Un toro de premio en la monumental corrida de Pedraza de Yeltes
Valeroso y entregado, Isaac Fonseca le corta una oreja de mérito en la feria isidril de Madrid mientras Román se luce con uno de los dos toros de mejor juego
Barquerito
Colpisa
Jueves, 15 de mayo 2025, 08:55
Se esperaba una corrida de fantástica romana este miércoles víspera de San Isidro en Madrid y lo fue en su feria. Un promedio de ... 620 kilos. Solo dos toros, segundo y tercero, bajaron raspando de la mítica cifra de los 600. El sexto, el más ofensivo de una corrida relativamente armónica de cara, estuvo cerca de los 700. Fue el de mejor nota en el caballo y uno de los dos de sobresaliente nobleza. Noble a rabiar fue el primero, pero se quiso huir más de la cuenta. El sexto, en cambio, aguantó entero y, fijo en el engaño, humilló y consintió.
Por el porte y el volumen llamó la atención de salida el primero de todos, pero a partir de entonces el desfile de pesos pesados dejó de impresionar. Hasta la aparición del sexto, figura estelar de una corrida de más que probada resistencia. Encelado en un interminable segundo puyazo, el segundo se paró pronto. Cinqueño, el tercero se escupió del caballo y fue el auténtico hueso por su correosa agilidad, su manera de revolverse y desparramar la vista, su aire predador de cazador de moscas. El cuarto, jugado cuando se desató el temporal -no llovía con demasiada fuerza pero el agua venida de costado y calaba-, se apagó muy pronto a pesar de ser el picado con más esmero.
El quinto fue sangrado y casi torturado en dos puyazos barreneros inaceptables. A pesar del castigo, el toro atendió y atacó en banderillas. Luego pareció anclarse en la arena. Ni un charco de agua del cielo. Ni una gota de sangre. Por todo lo cual, el son franco y apacible del sexto tuvo aire reparador. Dejó de molestar el viento que llevaba casi dos horas enredando en serio. Y no salió el sol porque ya era de noche, casi las nueve y media.
El desenfado y la ciencia de Román para darle al buen primero distancias y ventajas, y saber sujetarlo cuando además de abrirse parecía listo para buscar las tablas de enfrente, sirvió para armar una faena pródiga, de las de dejarse ver y acertar a acompañar viajes sin un solo enganchón. Y ligar tandas, y rematarlas con el preceptivo de pecho. Es posible que la clave de tan seguro dominio fueran las dobladas de la apertura de faena a pesar de un desarme en la tercera reunión. Fuera de las rayas la faena entera, cuya guinda fue una tanda breve pero intensa con la izquierda. No entró la espada hasta el segundo viaje, sonó un aviso y la recompensa fue una vuelta al ruedo.
Momentos emotivos
Con el pundonor de Isaac Fonseca, con su incontestables firmeza y entrega para asentarse y hasta hundirse en la arena, se vivieron los momentos más emotivos de la tarde. Y tan a última hora. No porque peligrara la vida del artista -el toro,, solo pendiente del engaño- sino porque parecía imposible que aquella mole inmensa, musculada y hasta ligera de paso pudiera caber en el engaño, meter la cara y pasar hasta el final y repetir.
Pero todo eso, a pelo, a cara descubierta y sin más arma que la muleta blandida siempre a tiempo, incluso en los momentos de mayor apuro. Rebotado en el embroque de un primer pinchazo, la cara ensangrentada -sangre del toro que había picado de maravilla un Borja Lorente nuevo por estos pagos- y casi grogui de un porrazo no sabe contra qué, el torero de Morelia cobró al salto una estocada memorable, volapié volcado sobre el morrillo sin atender a más razón. Una oreja muy meritoria. Y vuelta para el toro.
La estocada de la tarde la cobró Colombo con el segundo. Al salto, por el hoyo de las agujas, casi fulminante. Fue su más seria aportación sin contar dos tercios de banderillas muy morosos, arriesgados, de clavadas rotundas y reuniones desiguales. El viento no dejó estar tranquilo con el segundo. Abrevió con el quinto. Fonseca no tuvo otra que perderle pasos y esgrimir como pudo los amagos del tercero. Román, tesonero, se aburrió con el aplomado cuarto y perdió los papeles con la espada: cuatro pinchazos, media, cuatro descabellos.
Ficha del festejo
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Toros: Seis toros de Pedraza de Yeltes (Luis Uranga). El sexto, Brigadier, 667 kilos, premiado con la vuelta en el arrastre.
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Toreros: Román, vuelta al ruedo tras aviso y pitos tras aviso. Jesús Enrique Colombo, vuelta tras aviso y silencio. Isaac Fonseca, silencio y oreja tras aviso.
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Plaza: Madrid. 5ª de San Isidro. Ventoso y tormentoso, muy desapacible. Lluvia racheada durante la lidia de tercero y cuarto. 17.782 almas. Dos horas y tres cuartos de función.
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