Cultura retoma las excavaciones en la necrópolis tartésica de Medellín
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Las primeras tuvieron lugar hace sesenta años y han permitido documentar 250 tumbas en un yacimiento en el que se han hallado pendientes de oro, broches-talismán, un peine y numerosas inscripciones y cerámicasActuación para avanzar en la excavación (las últimas se realizaron en 1986)) investigación y protección de la necrópolis tartésica en Medellín, en el valle medio ... del Guadiana. Allí se empezó a excavar hace sesenta años y en ella se han documentado 250 tumbas, se espera que puedan aparecer otra cantidad similar y se han encontrado pendientes de oro, broches-talismán; un peine, conocido internacionalmente en el mundo de la arqueología como 'el peine de Medellín' así como numerosas inscripciones y cerámicas. La Consejería de Cultura invertirá 245.000 euros hasta 2028 para poner en valor esta necrópolis orientalizante.
Está situada a pocos kilómetros del yacimiento de Casas del Turuñuelo. De hecho es contemporánea a esa joya arqueológica que tantos hallazgos de postín está ofrecido y también al yacimiento de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena.
La necrópolis de Medellín, declarada Bien de Interés Cultural en 2014, constituye una muestra excepcional de la edad de Hierro datada en los siglos VII y VI antes de nuestra era. «Se trata de uno de los yacimientos más importantes de la Protohistoria en España, sus más de 200 tumbas excavadas y la presencia de marfiles y nácares son testimonio de la que probablemente sea la ciudad más antigua de Extremadura», ha destacado esta mañana Adela Rueda, directora general de Patrimonio de la Junta.
Lo ha aseverado tras la firma de un convenio entre la Consejería de Cultura, la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y el Ayuntamiento de Medellín para profundizar en la investigación arqueológica, protección y difusión de la necrópolis metelinense.
El convenio permitirá la excavación de nuevas áreas de la necrópolis; la realización de prospecciones y sondeos; la restauración de materiales arqueológicos, así como el desarrollo una exposición monográfica para difundir los hallazgos obtenidos.
El arqueólogo y director científico del proyecto, Martín Almagro, ha detallado que se calcula que la necrópolis tiene una extensión de unos 3.000 o 4.000 metros cuadrados y está enclavada en medio de dos grandes brazos del Guadiana, «lo que ha permitido que estemos ante una de las necrópolis mejor conservadas; los ajuares están como si los hubieran enterrado la semana pasada y eso le da un atractivo y un interés excepcional». El papel de Almagro es clave en este yacimiento.
A principios de la década de 1960 aparecieron los fragmentos de una copa griega —la famosa kylix de Medellín— al realizar un pozo de riego en la zona ocupada por la entonces desconocida necrópolis. Los fragmentos se dispersaron. Algunos acabaron en el Departamento de Historia medieval de la Universidad Complutense (donde realizaba sus estudios en profesor Almagro). Al conocerlos, intentó contactar con la alumna que había realizado el depósito y cuyo nombre constaba junto a los restos, y junto con la noticia de que procedía de la zona de Don Benito.
En su viaje a Don Benito a Almagro no logró tener más información, pero le invitaron a conocer otros restos procedentes de Mengabril que venían de una necrópolis coetánea, igualmente interesante para su investigación. Entre estos restos se encontraba uno de los fragmentos más destacables de la buscada copa: el que contiene la imagen de Zeus con rayos. También se conservaba la noticia de su procedencia de un pozo realizado hacía algunos años en Medellín.
La localización del pozo no fue fácil, pero finalmente, y gracias también a la identificación de la alumna que había realizado el depósito en la facultad (su nombre estaba incorrectamente registrado) se pudo dar con el lugar de hallazgo, con las noticias de la aparición de más restos y, finalmente, con la localización de la necrópolis que propició el desarrollo de las primeras campañas.
La presidenta de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, María del Mar Lozano Bartolozzi, ha ensalzado que este proyecto cuenta con «excelencia investigadora», ya que se hace de la mano de Martín Almagro, quien fue el investigador principal durante las campañas de excavación que se llevaron a cabo en este enclave durante los años 60, 70 y 80. Al mismo tiempo, ha destacado que también participarán «los mejores expertos en el tema que contarán con las técnicas más avanzadas en los estudios arqueológicos».
Mientras, el alcalde de Medellín, Rafael Mateos Torres, ha valorado que este convenio permite retomar las excavaciones arqueológicas, que permitirán arrojar más luz sobre la cultura tartésica y «supondrá poner en valor el patrimonio de la localidad, así como un revulsivo para la economía local por la generación de empleo y también por el aprovechamiento turístico para la población».
Cinco campañas y solo investigado el 10% del terreno
La necrópolis de Medellín representa un tipo de cementerio urbano de enorme rareza del que, para su época (siglos VII-VI a.C.), solo se conocen cuatro o cinco ejemplos en la geografía geografía española (Cruz del Negro, en Sevilla; Mesas de Asta, en Cádiz…). Estos yacimientos se caracterizan por la gran cantidad de tumbas y la homogeneidad de sus ritos, lo que los aproxima a las comunidades ciudadanas del Mediterráneo arcaico. Pero al contrario que las andaluzas, la necrópolis de Medellín presenta un estado de conservación notablemente superior. Su situación en Extremadura, alejada de los focos urbanos del Bajo Guadalquivir, la hace «todavía más extraordinaria». Se han realizado cinco campañas de excavación en la necrópolis desde su descubrimiento, en los años sesenta del siglo pasado, hasta la actualidad: 1969, 1970, 1982, 1985 y 1986. En total se excavaron 20 cuadrículas equivalentes a unos 370 metros cuadrados, lo que supone un 10% de la extensión calculada del yacimiento. En estos trabajos se descubrieron unas 300 estructuras funerarias de diversos tipos, bien individualizadas y caracterizadas.
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