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¿Qué ha pasado hoy, 15 de abril, en Extremadura?
David Conde consultando un libro de la biblioteca de Cáceres. A. M.
«En la Extremadura de posguerra había gente que iba a comer hierba al campo»

«En la Extremadura de posguerra había gente que iba a comer hierba al campo»

El profesor de la UEx David Conde retrata en su tesis doctoral, con un enfoque antropológico, el hambre que se vivió en la región de 1939 a 1952

Álvaro Rubio

Cáceres

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Domingo, 10 de marzo 2019, 09:07

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El profesor de la Universidad de Extremadura David Conde Caballero acaba de presentar una tesis doctoral que retrata el hambre que se vivió en la región durante la posguerra. Este enfermero, podólogo y antropólogo con un máster en salud y desarrollo comunitario realiza una aproximación a esa realidad y lo hace más allá de los enfoques historiográficos. «He querido conocer el impacto que supuso la falta de alimentos en las dinámicas culturales», detalla este cacereño que imparte clases en la Facultad de Enfermería y Terapia Ocupacional. Antes de dedicarse a la docencia trabajó como enfermero.

Su profesión la ha compaginado durante más de cinco años con una investigación en la que destaca las prácticas alimentarias y el impacto social que la escasez tuvo en la vida social de pueblos y ciudades de la región desde el 1 de abril de 1939, cuando finalizó la Guerra Civil, hasta el mes de junio de 1952. Ese año se puso fin a la cartilla de racionamiento para los productos alimenticios.

Conde Caballero asegura que en esa época hubo comportamientos que fueron más allá de los límites culturales. «Había gente que iba a comer hierba al campo o que desenterraban animales muertos para comérselos, aunque supieran que habían sido envenenados», relata el investigador, que ha entrevistado a 61 informantes que vivieron los tiempos de postguerra en primera persona. En total, 40 mujeres y 21 hombres. De ellos 39 son de la provincia de Cáceres y 22 de la de Badajoz.

«Algunas personas desenterraban animales muertos para comérselos», detalla el autor

En algunos de esos casos ha encontrado, según él mismo indica, «testimonios impactantes» que gracias a su trabajo podrán perdurar para siempre. Todos los entrevistados tiene más de 85 años y algunos ya han fallecido. «Me han llegado a decir que cuando hay hambre, te vuelves como una bestia, que igual que un león se come a otro animal, tú te puedes comer a otra persona».

A esas duras palabras se suma la búsqueda realizada en distintos archivos provinciales, regionales y nacionales. También ha consultado de manera online instituciones como la Fundación Rockefeller de la ciudad de Nueva York.

A partir de esas investigaciones ha recogido el patrimonio culinario de la época y las estrategias que siguieron para hacer frente a la falta de alimentos. «He contactado con personas que estoy seguro de que nunca habían hablado del hambre más allá de las paredes de sus propias casas», reconoce David.

Él hace una diferencia. «Los que no tenían acceso al pan son los que realmente utilizan la palabra hambre», matiza David, quien detalla que la mayoría recurrieron a estrategias como el conocido estraperlo, el trueque o los pequeños robos en la comunidad. «Muchos de mis informantes decían que si se robaba para comer no pasaba nada. Eso es una reconfiguración de la moralidad y en ella participaron muchos guardias civiles que eran cercanos a los vecinos del pueblo», explica.

La investigación se basa en testimonios de mayores de 85 años y documentos de archivos

En cuanto a las recetas culinarias, lo importante era llevarse algo a la boca y, aunque suene raro, la estética importaba. Aprovechaban lo poco que tenían y en ocasiones era más lo que parecía que lo que realmente era. Todos conocemos eso de gato por liebre. Pues es real. Comían gato, pero lo hacían con una receta de liebre. Por ejemplo, cocinaban tortillas de bellota sin huevos o garbanzos con cardillos del campo», ejemplifica Conde, que está seguro de que «muchos hábitos culinarios de numerosas abuelas de hoy tienen que ver con las penurias de posguerra, como las despensas llenas o la obligación de comer cuando ya no se tiene más hambre».

Sin embargo, siempre hay diferencias dependiendo del territorio. «En Extremadura la situación se vivió con más hambre en el ámbito rural y se apreciaron grandes cambios entre latifundistas y minifundistas. Quienes realmente lo pasaron peor fueron los que no tenían posesiones de tierras y dependían de los amos. Mientras en el sur tiraban de imaginación a partir de la bellota, en el norte hacían lo mismo con la castaña», aclara el profesor de universidad que actualmente está trabajando en la publicación de un recetario de la época de posguerra que vera la luz próximamente. «Tendrá el mismo objetivo que la tesis. Quiero que no se pierda una parte de la historia», concluye.

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