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María y Rubén, con la torre Eiffel al fondo

El susto de María y Rubén

Un matrimonio de Don Benito vivió los atentados en un hotel de París, donde estaban de viaje de ocio

aljandro calero

Domingo, 15 de noviembre 2015, 17:29

Lo que pretendía ser un fin de semana romántico para dos recién casados, se convirtió en un enorme susto. Rubén Sosa (Don Benito, 37 años) y María Arias (Valdetorres, 30 años) viajaron a la capital francesa el pasado jueves. Fue el regalo de boda que les hicieron unos amigos, en agosto. La mala suerte quiso que coincidieran con el atentado de París aunque a la hora del suceso estaban ya de recogida en el hotel, alejados de la sala Bataclan.

Como cuenta Rubén, pasaron toda la tarde por la zona de la torre Eiffel y el parque de los Campos de Marte. Al llegar a la habitación, comenzaron a recibir llamadas y mensajes de sus allegados. Es cuando se dieron cuenta de la magnitud de lo que estaba pasando a su alrededor porque, aparte del trasiego de coches de policía y el sonido de las ambulancias, no sintieron nada extraño. En realidad, no me extrañó el movimiento que había porque días antes también vimos al Ejército y a los coches patrullar por la calle, indica este dombenitense.

A pesar de que desde el hotel le transmitían tranquilidad, por la incertidumbre del momento, decidieron precipitar su vuelta, prevista para el domingo. Mi mujer se pasó toda la noche sin dormir del susto que tenía encima. Le apetecía mucho conocer París, y fíjate, señala Rubén. Por ello, contactaron con la embajada española en Francia después de intentarlo en varias ocasiones porque las líneas estaban colapsadas- y consiguieron comprar un billete de vuelta para el sábado por la tarde, lo antes posible. Eso sí, costeado por ellos, ya que el seguro no se le cubría.

Según su testimonio, desde España les llegaba información más restrictiva que en Francia. Les decían, por ejemplo, que no había taxis para trasladarlos al aeropuerto pero, el sábado, dice que existía cierta normalidad en la ciudad de la luz, exceptuando el despliegue de las fuerzas de seguridad. Una vigilancia que también notaron ligeramente antes de embarcar. Nos miraban un poco más la maleta, pero nada excesivo. Tampoco había demasiados policías en el aeropuerto vestidos de uniforme, afirma.

Finalmente, junto a otra pareja madrileña que conocieron allí y que les acompañó en la vuelta, llegaron sobre las 10 de la noche a Barajas y pernoctaron en casa de unos familiares para pasar las últimas horas de su escapada. De esta forma, pusieron fin a un susto que, por fortuna, quedó en una anécdota. Una triste anécdota.

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