Guerra al combustible vegetal
La gestión de los montes pasa por desbrozar bosques para disminuir en un tercio la masa forestal que da pie a incendios descontrolados
Si el fuego no lo impide, en cuanto llegue el otoño saldrán de los garajes que tiene la Junta en Cáceres, Pinofranqeuado, Hoyos y Zafra ... nueve bulldozer, cuatro tractores, una retroexcavadora, un compactador, así como vehículos para su transporte y los aperos que requieren. Básicamente se dedicarán a desbrozar bosques y retirar fusca.
Apenas queda un mes para que asomen las lluvias y concluya la temporada de incendios, justo lo mismo para que empiecen las actuaciones en los montes extremeños para minimizar un riesgo que se sabe volverá a existir el verano siguiente. La Junta de Extremadura llama a los trabajos en este periodo que dura unos nueve meses «prevención indirecta o estructural», diferente de la directa, ahora vigente y que consiste en acciones de vigilancia y de determinación de riesgos. Además, en otoño se pone en marcha la «prevención activa», basada en campañas de educación y sensibilización.
Todo este conjunto de acciones persigue que en verano de 2022 se reduzca la superficie quemada en la región.
En 2019 la superficie que ardió fue la menor desde 2014. Entonces fueron 4.500 hectáreas, mil menos que la media histórica y solo mejorada recientemente por la registrada en 2014, cuando ardieron 3.982 hectáreas, según los datos que maneja la Aeefor (Asociación Extremeña de Empresas Forestales y del Medio Ambiente). El año pasado, cuando el confinamiento y una primavera exagerada dispararon elc recimiento de la vegetación la superficie total que ardió en todo el verano de 2020 fue de 8.400 hectáreas.
Por usar una referencia de hasta cuánto se puede descontrolar un incendio, en este periodo que abarca los últimos siete años aún permanece en muchas retinas el de la Sierra de Gata de 2015, cuando solo allí ardieron casi 8.000 hectáreas. En este siglo el más devastador y también difícil de olvidar fue el de Valencia de Alcántara de 2003, cuando se quemaron casi 15.000 hectáreas y con pocos días de diferencia 10.000 más en Las Hurdes.
En 2019 no se produjo ningún GIF (gran incendio forestal, el que supera las 500 hectáreas afectadas) en la región. En este 2021 sí ha habido uno, el de Alburquerque de mediados de agosto, cuando el balance final concretó que fueron 713 las hectáreas quemadas, y se puede decir que no está siendo un mal verano, aunque aún f alta más de un mes para salri del riesgo alto.
No hay que perder de vista que los incendios se cuentan por cientos cada verano. Solo en la última semana de agosto de este año el Plan Infoex intervino en 49 incidentes, de los cuales 22 afectaron a superficie forestal (65 hectáreas en este caso).
Aeefor tiene 32 empresas asociadas y su presidente, Francisco Castañares, opina que «el bosque se va a seguir quemando cada verano y que ser humano tiene que convivir con el fuego incluso cuando se convierte en amenaza». Lo que hay que hacer, explica, es evitar que se descontrole, minimizar sus efectos negativos y, sobre todo, que no afecte a los núcleos de población y se cobre víctimas materiales o humanas.
Más allá de falsas creencias, como que unas especies arbóreas arden más que otras o que es el pirómano patológico quien está detrás de cada incendio (el más grande de este verano, recuerda, lo ha provocado un buitre al impactar contra un tendido eléctrico), Castañares opina que es el excesivo combustible vegetal que hay en las masas forestales el que pone en peligro cada verano a los bomberos. Y expone las siguientes cuentas: «Hay que conseguir que nunca haya diez toneladas de combustible por hectárea porque esto significa facilitar mucho el trabajo de los bomberos. El 98% de los incendios se controlan, pero el problema es ese 2% que se salen de madre (...). No puedes controlar las olas de calor, la baja humedad o el viento, pero sí puedes controlar el combustible, ya que no hay bosques que ardan más o menos sino aquellos que están mejor o peor gestionados. Si no, estamos en manos de la suerte»
Castañares calcula que la media en nuestros bosques más espesos oscila entre las 30 y las 33 toneladas por hectárea (el triple de lo recomendable) y la velocidad de crecimiento de la vegetación de manera natural es de entre 2 y 4 toneladas al año, así que el problema crece cada verano, de ahí que haya que descargar de masa forestal los montes. Esto no habría que verlo como un gasto público sino como una oportunidad, subraya Castañares, que en este punto cita a la biomasa.
Biomasa para electricidad
Para el representante de Aeefor y antiguo director general de Medio Ambiente de la Junta, con instalaciones que convierten los restos forestales en energía se podría consumir el 65% del excedente de combustible que hay cada año.
Por otro lado, el aprovechamiento maderero también existe, aunque en Extremadura es escaso y, en general, tiene mala fama, reconoce. «Ha cundido esa idea de que el bosque no hay que tocarlo, pero hay mucho cinismo en esto porque si no lo tocas el bosque se quema», señala.
Extremadura tiene ahora mismo dos plantas de biomasa eléctrica. Una de Acciona en Miajadas de 15 megavatios (Mw) operativa desde 2010, y otra en Mérida de Ence de 20 Mw. Entre ambas Castañares asegura que sacan de los montes entre 150.000 y 200.000 toneladas de combustible de los montes.
Por otro lado, Acciona está tramitando en Logrosán otra planta que con 50Mw sería la más grande de Extremadura, ya que podría transformar hasta 300.000 toneladas al año y que serviría para desbrozar, y por tanto minimizar riesgo de incendios, zonas de la Siberia y Villuercas principalmente. Otra planta de biomasa definida pero sin ubicación definitiva se baraja en el entorno de Plasencia, además de otras de pellets en Moraleja, Caminomorisco y Herrera del Duque que también aprovecharían restos vegetales.
«Además de la ganadería el cultivo para abrir claros en los montes, el de las plantas de biomasa es el camino. Hay otras plantas cuyos proyectos están paralizados porque sacar combustible de los montes es inasumible para el gasto público, el cual debería ser para otras acciones, como que los pueblos tengan un cinturón de seguridad alrededor libre de combustible, ya que en algunos lugares poco poblados, como alquerías de Las Hurdes, se ve zarzal y matorral que termina entrando en las casas».
Acciones de la consejería
La Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio explica que cada año el parque de maquinaria del Infoex actúa principalmente en el mantenimiento de las redes de líneas cortafuegos, creación de áreas preventivas, así como fajas auxiliares, puntos de agua y adecuación de las vías de acceso en los montes extremeños.
«Durante la campaña 2020- 2021 se realizaron trabajos que recayeron principalmente en zonas de alto riesgo de incendios, donde se desbroza y se modifica tanto la estructura espacial de la vegetación como la composición del combustible vegetal para variar el comportamiento del fuego y evitar la propagación del mismo.
Según explican desde la Junta, se actuó sobre 316 hectáreas de las Hurdes, 306 de Gata, 120 en la Siberia, 71 en Tentudía y otras 44 hectáreas de superficie en La Vera, para el mantenimiento de unos 450 kilómetros de cortafuegos en la región. También se intensificó la presencia de equipos de maquinaria en la comarca de las Hurdes
El Plan de Lucha contra los Incendios Forestales de la Comunidad Autónoma de Extremadura (Plan Infoex) tiene su propio presupuesto anual. En 2012 fue de 30 millones con una plantilla de 903 personas, y ha ido subiendo paulatinamente hasta la actualidad, que es de 42,6 millones de euros.
Sin embargo, con esto no basta para acometer todo el trabajo. A finales de agosto el Consejo de Gobierno de la Junta aprobó, por ejemplo, la contratación de trabajos de selvicultura para mejora de montes d eutilidad pública por un importe de 2,4 millones de euros, (75% financiado por fodnsos Feader), en este caso para actuaciones previstas en cuatro municpios de la Siberia y uno del Ambroz. Y solo hay que analizar el presupuesto en vigor para detectar numerosas partidas diseminadas acciones relacionadas con la prevención de incendios.
Se fue la gente de los pueblos y empezaron los problemas
Se fue la gente de los pueblos y empezaron los pro«Antes de la emigración de los años sesenta y setenta había unos 650.000 extremeños que vivían del campo y encendía prácticamente a diario una hoguera por la mañana y otra por la noche, por lo que retiraban de manera constante combustible de los bosques, que no eran tan densos». Así describe Francisco Castañares, presidente de Aeefor (Asociación Extremeña de Empresas Forestales y del Medio Ambiente), cómo ha cambiado el escenario de la Extremadura rural. Antes fue la despoblación y ahora, también, es el calentamiento global el que ayuda a que en verano cualquier chispa prenda lo que puede acabar en gran incendio. Para Castañares, además de gestionar los montes desbrozándolos, y asumiendo que es imposible repoblar determinadas zonas rurales, es fundamental introducir zonas de cultivo que abran claros en el monte y ganadería, aunque sea sosteniendo estas actividades de manera artificial con subvenciones.
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