El Badajoz deambula entre las tinieblas

El mal fario acecha a un equipo que parece una sombra de lo que fue estos últimos años. Lo intenta, pero no le sale nada. Y eso que el encuentro comenzó al ritmo que marcaba Adilson y sus arrancadas por la izquierda. Un disparo suyo a los dos minutos se marchó alto.

Pero de nuevo, Héber Pena aparecía por su carril, se plantó ante Pérez Acuña, le caracoleó y en el amago de la salida, el lateral blanquinegro metió la pierna y el exblanquinegro cayó derribado dentro del área. El árbitro no lo dudó y señaló el punto fatídico. Manu Justo cogió el balón y amplió su cuenta goleadora.

Y así, sin hacer nada, el Racing de Ferrol ya se había puesto 0-2. El Badajoz era un manojo de nervios. Imprecisiones y prisas por llegar arriba, pero más por rabia que con cabeza. Con los plomos fundidos, seguía sin esa chispa de otros partidos y sin asomarse a los dominios de Gazzaniga, casi un mero espectador. El equipo estaba partido por la mitad, siempre a merced de su rival.

A la media hora, la grada ya estaba cantando «¡Jové vete ya!». El detonante, un soberbio cabezazo de Bourdal elevándose por encima de todos a centro de Héber Pena, otra vez, que se marchó rozando el larguero de la portería donde se sitúa la Grada de Animación. El Badajoz no ofrecía nada y cada acercamiento ferrolano era un suplicio. En ese momento, Calderón, Mancuso y Burlamaqui ya estaban calentando en la banda y listos para salir junto al delegado de campo. Pero el Badajoz pareció despertar y Jove les mandó de nuevo a continuar con los ejercicios. Prefirió reservarse esa triple carta para el descanso.

Mariano Gómez tuvo la más clara para los blanquinegros en el remate de una falta sobre Adilson, pero su cabezazo se fue rozando el poste. Con esa impotencia y desesperación del Nuevo Viverolos jugadores tomarían el túnel de vestuarios.

Javi Ros, Adilson y Chendri se quedarían en la caseta y, ahora sí, Mancuso, Burlamaqui y Carlos Calderón ocupaban sus puestos.

Aunque el Racing de Ferrol seguía acechando la portería de Kike Royo. Encontraba los huecos por donde hacer daño. En una contra con toda la defensa fuera de sitio, de nuevo Héber Pena vio a Manu Justo solo en boca de gol y con Kike Royo fuera de la portería para enchufarla, pero Cordero sacaría ese gol cantado sobre la misma línea. El destrozo que le hizo Héber a Pérez Acuña fue tal que Jové no tuvo más remedio que sustituirle por el canterano Edu Sánchez y pasar a José Mas a la derecha.

El Badajoz era una caricatura en manos de un Racing de Ferrol bien armado y serio candidato a repetir en el playoff de ascenso. Su racha es envidiable. Se mantiene invicto, solo ha cedido un empate y no pierde como visitante desde principios de año. Le sonríe ese áurea que le da la espalda a un Badajoz moribundo. El contraste de las dinámicas se plasmó en el campo. Necesita el equipo de Jové salir del agujero negro en el que está sumido. El descontento ya es generalizado. A la incertidumbre institucional por un oscurantismo y maniobras de las que la masa social recela se unen las dudas de un equipo timorato y víctima de la ansiedad.

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Otro error provocó que el Badajoz se quedara con uno menos por expulsión de José Más. Mancuso la entregó a un rival en la zona de tres cuartos, el balón le llegaba a Manu Justo que se coló entre los centrales y fue derribado en la media luna por José Más como último hombre cuando ya encaraba a Kike Royo. La falta, muy peligrosa, fue blocada en plancha por el meta riojano del Badajoz a tiro de Álex López.

El Badajoz se marchó del partido sin conocer al portero Gazzaniga. No intervino nada más que para sacar de puerta. En el 75 ya había aficionados que abandonaban el estadio. Incrédulos. Desesperados. Decepcionados. El resto trata de entretenerse y sacar algo positivo aplaudiendo cada acción de los canteranos. El futuro. Su mejor legado. Uno de ellos, Edu Sánchez, protagonizó la ocasión más clara del Badajoz en el 88. Se fue de su marcador y la puso en el primer palo donde estaba Franciss Ferrón que de primeras buscó la portería con toda la intención, pero el balón se marchó rozando el poste. El Nuevo Vivero aplaudió a pesar del disgusto por el juego de su equipo. Pero en la jugada siguiente, el Racing de Ferrol puso la puntilla con un gol de Luis Chacón.

La grada despidió a su equipo entre pitos y abucheos. Queda mucho por cambiar. La situación ya es alarmante. La crisis es evidente.