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Arrimar el hombro

Arrimar el hombro

Es verdad que el actual marco político tan lleno de incertidumbre no ayuda a que cale el mensaje de esfuerzo individual, pero que no sirva de parapeto para justificar el inmovilismo personal

Pablo Calvo

Cáceres

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Domingo, 15 de septiembre 2019, 09:13

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Javier Cercas abogó hace una semana en el escenario del Teatro Romano de Mérida por que cada extremeño arrimemos el hombro para lograr una región más próspera. No es un planteamiento ingenuo como algunos han interpretado sus palabras. No hay duda de que sí es insuficiente porque las cosas no se consiguen solo con desearlas mucho, ni siquiera esforzándose mucho y preparándose de la mejor manera posible. No es tan sencillo. El avance social y la prosperidad tiene elementos más complejos. Pero sí resulta una condición necesaria, y más que una condición es una actitud, que es a lo que nos incitaba el escritor extremeño.

La casualidad quiso que su planteamiento fuera coincidente con el enfoque del suplemento que este diario publicó también el pasado domingo con motivo del 8 de Septiembre. Bajo la idea general de apostar por Extremadura, se profundizó en nueve ejemplos (un empresario, una compositora, un escritor, jóvenes investigadores, un cocinero, un profesor...) de personas que han decidido desarrollar su trabajo desde la comunidad, pese a que sus aptitudes personales y profesionales, el talento demostrado por cada uno de ellos en sus respectivos ámbitos, les habría permitido trabajar fuera de Extremadura, probablemente con mayores facilidades e incluso reconocimiento. Están haciendo gala de la actitud que pedía Cercas, arrimando el hombro.

Es verdad que en estos días, meses o lo que nos queda resulta difícil no desesperarse y caer en la melancolía cuando observamos que aquellos cuya tarea debería ser construir el marco adecuado (económico, social, legislativo) para que los ciudadanos puedan contribuir con su trabajo a conseguir una sociedad próspera, lo que están consiguiendo en realidad es embarrar el terreno de juego por aquello que se atribuye a Churchill de que hay demasiados políticos interesados en ser importantes en lugar de ser útiles.

Este marco político tan lleno de incertidumbre no ayuda a que cale el mensaje de esfuerzo individual, pero, como tal vez sugería Cercas, que eso no nos sirva de excusa, de parapeto para no intentarlo y justificar el inmovilismo personal. Es más: cuando cada uno en su entorno, sin necesidad tampoco de hacer la revolución todos los días ni de fijarse metas imposibles, demuestra que tiene la motivación de avanzar, de quejarse pero al mismo tiempo buscar alternativas y soluciones, de pedir explicaciones pero también ofrecer resultados, cuando se cumpla con esa premisa inicial de que cada uno haga sus deberes, es cuando se estará más cargado de razón y se tendrá mayor autoridad moral para exigir a nuestros gobernantes que ellos cumplan con su parte del contrato.

Entre el 'sí se puede' utópico y la queja de barra inmovilista hay un campo de acción muy amplio que se puede llenar todos los días. Pero la sociedad que se limita a poner el único foco sobre los problemas y baja los brazos a las primeras de cambio, poco avanzará. No se trata ni de ser ingenuos ni de pecar de un optimismo irracional, se trata de que cumplamos para poder exigir y, como subrayaba el escritor nacido en Ibahernando, no dejar solo en manos de los políticos nuestro futuro y esperar a que nos resuelvan cualquier cosa o nos den hecho todo.

Extremadura tiene la mayor proporción de empleados públicos. Este dato refleja una realidad: el dinamismo económico es muy inferior al de otros territorios por una larga lista de circunstancias históricas, geográficas, etcétera. La administración pública ha tenido que cubrir en muchos momentos el vacío laboral existente para mantener unos niveles económicos y de actividad dignos. Es decir, ese dato tiene una raíz y explicación, no debe reducirse a la frase de que todo extremeño quiere ser funcionario, aunque tenga su componente de verdad.

Los ejemplos que aparecían en el suplemento del pasado domingo, y otros muchos que se podían haber incluido, indican que la actitud está cambiando. Sin duda, necesitan de un entorno favorable que esté a la altura del talento colectivo, pero los extremeños somos cada vez más conscientes de nuestras circunstancias y sobre todo de nuestras capacidades. Solo debemos probar, pues, cuáles son nuestros límites, y el inicio de curso que marca cada 8 de Septiembre siempre es un buen momento para ello.

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