La UEx garantiza que dispone de controles suficientes para evitar la manipulación de notas
El reglamento para los trabajos fin de máster obliga a dejar huella digital de todos los pasos que se dan y a guardar una copia durante cuatro años
Evaristo Fdez. de Vega
Badajoz
Miércoles, 11 de abril 2018, 07:50
¿Es posible que en la Universidad de Extremadura se produzca un caso similar al que afecta estos días a la presidenta de la Comunidad de Madrid? Esa es la pregunta a la que ha tratado de responder Agustín Vivas, decano durante casi una década en la Facultad de Ciencias de la Documentación y la Comunicación de la Universidad de Extremadura, donde sigue dando clases, y portavoz de la UEx. «Errores puede haber en todos los sitios, pero tenemos un registro muy exhaustivo de todos los trabajos fin de máster y es complicado que ocurra».
Por prudencia, Vivas no ha entrado a valorar el caso Cifuentes, pero sí defiende que la universidad pública extremeña tiene unas normas de funcionamiento muy estrictas que dificultan la manipulación de las actas de notas y garantizan que el alumno realice y defienda de forma adecuada su trabajo fin de máster (TFM). «Cambiar una nota es difícil incluso para el profesor», asegura.
Para justificar esta afirmación habla del procedimiento completo, que comienza cuando el docente introduce en la plataforma informática de la UEx su nombre (iduex) y su clave (pin web). Una vez dentro, el profesor visualiza un menú que da acceso a las actas de notas, en las que aparece el nombre de todos los alumnos matriculados en la asignatura que imparte para que vaya introduciendo manualmente la nota de cada estudiante. Completada la tarea, debe guardar y publicar el acta.
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En ese momento, el sistema envía a cada alumno un correo electrónico en el que aparece la nota. Ese email también informa del día y la fecha en la que puede revisar el examen si no está de acuerdo con la nota. «En ese primer correo electrónico la nota es provisional porque después de la revisión la calificación puede variar», explica Vivas. Concluido el proceso de revisión, el profesor introduce las modificaciones oportunas y publica las notas de nuevo, convirtiéndolas ya en definitivas. «Hasta hace dos cursos cada docente tenía que imprimir esa lista de notas definitivas y entregarla en la secretaría de la facultad, donde quedaba archivada en formato papel, pero ahora no es necesario imprimirla porque el profesor tiene certificado electrónico».
Por tanto, ya no se guarda un acta en papel sino un documento telemático que tiene idéntica validez porque lleva la firma electrónica del profesor y se almacena en el archivo telemático de la facultad.
Difícil manipular
Vivas cree que este sistema dificulta la manipulación de las notas puesto que modificar un acta ya cerrada exige abrir una diligencia en la que se indique con claridad cuál es el motivo del cambio. «Es la secretaría del centro la que debe facultar para ese cambio y siempre queda una huella digital».
Tampoco en el pasado era sencillo modificar un acta puesto que la facultad tenía la obligación de guardar el acta original, el acta modificada y también la diligencia en la que apareciesen las razones que hubiesen motivado el cambio.
La Universidad de Extremadura también cuenta desde 2015 con un 'Reglamento de trabajos fin de máster' de obligado cumplimiento en todos sus centros.
En ese documento se indica que el proceso comienza cuando el centro que imparte el máster publica los temas en los que se puede trabajar. El alumno puede solicitar hasta tres temas distintos pero sólo se le adjudica uno. Esa decisión es hecha pública por cada centro en una lista en la que aparecen los nombres de los alumnos, el tema asignado a cada uno de ellos y el nombre de sus tutores.
La asignación del TFM y del tutor tiene una validez máxima de dos cursos académicos, período en el que el alumno debe completar el trabajo y solicitar su defensa y evaluación. Para este último paso deberá contar con la autorización del tutor, que previamente habrá analizado su trabajo para saber si se adapta a lo que se le había pedido. El reglamento indica que la exposición no podrá hacerse hasta que el estudiante haya aprobado todas las asignaturas.
Si todos esos requisitos se cumplen, el alumno deberá presentar en la secretaría del centro una solicitud para defender el TFM y entregar una copia del trabajo en papel y otra en formato digital para que sea enviada a los tres miembros del tribunal evaluador, que debe estar compuesto por el presidente, un vocal y un secretario.
Los centros tienen la obligación de publicar el calendario completo de los alumnos que van a defender sus trabajos con la suficiente antelación, indicando el lugar, día y horas fijados para la defensa. La defensa debe ser presencial y pública, aunque se autoriza la «defensa virtual excepcionalmente en casos debidamente justificados».
Una vez presentado el trabajo, el tribunal evalúa y todos sus componentes firman el acta, que cuenta con las mismas medidas de seguridad y garantías que las actas de notas. «Desde que el alumno solicita un tema para hacer el trabajo fin de máster hasta que es leído y aprobado, todo va dejando huella digital. Está todo supercontrolado», concluye Vivas antes de insistir en que la universidad conserva todas sus actas. «Ver lo que sucede estos días duele a quienes defendemos la universidad pública porque en la universidad se trabaja mucho para que las cosas se hagan bien».