Un país que nunca se acaba
La Bienal y el boicot60 intelectuales, 18 debates. Unas jornadas de duda y perplejidad en honor de Mario Vargas Llosa
En uno de los 18 debates que se celebraron con motivo de la VI Bienal Vargas Llosa, Juan Manuel de Prada aseguró que el mundo ... de los literatos es más pérfido aún que el de los tertulianos. Según ese aserto, la semana pasada, la perfidia se sustanció en Cáceres, Trujillo y Badajoz durante cuatro días. Por esa perfidia o porque el evento nos costó a los extremeños 600.000 euros (el congreso reciente de Turespaña en Cáceres costó 677.811.75 euros a Turespaña y 284.915.85 euros a la Junta de Extremadura), el caso es que hubo un leve boicot a la bienal en el mundillo intelectual cacereño y solo una librería local se prestó a participar en la firma de libros.
Juan Cruz es el Papa de la literatura española moderna. Lo comprobé en unas jornadas sobre Saramago en Yuste: cuando Cruz apareció, los asistentes se levantaron a saludarlo con unción. Él les estrechaba la mano cordialmente, pero parecía más bien que los bendecía. El pasado jueves, Juan Cruz participó en el debate sobre la crónica periodística que organizó la Bienal. Entró en el salón de actos de la fundación Tatiana saludando con afecto uno por uno a cada asistente. No tardó mucho, éramos 20, pero nos sentimos ungidos.
¿Había triunfado el boicot? He aquí algunas cifras de asistentes: 100 espectadores en el Gran Teatro en dos debates del jueves (De Prada y Quirós) y 300 en el que participaba Savater; 150 escucharon a Jorge Bustos y compañía y 180 a Cebrián y Álvaro Vargas Llosa. En la fundación Tatiana: 20 con Juan Cruz y 10 con Jordi Amat. Se agotaron las entradas para la inauguración y se despacharon muchas para la gala final, pero no estuve y no pude contar.
Tras ir a siete debates, me sentí como cuando asistía a ejercicios espirituales en la Casa de la Montaña en Cáceres, aunque en la bienal no se predicaba religión, sino liberalismo. 60 filósofos, periodistas y escritores de primer nivel, a cuyos debates asistirías en los madrileños Círculo de Bellas Artes o Fundación Juan March, condensados en Cáceres en cuatro días.
El boicot promovido en Cáceres se basaba en el gasto ingente para un evento efímero de sesgo marcadamente conservador. Lo del gasto es cierto, pero no me pareció cultura efímera, sino un paréntesis de debates, que suscitaban reflexiones personales y avistaban y avisaban del futuro y sus peligros. En cuanto al matiz ideológico, estaba claro que no se trataba de un acto inscrito en la cultura de la izquierda, pero salvo algún momento puntual del debate entre Savater y Trapiello y los intentos del moderador Rubén Amón por llevar la conversación entre Cebrián y Vargas Llosa contra lo que él llamó la 'Sanchosfera', lo cierto es que predominaron la perplejidad y la duda. El debate más político lo sostuvieron Juan Luis Cebrián y Álvaro Vargas Llosa. Coincidieron en señalar el peligro de los regímenes autoritarios, que acechan en todo el mundo, y la devaluación de la democracia liberal. El hijo del Nobel opinó que nuestra época se parece a los años 30, los más iliberales del siglo XX. Ambos creen en la sociedad civil, pero estiman que solo reaccionará contra el autoritarismo a medio plazo porque el iliberalismo triunfa en las redes sociales. Un razonamiento resumen de Vargas Llosa: «Las fuerzas liberales situadas a izquierda y derecha están en franca minoría, pero la historia de la humanidad es la historia del triunfo de la libertad, aunque sea pagando un alto precio».
Además de liberalismo, también hubo chascarrillos, frases sugerentes, el fantasma de la Preysler y un debate que sobrevoló la bienal: el futuro del periodismo escrito. Pero todo eso se lo contaremos otro día.
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