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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
Jorge Drexler apuesta por tener una visión positiva del lado oscuro de la vida. ISABEL PERMUY
«Hay coletazos de un sistema racista, machista y xenófobo que no quiere entregar el poder»
Jorge Drexler | Músico

«Hay coletazos de un sistema racista, machista y xenófobo que no quiere entregar el poder»

Ha compuesto 'La guerrilla de la concordia' para luchar pacíficamente contra los discursos del odio, y mañana recibirá en Cartagena, arropado por el Mediterráneo y su público fiel, el Premio La Mar de Músicas 2021. Qué relajante dulzura, la suya

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Domingo, 18 de julio 2021, 00:34

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Un Oscar -a la mejor canción: 'Al otro lado del río' (2005)-, una sólida carrera arraigada en el sentido aplauso de un público diverso en edades, el amor de Leonor Watling, un nuevo tema recién estrenado, 'La guerrilla de la concordia' -una invitación pacífica a luchar contra los discursos del odio-, y la alegría que conlleva el Premio La Mar de Músicas 2021, que el festival cartagenero le entregará mañana en reconocimiento a su talento creativo y al compromiso de sus letras con un mundo que hierve. Qué relajante dulzura, la suya. Vuelve sin estridencias Jorge Drexler (Montevideo, 1964), regresa con nueva gira este enamorado de las canciones que enamoran, como su admirada 'Chega de saudade' (Tom Jobim-Vinicius de Moraes), a dejarse envolver por su guitarra, o bien eléctrica o bien acústica, y por una banda con la que busca, por encima de la perfección, la complicidad y el momento irrepetible. A lomos de un puñado de canciones que siguen empeñadas en jugar con maestría con las palabras, y que bucean con liberador oxígeno incorporado en los sentimientos y las vivencias cotidianas, Drexler es un referente musical de calidad y calidez.

Un éxito alcanzado con letras que se degustan como una pasta de té, letras en las que las palabras se liberan y se retan entre ellas. Porque el músico les sabe sacar punta como si fuesen un lápiz, sabe cómo adorarlas o esculpirlas adecuadamente, y sabe ponerles música por dentro y por fuera.

- ¿A qué se ha acostumbrado?

- Entro y salgo en la paz conmigo mismo, entro y salgo en la felicidad, entro y salgo en el amor, incluso entro y salgo en la música. No me he ganado ningún título que me garantice que mis sentimientos y mi ánimo no varíen.

- ¿Han sido meses en los que logró estar en paz?

- Quererte y estar en paz contigo mismo son dos metas complicadas. A ratos lo consigo, solo a ratos. Ahora me quiero lo suficiente, igual que tengo a raya al miedo también lo suficiente. Estoy orgulloso de mi relación con el miedo, porque he aprendido a vivir sin dejarme inmovilizar por él, y con mi autoestima, que a veces se me va y otras me viene. Lo más importante es qué haces tú con tu ego, que haces tú con tu miedo, qué haces con las cosas que te fueron dadas para desarrollar en la vida.

- 'La guerrilla de la concordia' llega en un momento en el que la agresividad, la violencia, te deja sin palabras. Por ejemplo, el asesinato espeluznante del joven Samuel Luiz.

- La violencia hay que atacarla en muchos planos, desde el judicial hasta el personal. Cada uno tiene que empezar toda crítica por la autocrítica. A mí también me despierta violencia escuchar algunas noticias. ¿Qué parte de esa violencia de la sociedad ha anidado en mí sin que yo me dé cuenta y qué puedo hacer para quitármela de encima? La violencia y también los prejuicios. Creo que vivimos en una sociedad cada vez más abierta, cada vez menos prejuiciosa, claramente: ahí están las cifras de inclusión cada vez más grandes de personas de diferente sexo, opción sexual, gustos, creencias...; la tolerancia es una palabra muy fea, porque no se trata de soportar al otro, pero la aceptación de que otras personas piensen diferente y tengan otras visiones del mundo creo que es cada vez mayor. También está claro que eso no implica que no haya coletazos y manotazos de un sistema racista, machista, xenófobo, que no quiere entregar el poder, que está agarrotado por el miedo y que de vez en cuando pega zarpazos tan espantosos y tan tristes como lo que pasó con Samuel, que tiene la edad de mi hijo. En el momento en que uno es padre, todas las noticias tienen otra gravedad, porque ya no se trata de que tú vivas los horrores, sino de que los viven tus hijos, de que el mundo es peligroso para ellos. Es un régimen que se siente acorralado, llámalo patriarcado o llámalo el mundo pre-empatía. Yo estoy con Jeremy Rifkin y su visión de que el círculo de empatía se irá ampliando cada vez más, no solo con los distintos a nosotros, sino también con respecto a otras especies e incluso a la biosfera. Porque también la biosfera somos nosotros, y lo que le hagamos a ella nos lo estamos haciendo a nosotros. Ese círculo de empatía no ha dejado de crecer, y seguirá creciendo, espero, ¡confío en que sí!, pero hechos como el asesinato de Samuel te muestran que ese crecimiento no es lineal.

- ¿De qué tiene la suerte?

- Tengo la enorme fortuna de poder poner por escrito las cosas que me pasan. Le mentiría si le dijese que escribo las canciones para otra cosa más que para curarme yo a mí mismo. Y una vez que veo que me curan a mí mismo, me alegro al ver que les sirven también a otras personas. Pero están hechas con un interés muy egoísta: el sentirme mejor yo, el tener un escudo detrás del cual esconderme de estas cosas que me asustan, como la intolerancia, que no caduca, y también una manera de reaccionar ante fenómenos muy preocupantes, como ese odio que cobra vigencia. Escribo canciones que me sanen de alguna manera. Escribo para sentirme mejor y para tener herramientas con las que reflexionar. Y como no soy un ingenuo, pienso que, como le decía, si me sirven a mí les pueden servir a otras personas, porque mis dilemas no son muy diferentes de los del resto de mi generación.

La medicina

- ¿Cómo recibe el Premio La Mar de Músicas 2021?

- Con alegría y gratitud. Soy plenamente consciente de ser un privilegiado, y de lo difícil que es que estas cosas pasen. Yo empecé a vivir de la música a los 30 años y me empezó a ir bien a los 40 años. Entre los 30 y los 40 me iba francamente mal, desde el punto de vista de la industria, y francamente bien desde el punto de vista vital; yo era muy feliz, no menos de lo que lo soy ahora. Yo tuve otra profesión [la medicina], y estuve mucho tiempo viendo la música desde el otro lado del mostrador. Primero me sentí un 'outsider' en la música, luego ya me sentí dentro. Y estoy contento porque tengo reconocimiento, que es una palabra que prefiero a la palabra éxito; gente que viene y te dice 'nos gusta lo que haces', o premios como éste con los que te reconocen tu trabajo, la complicidad con el público. Uno tiene que ser agradecido con la vida y tiene que ser buena persona. Así de sencillo: la bondad y el agradecimiento forman parte de lo mejor que puede ser, y ofrecer, el ser humano. Estamos tan intoxicados por el éxito que da el odio en todas las manifestaciones públicas, de las redes sociales -el odio genera muchos 'likes'- a la política, que cuando alguien te habla de la bondad te parece que lo que quiere es ser correcto políticamente. La bondad es un fin en sí misma; hay que ser cariñoso, cuidadoso, con las personas que uno tiene al lado. Y eso no implica que haya que dejarse pisar. Hay que creer en uno mismo, pero también hay que creer en los demás.

- ¿Qué no da por hecho?

- Me alegro cuando me dicen que mis canciones acompañan, o que emocionan... No doy por hecho que a cualquier persona que tengo enfrente tiene que gustarle mis canciones, que gustarle lo que yo hago. Me veo muchas veces sentado frente a personas que no me conocen, ni tienen por qué; o incluso ante personas que me conocen y no les gusta lo que hago, y esas personas a veces son amigos del alma [risas]. Yo no quiero tener fans. No tengo clubes de fans, no me gusta la palabra fan. Creo que ya el mundo ya tiene demasiado fanatismo. Prefiero tener una relación comercial con la gente que una relación de fanatismo.

- ¿Favorable a la eutanasia?

- A favor de cuidar el bienestar de una persona hasta las últimas consecuencias, claro que sí. La vida es mágica, sagrada, maravillosa, y también terriblemente dolorosa a veces. Los cuidados paliativos solo puede negarlos alguien con una mentalidad infantil; dejar que una persona se asfixie durante cuatro días es un acto de crueldad. Puede opinar todo el mundo lo que quiera, pero lo maravilloso es lo que hacen las personas que están en la primera línea. Creo en las personas que están en la primera línea. Pensemos en el barco de Open Arms. Hay una persona en el agua, tú tienes un barco y un salvavidas, ¿qué haces? ¿Esperas a que te dé Matteo Salvini la autorización, o tiras el salvavidas e intentas salvar a esa persona? Tú eres un enfermero en cuidados paliativos, o eres un médico en una UCI, y tienes la posibilidad de hacer llevadera y digna una agonía espantosa que puede durar días o semanas...; dejemos esa realidad en manos de la gente que ve morir a la gente, no en manos de la gente que tiene una visión moral del tema, pero a la que no se le mueren cinco o seis pacientes por día. Es un acto de magnanimidad y de generosidad por parte del médico. Yo soy médico, pero no me dedico a la medicina hace muchos años. Las decisiones que competen a la vida y muerte de una persona tienen que ser respondidas por un médico que esté en primera línea todos los días.

- ¿Qué fue un alivio?

- La derrota de Trump. ¿Cómo fue Trump posible, qué pasó? Se terminó, pero se terminó por ahora. El ser humano avanza en una dirección interesante, pero a ver si no nos cargamos el planeta antes de que la empatía planetaria esté más o menos arraigada; yo tengo esperanzas en él. Pero cada vez que hay una apertura de libertad, hay miedo y gente que se siente amenazada por ello y que reacciona votando a alguien que le dé seguridad. Y hay gente con miedo a la libertad en bandos opuestos, porque el miedo a la libertad no tiene color político.

Paz mental

- ¿A qué sabe el desasosiego?

- A incomodidad, pero yo no creo en la santidad, no creo en la vida permanentemente sosegada. La vida está constituida por una paleta de emociones, y me parece que disfrutar de esa paleta es una ganancia: pasar por un estado de mucha paz mental y luego por otro de mucha inquietud, y tratar de entender que las dos partes son complementarias y que de ambas se puede aprender, no es tan malo como puede parecer.

- ¿Se empeña muchas veces en no querer ver algo que está muy claro por temor a sufrir?

- Me empeño, sí, sí, porque la negación es un mecanismo de defensa que utilizamos todos. Cometer errores no es el problema, el problema es cometer una y otra vez el mismo error

- ¿Cómo se supera el desamor sin tener que dejarse el pellejo en el intento?

- A veces el coste es muy tremendo y... qué hacer entonces. Pero no siempre es así, sobre todo si uno sabe poner cada cosa en su sitio, darle a cada cosa su justa importancia, no más. Por ejemplo: hay que saber que, en el fondo, uno está siempre solo. No hay que perder la cabeza de ilusión cuando uno está en compañía, ni tampoco creer que ha llegado el fin del mundo cuando deja de estar con una persona. El desamor no existe sin el amor, y al contrario. Incluso hay que tener una visión más positiva del lado oscuro de la vida, en el sentido de que hay que aprender de ese lado cuando le toca a uno conocerlo más de cerca. Pienso que hasta los momentos de mucho desasosiego e incertidumbre pueden sernos útiles.

- ¿Alguna certeza?

- ¿Certezas? Que vivimos en un equilibrio inestable, y que hay que ser compasivo con uno mismo al tiempo que también hay que ser exigente.

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