La historia de superación del tirador invidente de Ondarroa que gana medallas
Ager Solabarrieta ·
Comenzó a perder la vista a los 16 años y sufre distrofia macular, es bicampeón del mundo en la modalidad de 'tendido' y 'a pie' y acaba de revalidar el título nacionalMirari Artime
Jueves, 27 de noviembre 2025, 10:18
Ager Solabarrieta es un deportista de los pies a la cabeza. Es más, es bicampeón del mundo de tiro para personas con discapacidad visual de ... la ONCE en las modalidades de 'tendido' y 'a pie' y acaba de revalidar su título en el Nacional que se celebró el pasado fin de semana en Alicante por la Federación Española de Deportes para Ciegos (FEDC). Junto a su guía y mujer, Maite Badiola, han vuelto a demostrar que forman un tándem imbatible que el pasado mes de octubre también conquistó el campeonato de Europa de Tiro con Carabina 10metros tendido en Croacia.
Esos triunfos se suman a un palmarés casi inacabable -incluidos varios récord mundiales- que arrancó en 2007 con su primera medalla de oro nacional en categoría amateur. Desde entonces, no hay diana que se le resista. Con la carabina de aire comprimido de cinco kilos apoyada sobre su mentón, apunta de oídas con una precisión envidiable y clava como pocos el balín en un blanco situado a diez metros de distancia con la imprescindible ayuda de su compañera de vida.
La de Solabarrieta es una historia de superación. A partir de los 16 años fue perdiendo visión progresivamente debido a la enfermedad degenerativa que padece, retinosis pigmentaria. «También tengo distrofia macular y cataratas. Me lo quedé todo», reconoce con el buen humor que le caracteriza.
Con el diagnóstico completo se inscribió en la ONCE y en su empeño para aprender informática se le cruzó la posibilidad de superar sus propios límites en una disciplina que ejercía como hobby desde que era chaval, cuando con una escopeta de feria bajo el brazo recorría los montes más cercanos de Ondarroa, su localidad natal. «Acudía a Bilbao a clases de informática cuando coincidí con un compañero de Markina que me comentó que practicaba tiro. Al principio creía que me vacilaba. Lo probé y hasta hoy», confiesa.
«Empecé con objetivos humildes, sin grandes pretensiones, hasta que llegó un momento que Maite y yo decidimos apostarlo todo y dedicarnos en cuerpo y alma al tiro», añade Solabarrieta, que ha ido poco a poco construyendo una exitosa trayectoria hasta consolidarse en la élite mundial de su disciplina. «Aunque parece curioso hablar de un deporte de puntería para personas ciegas, se ha logrado manteniendo el fondo del deporte intacto y sustituyendo el sentido de la vista por el del oído», detalla Solabarrieta.
Concentración
Para poder practicarlo, se utiliza una carabina de aire comprimido equipada con dos elementos. El primero es una bombilla infrarroja led que se coloca en la diana y emite una señal de luz. «Luego tenemos una cámara con un software especial de reconocimiento de voces a alta velocidad que convierte esa luz en sonido. Cuanto más al centro vamos, se agudiza el sonido y justo cuando estamos en el centro cambia de tono. Entonces sabemos que estamos en el sitio adecuado para disparar», indica.
En todo momento, Maite es imprescindible. «Lo es todo dentro y fuera del tiro. Es mi acicate, sin ella no sería nada, no podría hacer nada, son mis ojos», afirma. Además de ayudarle a prepararse con un traje especial para evitar lesiones y mejorar la estabilidad, le marca primero en el brazo la posición y luego en la espalda como si fuera un reloj para que reajusten el tiro.
«También me detalla donde estoy pegando los tiros para ir calibrando la mira porque cada campo de es diferente», aclara. «Se necesita mucho temple, muchísima concentración», indica Solabarrieta.
Para el deportista vizcaíno, el tiro es una autosuperación constante. «Los primeros tres años son 80% de aprender técnica y un 20% de mente, pero luego, es al revés, la concentración es vital», recalca el tirador, que de este modo ha podido romper barreras sociales demostrando que las limitaciones están en la mente. «El próximo fin de semana tomamos parte en un concurso en el que participamos personas con discapacidad visual, otros con física y sin ellas. Todos en las mismas condiciones», señala Solabarrieta, que ya piensa en el Mundial de Corea del Sur de 2026.
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