Emilio Tienza dimite como entrenador del Montijo
El técnico talaverano se marcha de un equipo rojinegro acuciado por su situación económica y que se ha desprendido de la columna vertebral de la plantilla en enero
La cuerda llevaba meses tensándose y ha terminado por romperse con la dimisión de Emilio Tienza al frente del vestuario del Montijo. «Soy una persona ... que no se agarra a un sueldo y sí a unos valores firmes por los que me guío». Así ponía punto y final a su etapa en el conjunto extremeño con una nota publicada en sus redes sociales horas después de anunciar la decisión a sus futbolistas.
El desgaste ha llegado a un punto de no retorno que ha obligado al preparador talaverano a optar por dar un paso a un lado, según comentó a mediodía de este martes a este diario. Su rol se aproximaba más al de psicólogo que al de entrenador para sostener a un grupo hastiado por la incertidumbre y envuelto en una atmósfera disfuncional en la que desarrollar su labor.
La plantilla, que no supera los 22 años de media, se ha visto desbordada por unos acontecimientos que Tienza ha tratado de amortiguar para protegerlos. Abandona la disciplina rojinegra satisfecho con el rendimiento obtenido y con su trabajo, «nos vamos con la conciencia tranquila de haber dado todo lo que teníamos dentro». La realidad es que el deterioro ha sido mayúsculo, «es sabido que hemos tenido durante toda la temporada condiciones y recursos que no han estado a la altura de Segunda RFEF», explicaba, al tiempo que agradecía a la directiva la oportunidad de formar parte de la familia rojinegra.
Casi desde el principio del curso, la situación del club de las Vegas Bajas ha estado a años luz de las expectativas que se forjó el preparador extremeño cuando firmó su vinculación este verano. «Las cosas no se han dado como esperaba», confesaba a HOY hace unas semanas narrando el rosario de obstáculos al que se ha enfrentado durante su corto pero intenso periplo como rojinegro. Le sedujo la posibilidad de entrenar en Segunda RFEF y cerca de casa, lo cual le hizo desechar otras ofertas con las que contaba tras cuajar un gran año al frente del Olivenza en Tercera RFEF.
Con una plantilla corta y cogida con alfileres, Tienza ha logrado a duras penas achicar agua para disimular un naufragio que ya parece inevitable, especialmente desde diciembre, cuando la desbandada empezó a ser evidente. El primero en abandonar el barco fue Julio Rodao, en los albores de la competición, por el mes de noviembre. El siguiente paso fue el traumático adiós de Marco Ortega, suprimiendo la figura del segundo técnico en el organigrama, postura justificada con la urgencia de realizar recortes de gastos ‘prescindibles’. Ese fue, sin duda, uno de los golpes más duros que tuvo que encajar Emilio Tienza en toda esta secuencia. Se quedaba solo ante el peligro, sin su mano derecha y sin uno de los referentes para la plantilla a nivel profesional y también personal.
Pese a ello y a que sabía que no podría disponer de la mayoría de sus puntales, el técnico extremeño decidió seguir, aunque ahí ya estaba muy tocado. La unión imperante y el vínculo con sus pupilos le retenían y pesaban más que todas las vicisitudes, pero el éxodo fue masivo y para cubrir esas vacantes la directiva acometió fichajes austeros priorizando la mínima inversión posible para ajustar las cuentas.
Abraham Pozo, que contaba con uno de los salarios más altos, fue el siguiente en despedirse, abriendo una senda que siguieron Dani Atanes, Joserra, Alberto Salido, Javi Bernal y Mario Román. De esta manera se desmantelaba el proyecto de la campaña 2023/24, con la directiva asumiendo el descenso y pensando a medio plazo para asegurar la supervivencia financiera del club.
Para cubrir esas bajas, el Montijo hizo ficha del primer equipo al juvenil Marcos Rodríguez y trajo futbolistas jóvenes y con poca experiencia como Juli, Santi Müller, Gustavo Schneider, Pere Haro, Bahruz Tanryverdiyev, Álex dos Santos y Marcel Pedro. En esa parcela, Tienza no tuvo voz ni voto, ya que todos los movimientos se realizaron sin tener en cuenta su criterio, otra de las gotas que terminó colmando el vaso, tal y como manifestó en su carta de despedida: «No considero que la idea del club vaya en consonancia con la mía tras los últimos movimientos de la plantilla en enero. La situación actual me hace sufrir y no está en mi mano aumentar el número de efectivos de la plantilla».
El esperpento de la portería también ejemplifica la nefasta planificación y gestión deportiva. Dani Atanes pagó su cláusula liberatoria, con Sergio Tienza, el otro meta del primer equipo, ausente para lo que resta de curso por una lesión grave de rodilla. Se quedaba como única alternativa un juvenil, ya que la irrupción improvisada del guineano Marcel Pedro no solucionaba la papeleta al demorarse la tramitación de su ficha. Días antes de enfrentarse al Navalcarnero se incorporó Álex dos Santos, arquero brasileño que llevaba desde mayo de 2023 sin competir y se convertía en la única opción pese a que no contaba con el rodaje necesario.
Los mimbres han ido menguando pero el equipo extremeño había cosechado sus mejores guarismos con tres triunfos en las últimas cuatro jornadas, doblegando a todo un coloso como el Numancia, al Illescas, que iba líder, y al Villanovense el pasado domingo. De este modo se ha reenganchado a la lucha por la permanencia, que otea a siete puntos, con el playout a seis. Con la despedida de Tienza se abre un horizonte plagado de más dudas y con la visita al filial del Getafe como siguiente final.
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