Virgen de la Montaña 28 dice adiós a Floren, su último portero
La comunidad de vecinos homenajea a uno de los pocos profesionales que vivía en el mismo lugar donde trabajaba
Cuenta Juani, una de las vecinas que orquestó y asistió al homenaje que toda la comunidad de Virgen de la Montaña, 28 brindó a ... Florencio Bermejo Pavón que sin él, sin el portero que trabajó incansable durante 16 años en esa finca, están un poco huérfanos. Con Floren, que se jubiló la semana pasada, se va una figura en peligro de extinción en España, la del portero que habita en el propio edificio y se convierte en el guardián que atiende a los vecinos con funciones que exceden en muchos casos su obligación laboral y su horario. «Yo tenía que empezar a las nueve de la mañana pero a las siete ya estaba en marcha», relata. Así es Florencio, natural de Torreorgaz y que ha dedicado los últimos 27 años de su vida a esta tarea en distintos edificios.
En este último, una céntrica finca junto a la plaza de Colón con 54 viviendas, algunas de ellas despachos profesionales, ha vivido situaciones que nunca podría imaginarse, como la pandemia que recluyó a los españoles en un estado de alarma que se extendió durante 100 días. En ese momento tenía que subir a pie los siete pisos de este edificio debido a las restricciones, para evitar un posible contagio en el ascensor. La atención a las personas fue permanente durante este periodo en el que todos estuvimos mucho más cerca de nuestros vecinos, esos días de aplausos en los balcones y la voluntad colectiva de que todo aquello pasara de la mejor manera posible.
No fue la única situación extraordinaria que tuvo que vivir Florencio durante su vida laboral. La más reciente tuvo lugar el pasado 28 de abril, el día del apagón. «Me llamaron, no había luz en el garaje», explica. Al principio, como todo el mundo, pensaba que eso solo estaba pasando en su entorno, hasta pronto se descubrió que la caída era global. En este edificio la luz no volvió hasta las doce de la noche, pendiente, nuevamente, de que todo y todos estuvieran bien. Otra experiencia para su larga lista de anécdotas.
Muchos edificios prescinden de una figura que representa la atención sin horario para los residentes
¿Su clave para ser un buen portero? El cree que hay que «ver, oír y callar», es decir, saber estar disponible pero guardar cierta discreción y un poco de distancia. No echará de menos, y lo reconoce, ese estar presente todo el tiempo, de manera permanente. Sí extrañará, de alguna forma, el trato personal, la sensación agradable de vecindad y ser útil. En una ocasión accedió a una vivienda porque una vecina estaba extrañada al no contestar otra la puerta. «Yo tenía las llaves de todo el mundo, entramos y nos la encontramos allí dormida», señala todavía con alivio.
Más paquetes
Otro de los asuntos globales que han impactado directamente en su trabajo cotidiano ha sido la proliferación de los envíos postales por las masivas compras en Internet. Y de eso se ha tenido que encargar también, de recibir y hacer llegar a su destino paquetes de todo tipo.
«El cartero también va a notar su ausencia, porque él echaba las cartas en cada buzón», añade Juani, que muestra con orgullo el vídeo de la despedida sorpresa que le hicieron los vecinos. «Floren ha sido más que un portero, ha sido un amigo, un confidente, una presencia constante en nuestras vidas, su amabilidad y disposición para ayudar en cualquier momento han hecho de nuestro edificio un lugar más acogedor», leyó un vecino en la cena que le hicieron en el restaurante Malaje como una forma de agradecerle su trabajo. «Te echaremos mucho de menos, esta comunidad será siempre tu casa», le dijeron mientras Floren sonreía emocionado y agradecía, parco en palabras, toda esa ceremonia que pone un broche a su ida laboral.
También hubo palabras de agradecimiento hacia su mujer, Emi y sus hijos, que estuvieron en esta cena. Él dio las gracias y abrió con paciencia su regalo, un reloj gracias al que podrá contar un tiempo que ahora se distribuirá de otra manera. «Parecemos los de 'La que se avecina'», se oye al final del vídeo pero en realidad la imagen es de una gran armonía vecinal.
Este recién jubilado portero arranca con ilusión su nuevo periodo, dispuesto a exprimir sus aficiones en su pueblo, en donde se trasladó junto a su mujer tras vivir en el edificio que cuidaba con mimo. Su puesto, igual que sucede en la mayor parte de las fincas de Cáceres que cuentan con este servicio, se cubre con una contrata a una empresa especializada, pero ya no habrá ningún portero que viva allí como sucedía hasta ahora.
En algunas comunidades se pone a la venta la vivienda que queda libre para intentar aminorar los gastos que surgen en las zonas comunes de edificios que suelen ser antiguos y en los que no faltan derramas.
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