Un castillo aprovechado como coso

Tan curiosa plaza de toros es tan discreta que desde el pueblo ni se ve, salvo esa torre mencionada de la fortificación que emerge junto a la Plaza de España donde se encuentra el Ayuntamiento. Es de titularidad municipal y si algún aficionado quisiera visitar este coso tan peculiar solo tiene que pedir la llave en el consistorio y acceder al interior para confirmar este aprovechamiento del Castillo de las Siete Torres que aún conserva sus siete lienzos de muralla.

Fue una construcción almohade del siglo XII que después fue residencia de los primeros señores de la villa tras la Reconquista. Según se detalla en un cartel que hay a la entrada, en el siglo XVIII se añadió su Torre del Homenaje, el templete que cobija el reloj del pueblo y, ya en el siglo XIX, se construyó en el patio de armas una plaza de toros, «una de la más bellas y singulares de Extremadura», reza.

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Sobre sus orígenes, Francisco Joaquín Pérez González, en su publicación 'La actividad taurina en Barcarrota a finales del siglo XIX (y otros datos posteriores relativos a la Sociedad Plaza de Toros)', detalla que el coso taurino barcarroteño fue inaugurado el año 1887. La fortaleza, perteneciente a la Casa de Montijo, se encontraba en mal estado y fue cedida al Ayuntamiento tras haberle exigido el Consistorio a la propiedad que, «o bien reformaba la edificación, dado el peligro que constituía para el vecindario y que, a la vez, era lugar de cobijo de maleantes, o que la derribase», indica el investigador.

En la actualidad la plaza de toros de Barcarrota tiene una aforo de unas 5.000 localidades y está catalogada como plaza de tercera categoría. Un detalle: como se sabe, en Barcarrota son especialistas en cerámica, de ahí que a la entrada hayan plasmado sobre azulejos un reconocimiento a tres figuras –Enrique Ponce, Antonio Ferrera y Miguel Ángel Perera– que han actuado en esta plaza.