que mataron a Camelia e hirieron a Sara.
«Esa noche pudo ocurrir una masacre porque se realizaron disparos de manera indiscriminada, solo el Audi tenía 19 impactos de bala», recordó este lunes el abogado de la herida, Miguel Cantero. «La desgracia ya no la podemos evitar pero hay que intentar hacer justicia y para ello es preciso el informe de balística».
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