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Conchi Viera, hija del alcalde fusilado de V. de Alcántara. :: L. C.

La lucha de Conchita Viera

La hija del alcalde de Valencia de Alcántara halla la tumba de su padre

J. R. ALONSO DE LA TORRE

CÁCERES.

Martes, 20 de marzo 2018, 08:08

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Desde que era un niño, he escuchado a mi madre hablar de su amiga Conchita Viera. Las dos descienden de Ceclavín y tienen más o menos la misma edad, Conchita es algo más joven que mi madre. Esas conversaciones sobre Conchita se diluían en una nebulosa historia sobre la muerte de su padre, los sufrimientos que pasó su madre y la pena de una orfandad injusta, como todas las orfandades, pero en este caso más porque era una orfandad impuesta despiadadamente.

El nombre de Conchita Viera volvió a aparecer en mi vida, también por comentarios de mi madre, cuando regresé a Extremadura. Las vicisitudes de su existencia y su constancia en la lucha por recuperar la memoria y los restos de su padre provocaron en mí una admiración acrecentada por la cercanía: cuando una madre te cuenta una historia siendo niño, no la olvidas jamás, la haces tuya y se convierte en parte de tu memoria sentimental.

Coincidí con Conchita en Canal Extremadura Televisión: yo salía de un programa y ella entraba en otro. Fue un encuentro muy fugaz, unas palabras, una promesa de vernos algún día y nada más. Después, cuando viajaba a Valencia de Alcántara, siempre hacía votos por visitarla, pero la prisa, las citas o la pereza han provocado que Conchita Viera siga siendo más un símbolo que una persona de carne y hueso, amiga de mi madre, con la que conversas y a la que tratas.

Conchita Viera tiene hoy 84 años. Solo tenía tres cuando asesinaron a su padre, alcalde de Valencia de Alcántara entre febrero y julio de 1936. Amado Viera Amores, el padre de Conchita, había nacido en Ceclavín en el año 1902. Tras estudiar Derecho en Salamanca y ejercer como abogado, se había instalado en Valencia de Alcántara. Por sus orígenes y su posición social, lo lógico es que hubiera abrazado una ideología conservadora, sin embargo, se interesó desde muy joven por los problemas sociales. Conchita ha recordado cómo su padre paseaba preocupado por el despacho, llevándose las manos a la cabeza y preguntándose cómo iban a dar de comer muchos de sus pobres convecinos a sus hijos.

Estos recuerdos se los legó su madre, una mujer que, tras la muerte de su marido, no volvió a salir nunca a la calle por no encontrarse con los verdugos de Amado, al que habían sacado de su casa el 25 de septiembre de 1936, lo habían llevado en un coche hasta la carretera de Cedillo y allí, en la finca Cuadrillas de Arriba, lo habían fusilado, arrojando su cuerpo al interior de la mina Terría.

Cuando Amado murió, tenía 34 años y era presidente del sindicato El Redentor de Valencia de Alcántara. Había sido hasta mayo de 1936 vicesecretario general de las Juventudes Socialistas de Valencia de Alcántara. Pero lo que recuerda mi madre es que era una gran persona por encima de ideologías y militancias.

La lucha de Conchita Viera empieza nada más conocer el fusilamiento de su padre. Primero en silencio, luego alzando la voz. Pero por encima de todo, asombra y emociona su constancia para conseguir recuperar los restos de su progenitor. Primero consiguieron que Amado fuera reconocido como desaparecido. Después supo por testimonios orales dónde podían estar sus restos. El siguiente paso fue conseguir permiso de los dueños de la finca donde se encontraba la mina para buscar los cuerpos de los fusilados y, finalmente, hubo que lograr financiación, que llegó desde la Diputación de Cáceres. Finalmente, los restos han sido hallados.

Los nombres de Rosario Cordero, presidenta de la Diputación cacereña, Alberto Piris, alcalde de Valencia de Alcántara, Julián Chaves, profesor de la UEx, o de la antropóloga y arqueóloga Laura Muñoz han sido claves para que Conchita vea por fin que su lucha ha dado fruto. Su padre es un símbolo, pero junto a él reposaban en la mina otros 47 cuerpos de fusilados. Recuperarlos es un acto de humanidad, un final justo para aquella historia que mi madre me contaba de su amiga Conchita.

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