La investigación de Francisca Cadenas se centra en los 100 metros que recorrió antes de desaparecer
Su familia está convencida de que en ese pequeño trayecto está la clave de un caso al que tratan de dar luz los agentes de la UCO
El 10 de mayo de 2017 el Real Madrid se jugó con el Atleti su paso a la final de la Champions. Pero en el ... casino de Hornachos, ahora Café Félix, no se vibró ese día. Tampoco en La Agraria-Café, que está justo al lado. Ese 10 de mayo de hace ahora siete años fue el día después de la desaparición de Francisca Cadenas, de la que nada se sabe desde que el 9 de mayo de 2017, a las once de la noche, salió de casa a despedir a unos amigos y ya nunca regresó. «Recuerdo el día que desapareció Manuela Chavero en Monesterio. Mi madre estaba en la cocina y me dijo: mira qué pena esta mujer que ha desaparecido. No se me olvida».
Quien habla es José Antonio Meneses Cadenas (30 años, el hijo de menor de Francis). Él estaba en casa cuando su madre salió a despedir a Adela y Antonio, una pareja que los visitaba casi a diario.
Antonio era guardia civil, estaba destinado en Hornachos, y al igual que su pareja mantenía una relación de amistad muy estrecha con Francis a pesar de ser unos años más jóvenes. Francis adoraba a la hija de ese matrimonio, cuidaba de ella a menudo, y cuando era necesario incluso los acompañaba hasta su casa, situada en otra zona del pueblo, para que la pequeña no llorase.
Ese día estuvieron en la casa de Francis, en la calle Nueva, y en torno a las 11 de la noche salieron juntos. «Mi madre me dijo que volvería pronto para preparar la cena», recuerda José Antonio.
Pero Francisca no regresó. «No sé por qué, pero tuve la corazonada de que le había pasado algo malo. Llamé a Adela y Antonio para preguntarles, pero me dijeron que ya se habían despedido».
Una corazonada
Antes de hacer esa llamada José Antonio imaginó que tal vez se hubiese subido al coche con ellos para que la niña se calmase, como tantas otras veces. En realidad, apenas habían pasado diez o quince minutos. Pero la respuesta que recibió le causó inquietud. «Salí a la calle para preguntar a los vecinos, hablé con la gente que encontré a mi paso y enseguida nos pusimos a buscar. Pero no aparecía por ninguna parte, todo era muy extraño».
Ubicaciones relevantes en el caso de Francisca Cadenas
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Martes 9 de mayo de 2019, antes de las 23.00 horas
A casa de Francisca Cadenas habían ido esa noche Antonio y Adelaida, un matrimonio amigo de la familia. Junto a ellos se encontraba la hija de esa pareja, a la que Francisca cuidaba como si fuera de la familia.
23.00 horas
En casa también estaba José Antonio, el hijo menor de Francisca. A esa hora su madre le dijo que iba a salir de casa para despedir a Antonio, Adelaida y su hija pequeña. Le dice a José Antonio que volverá enseguida para preparar la cena.
23.05 horas
Francisca, Antonio, Adelaida y la niña sale de casa. Suben la calle nueva (50 metros) y cruzan el pasaje (40 metros) para dirigirse a la calle Hernán Cortés, donde Antonio y Adelaida tienen estacionado su coche.
23.10 horas
Francisca se despide de Antonio, Adelaida y la niña para regresar a casa. El coche está aparcado en la acera de enfrente, a diez metros del pasaje, que esa noche estaba iluminado por tubos fluorescentes. Carlos Guzmán, un vecino de nacionalidad dominicana que reside en la misma calle que Francisca Cadenas, se cruza con ella en la calle Hernán Cortés y le da las buenas noches. Dice que Francisca se dirigía al pasaje para volver a casa.
23.10 horas
José Antonio comienza a extrañarse por la tardanza de su madre. A las 23.15 horas llama a Antonio y Adelaida. En ocasiones, su madre los acompañaba a su casa, situada en otra zona del pueblo, para que la niña no llorase. Le dicen que Francisca no está con ellos, que se despidieron de ella en la calle Hernán Cortés.
23.16 horas
José Antonio tiene un pálpito y comienza a buscar a su madre. Presiente que algo malo puede haberle ocurrido y pide ayuda a los vecinos para buscarla. No consigue localizarla, da la alerta a la Guardia Civil y los vecinos comienzan la búsqueda en el pueblo y en las afueras. No la encuentran y siete años y medio después sigue en paradero desconocido.
AUX STEP FOR JS
Este domingo se cumplen 2.756 días de ausencia y Hornachos sigue de luto. La costumbre de dejar las puertas abiertas en verano ha desaparecido y son muchos los vecinos que evitan caminar por el pasaje de la calle Nueva, ese túnel que atravesó Francisca Cadenas para despedir a sus amigos y que debió cruzar de regreso a casa. «Por sentido común, el pastel tiene que estar muy cerca. En cuestión de 100 metros», dice José Antonio mientras sube junto al equipo de periodistas de HOY el tramo final de la calle Nueva, apenas 50 metros en los que se cuentan diez casas bajas, cinco en cada acera, algunas con un alto.
Al fondo de esa calle sin salida hay una puerta de garaje y justo a la izquierda se abre el pasaje que se construyó en la década de 1980 para conectar ese «callejón» sin salida con Hernán Cortés, la calle principal de Hornachos, la que desemboca en el Ayuntamiento.
Fue en la calle Hernán Cortés, a diez metros del pasaje, donde Antonio y Adela tenían estacionado su cuche. Y hasta allí debió llegar Francisca.
El coche estaba en la acera de enfrente, calle arriba. Y después de despedirse, Francisca desanduvo sus pasos para volver al pasaje. Así lo indicó un ciudadano de nacionalidad dominicana que vivía en la calle Nueva cuando ocurrieron los hechos, un poco más arriba que Francisca. Dijo a la Guardia Civil que en torno a las once de la noche, después de ver un partido de fútbol en La Agraria-Café, bajó la calle Hernán Cortés y se cruzó con Francisca Cadenas, que se dirigía al pasaje.
Ese testimonio hace pensar que Francisca se disponía a regresar a casa. Y esa es la razón por la que José Antonio y su familia tienen la convicción de que todo debió ocurrir en un recorrido de apenas 100 metros. «Cuando vinieron los perros de la Guardia Civil habían pasado 48 horas y las calles estaban lavadas porque había llovido. Pero los perros se pararon en el callejón, no se me olvida», recuerda un vecino. «En ese callejón está el tema –añade otro–. En esas casas vive gente más bien mayor pero también gente más joven».
La noche más larga
Entre las que no han parado de dar vueltas a su cabeza está Mercedes Márquez, que vive enfrente de los Meneses Cadenas. Aquella noche no se movió de la puerta de su casa, donde vivió la madrugada más larga de su vida.
En la calle se piensa que si aquella noche la Guardia Civil hubiese entrado en todas las casas de la calle Nueva (el callejón) tal vez el caso se hubiese resuelto de inmediato. «Pero no se hizo y ya no tiene solución», lamenta un vecino.
«Lo del teléfono anónimo que ha puesto la familia es muy importante para mí, porque estamos en un pueblo chico y todo el mundo tiene miedo. Yo creo que alguien puede saber algo», aporta Félix desde su cafetería, un local que apenas dista 100 metros del lugar en el que Antonio y Adela se despidieron de Francisca. «Nosotros teníamos abierto el bar, era una noche que hacía calor, con las ventanas abiertas, pero nadie escuchó nada: eso es muy raro».
Aquella noche se jugó la primera semifinal de la Champions, un Juventus-Mónaco, y algunos vecinos vieron en ese bar el partido. Afirma este hostelero que incluso hubo un grupo de clientes que estuvieron en la calle charlando un rato. «Pero no escucharon ni vieron nada, nadie vio nada».
Ni sus clientes ni los del bar que está justo al lado, La Agraria, donde estuvo el vecino de nacionalidad dominicana que aseguró haberse cruzado con Francisca.
Rememora Félix que Francisca Cadenas «era una persona cariñosa, muy querida, que siempre daba los buenos días cuando pasaba a tu lado... No me imagino lo que debe estar pasando esa familia, pobrecillos, no saben nada de ella desde hace demasiado tiempo».
Esa descripción la confirma José Márquez, que vive en la calle Nueva, «pared con pared con la casa de Francis». «Nunca creí que íbamos a llegar hasta el día de hoy, empezamos a buscarla aquella noche con mucha incertidumbre y hoy seguimos sin respuesta».
«Era una persona buena, una persona que se relacionaba con todo el mundo, a todo el mundo le preguntaba, una persona alegre», insiste con voz pausada mientras su rostro transmite pena y resignación. «Yo tengo claro que esa mujer no se ha ido. ¿Dónde está? No lo sé. Pero no tenía motivos para irse, ningún motivo».
José Márquez no olvida que aquella noche todos en su casa salieron a buscar a Francisca Cadenas tan pronto como su esposa le comunicó la desaparición. «Todos los vecinos empezamos a dar vueltas alrededor de la calle, alrededor del pueblo, pero no la encontramos».
Tampoco al día siguiente, cuando se organizó una nueva batida en la que participaron muchos voluntarios. Ni al día siguiente, cuando su familia insistió en el convencimiento de que no había desaparecido por su propia voluntad. Pero en Hornachos se recuerda que en esas primeras horas y días las fuerzas de seguridad no descartaron la hipótesis de que se tratara de una desaparición voluntaria. Tanto, que la familia imploró el 18 de mayo, nueve días después de la desaparición, que se incorporase la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, la UCO, ese equipo de investigadores de élite especializado en la resolución de los casos más complicados. Ese equipo que en 2020 localizó el cadáver de Manuela Chavero, la vecina de Monesterio, y su cadáver.
En Hornachos también reclamaron el desembarco de la UCO, pero no se consideró necesario, una negativa que nunca ha entendido la familia de Francisca Cadenas, que siempre ha mirado con envidia a Monesterio, una localidad situada a solo 65 kilómetros en la que sí pusieron su foco esos investigadores «cinco estrellas».
«Nosotros siempre hemos tenido confianza en el equipo de Policía Judicial de Badajoz que ha llevado esta investigación, han hecho muy buen trabajo, pero siempre hemos pedido que la UCO cogiera este caso: ellos trabajan 24 horas los siete días de la semana», destaca Javier Meneses (39 años, el hijo mediano de Francisca Cadenas).
Carta anónima
Una carta anónima que se dice que fue entregada en un puesto de la Guardia Civil, dedos acusadores y comentarios que señalan a vecinos con nombre y apellidos, publicaciones que hablan de algunos detalles no conocidos de la investigación... todo forma parte de un confuso cóctel en el que cuesta trabajo distinguir la verdad de lo inventado.
Pero el anuncio esta semana de que la UCO se hace cargo de la investigación, la confirmación de que el Juzgado de Instrucción de Villafranca de los Barros ha reabierto el caso y la incorporación de Verónica Guerrero, la abogada que acompañó a la familia de Manuela Chavero hasta la condena de su asesino, han aportado algo de luz a una crónica negra que necesita escribir su final. «Lo sucedido con Manuela Chavero nos da esperanza, cuando ves que una familia resuelve su caso tienes la esperanza de que el próximo pueda ser el tuyo», reconoce Javier, el portavoz de la familia.
«Lo del teléfono anónimo (el número es el 661 90 98 06) es muy importante. Yo creo que alguien puede saber algo», remacha Félix, que lleva más de siete años escuchando todo tipo de hipótesis desde detrás de la barra del casino. «Estamos en un pueblo chico y todo el mundo tiene miedo. Yo creo que alguien puede saber algo», concluye este hostelero con un gesto que, sin necesidad de palabras, da a entender que la respuesta puede estar en alguno de los 3.639 habitantes que tenía Hornachos a mediados de 2017.
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