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En Cornalvo es más fácil ver un lince que un guarda». Lo dice Francisco Blanco para ilustrar «el estado de semiabandono» que sufre el ... parque natural situado en las proximidades de Mérida, y para el que la Junta acaba de aprobar una inversión de 864.000 euros. Los dedicará a restaurar ecosistemas y hábitats, mejorar la conexión interior y 'musealizar' el centro de interpretación, mejoras que realizará la empresa pública Tragsa. O sea, a darle una vuelta de tuerca a un espacio que fue de los primeros de la comunidad autónoma en lograr protección, pero que sigue siendo un desconocido para una mayoría de extremeños.
«Es verdad que es un espacio no suficientemente conocido ni valorado, no ya por los extremeños sino incluso por muchos emeritenses pese a lo cerca que lo tienen», refrenda Blanco, presidente de Fondenex (Fondo para la Defensa del Patrimonio Cultural y Natural de Extremadura) y uno de los que más trabajó para que el lugar fuera protegido, entonces como miembro de Adenex. Es también autor de 'Cornalbo (él prefiere escribirlo con b). Guía del parque natural y su comarca', editado en el año 2022.
Francisco Blanco
Presidente de Fondenex
En el libro cuenta que en 1978, varios miembros de Adenex se enteraron de que querían construir una urbanización con 32 chalés cerca del embalse de Cornalvo. Acudieron a la promotora diciendo que querían comprar dos casas, y así lograron información sobre el proyecto. Lo siguiente fue iniciar una campaña de denuncia pública de la iniciativa inmobiliaria, que al final lograron parar, con el apoyo del Gobierno regional y el ayuntamiento de la capital autonómica.
Sus gestiones continuaron hasta conseguir que el Icona (antiguo Instituto de Conservación de la Naturaleza) incluyera al espacio en el Catálogo de espacios naturales a proteger en España. Fue declarado Zepa (Zona de Especial Protección de Aves) en el año 1991, LIC (Lugar de Interés Comunitario) en 1999, y parque natural en 1993, si bien el decreto fue anulado por el Tribunal Supremo en 2003. La declaración legal y definitiva es de 2004.
Tiene Cornalvo 11.601 hectáreas, ubicadas casi en el centro del mapa regional, entre el río Guadiana y el límite entre las dos provincias extremeñas. Su superficie se reparte por los términos municipales de Mérida, Mirandilla, San Pedro de Mérida, Guareña y Aljucén.
«En realidad –relata Francisco Blanco–, el parque debía ser más grande, porque es una unidad geográfica que no acaba en el límite entre provincias, sino que llega más allá, pero cuando tramitamos su protección, el Icona nos dijo que si incluía terrenos en dos provincias, el proceso se alargaría y complicaría, y entonces optamos por ceñirlo a la provincia de Badajoz, para lograr protegerlo cuanto antes».
Lo que prima en todo el espacio es la dehesa de encinas y alcornoques, su característica más definitoria junto a la diversidad de aves. No hay más sierras que las de Montánchez en el norte y la Bermeja y la del Moro en el sur. Reúne el parque natural «160 especies de aves, 34 de mamíferos, 17 de reptiles, 11 de peces y 10 de anfibios», según detalla Blanco en su guía.
La más valiosa y singular es un pez, el jarabugo. Alberga también una de las mayores poblaciones ibéricas de galápago europeo, y es apreciable su riqueza micológica. «Y tiene una presa romana única, algo que no tiene ningún otro espacio protegido, y tiene también el brezo rojo (Erica australis sp. bethurica), que fue descrito en Cornalvo por el extremeño Miguel Ladero, y del que hace poco se han destruido 40 hectáreas sin que nadie haga nada, aunque en Fondenex lo hemos denunciado», afirma el presidente del colectivo.
«Este parque natural –asegura– es un espacio maravilloso, un mar de dehesa, pero está muy descuidado. La señalización está en un estado lamentable, el centro de interpretación tiene graves carencias, la guardería es casi inexistente, el observatorio de aves está destrozado...».
Pese a todo ello, cada año lo visitan unas veinte mil personas, que es la cifra que resulta de multiplicar por dos los que paran en el centro de interpretación situado en la entrada más próxima a Trujillanos. En el año 2005 eran unos 25.000, según el dato que dio entonces el Gobierno regional, y unos 50.000 en 2008, según detallaba en enero de 2009 el director del espacio, Atanasio Fernández.
Por tener una referencia: Monfragüe alcanzó en el año 2019 un total de 474.133 visitantes, según las cifras registradas por los tres aforadores de vehículos situados junto a distintas entradas del parque nacional. Obviamente, no son comparables uno y otro. Uno es nacional y el otro natural, uno es un ejemplo de bosque mediterráneo y el otro de dehesa. Pero la diferencia de visitantes es abismal.
«En Monfragüe ves buitres o cigüeñas nada más entrar y casi todo el rato, y eso no ocurre en Cornalvo, que es otro tipo de espacio natural, con otras características en sí mismo y para visitarlo», analiza Francisco Blanco. «Este es un parque natural muy rico, pero que no se puede conocer en coche, hay que caminar, hacer senderismo (hay nueve rutas, de entre 1,5 y 16 kilómetros)», continúa el presidente de Fondenex, que cita otras razones que pueden ayudar a comprender por qué el lugar no es más conocido fuera de Mérida y su entorno más próximo.
«El hecho de tenerlo al lado de la ciudad quizás contribuye a que se le valore menos, y la falta de accesos por carretera es otro factor a tener en cuenta, no es Cornalvo un parque en el que sea fácil desplazarse», apunta Blanco. De hecho, una parte de la inversión que el Gobierno extremeño realizará en el lugar será para mejorar la conexión interior, según acordó el Consejo de Gobierno del pasado 13 de mayo, que aprobó el gasto que persigue devolver a Cornalvo parte de su esplendor.
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