Cinco años de la covid en Extremadura: del adiós a Claudia a la esperanza de Vicente
El coronavirus dejó en la región 2.768 personas fallecidas, además de actitudes heroicas, picaresca, anécdotas y fechas para la historia
El coronavirus dejó en la región extremeña 316.000 positivos y 2.768 personas fallecidas, la herida más difícil de olvidar. También dejó actitudes ... heroicas, picaresca, anécdotas y fechas para la historia, desde el 11 de marzo de 2020 cuando se conoció la primera muerte en Arroyo de la Luz, hasta el 27 de diciembre del mismo año cuando se inoculó en Mérida la primera vacuna. Tras un lustro, la pandemia de la covid se recuerda como un antes y un después en el modo de relacionarnos en sociedad. Así fue en Extremadura.
De Claudia, la primera fallecida en la región, al cura que bendecía desde el tejado de una parroquia de Arroyo de la Luz, el segundo municipio del país en ser confinado; o de Vicente Mirón, primer vacunado extremeño, a Monserrat Rincón, directora del Sepad en Badajoz cesada y luego condenada por colarse para que le inyectaran la dosis contra el virus.
Uno de cada tres extremeños se contagió de la covid, que ocasionó 2.768 muertes en Extremadura. En total, 316.888 casos con una prueba diagnóstica positiva en las seis olas y las fase de transición que se prolongaron hasta el 4 de julio de 2023. Ese día se determinó el fin de la pandemia en España.
Una vez finalizada la crisis sanitaria, cesó la obligación de registrar todos los casos de forma individualizada y se pusieron en marcha sistemas de vigilancia centinela de infecciones respiratorias. Es decir, desde hace un año y medio las autoridades sanitarias ya no ofrecen datos públicos de cada uno de los casos de infectados y fallecidos que se producen en la región como consecuencia de la covid, tal y como sucedía al inicio.
De aquello ha pasado un lustro. La primera fallecida en Extremadura fue Claudia el 11 de marzo de de 2020. Tenía 59 años, era de Arroyo de la Luz y viajó a Sevilla en una excursión programada con otras 50 personas para asistir a una función del Circo del Sol. A partir de ese momento, se decretó el primer foco coronavirus en esta comunidad autónoma.
Arroyo de la Luz fue el segundo municipio de España que se confinó, antes incluso del estado de alarma
Arroyo de la Luz se convirtió en la zona cero de la covid. De hecho, fue el primer pueblo de Extremadura y el segundo tras Igualada, en Cataluña, que se confinó. Fue el 13 de marzo de 2020, un día antes de que el Gobierno central decretara el estado de alarma que se prorrogó hasta el 21 de junio.
Por aquel entonces ya había otras personas infectadas en la residencia de mayores de la localidad arroyana, la primera que tuvo que ser medicalizada por parte del SES y en la que murieron 20 residentes.
El Servicio Extremeño de Salud ya contemplaba en esos momentos un plan de contingencia para disponer de camas en unidades de cuidados intensivos (UCI) para aislamientos y comprar material de protección para sanitarios. Nadie se imaginaba la magnitud que días después alcanzaría esta emergencia que golpeó sin compasión a las residencias de mayores.
30 familias denunciaron a la directora de la residencia asistida de Cáceres; el juzgado archivó la causa
La Asistida en Cáceres se llevó la peor parte en la región. Murieron 76 personas. Su directora fue acusada de homicidio por imprudencia, pero el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Cáceres acordó archivar la denuncia presentada por más de 30 familias.
Para atender a los contagiados en Extremadura, el SES puso en marcha numerosos planes que hoy ya son imagen de la historia sanitaria de esta tierra. El antiguo hospital Virgen de la Montaña, en el centro de la capital cacereña, fue crucial en la lucha contra el coronavirus. Abrió a finales de marzo de 2020 y allí ingresaron decenas de personas mayores porque los demás centros hospitalarios estaban colapsados.
Primeras mascarillas
Empezaban a llegar las primeras mascarillas para proteger a unos sanitarios que en los inicios tuvieron que trabajar con bolsas de basura para intentar no contagiarse. Sin embargo, muchos se ellos se infectaron, como todo el equipo de la planta de Neumología del área de Cáceres. Los que más podían saber de los efectos del virus también estaban enfermos.
Un caos que dio paso a los funerales aplazados o a los entierros sin acompañantes. Algunos crematorios de la región tuvieron que incinerar a fallecidos trasladados desde Madrid porque las dotaciones de la capital estaban saturadas.
Entre tanto dolor, hubo imágenes que desde Extremadura recorrieron todo el país para intentar dar esperanza. Juan Manuel García, el cura de Arroyo de la Luz, se subió al tejado de la iglesia, ataviado con su sotana, para bendecir desde las alturas la residencia de ancianos arroyana, Cáceres y sus hospitales, y la Mancomunidad Tajo-Salor a completo.
Los muertos llegaron a superar en Extremadura los 30 cada 24 horas (800 diarios en España). Algunos de ellos fallecieron 'luchando' en la primera línea de la batalla, tal y como se relataba en muchas de las crónicas escritas en aquel momento con un lenguaje que confirmaba la actitud heroica de los sanitarios. Sebastián Traba fue el primer médico que murió en la región afectado por el coronarivus. Facultativo de Atención Primaria, tenía 65 años. El centro de salud del barrio cacereño de Nuevo Cáceres lleva desde entonces su nombre.
Pese a no ser el área de salud más grande, la de Cáceres resultó la más afectada por la covid desde el principio, según los expertos por el mayor envejecimiento de la población que abarca y por su cercanía a Madrid, con más interactuaciones de turistas hasta que se decretó el confinamiento y el cierre de las fronteras interprovinciales.
Era un mayo de 2020 sin primavera y las esperanzas se empezaban a poner en una vacuna que no llegó hasta finales de ese año. El 27 de diciembre, Vicente Mirón, vecino de Ceclavín y usuario de la residencia Rosalba, en Mérida, fue el primer extremeño en vacunarse contra el coronavirus. Su imagen, posando en actitud alegre y vestido con la camiseta de Triana, ocupó todas las portadas e informativos.
Las vacunas
Fue un antes y un después en esta crisis. Tras esa primera inyección, el SES vacunó en un año a 890.000 personas con la pauta completa, es decir el 84% de la población extremeña. En total, más de dos millones de dosis, o lo que es lo mismo, 5.636 diarias en un proceso que no estuvo exento de polémica cuando se conocieron algunos casos de trombosis en personas que acababan de recibir la inyección. Además, en tiempos iniciales de escasez, enfermeras extremeñas descubrieron que podían aprovechar al máximo los viales. Es lo que se conoció como el descubrimiento de la sexta dosis, un hallazgo que llegó cuando las vacunas se recibían a cuentagotas.
Y de la pericia a la picaresca de quienes se colaron para recibir la inyección. Hubo casos en todo el país y también en Extremadura. Monserrat Rincón, en aquel momento gerente provincial del Servicio de Atención a la Dependencia (Sepad) en la provincia de Badajoz, el organismo que gestiona las residencias de ancianos y personas con discapacidad que posee la Junta de Extremadura, fue condenada a tres años por un delito de falsedad en documento oficial consistente en alterar la lista de vacunación en una pandemia que hoy, cinco años, después de su inicio, parece de otra vida.
A mediados de 2023 la alerta sanitaria finalizó y en este tiempo los contagios han continuado a niveles mucho más bajos. La gripe ahora supera a la covid y los extremeños han aprendido a 'olvidarse' de un virus con el que convivieron a base de reglas, metros de distancia, mascarillas, reuniones limitadas y desescaladas indescifrables que esperan que no se repita.
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