'Temporada alta' en Santa María, en Cáceres
«Con la Virgen vendo muchos coquillos, desde el 1979», cuenta Ricarda Martín, de 83 años: las visitas a la patrona hacen florecer otras actividades
Máxima actividad en el entorno de Santa María. Llegar hasta la plaza no es tan sencillo, al menos hacerlo a buen ritmo. Se forman tapones ... en la calle Arco de la Estrella. Son apenas unos pocos metros desde la Torre de Bujaco hasta allí pero la acumulación de personas aconseja no tener prisa. Este fin de semana, un tiempo primaveral y la celebración de citas como el festival de las aves han sido el empujón definitivo para intensificar la presencia de personas en el corazón del casco antiguo. Pero la principal llamada a la que acuden los cacereños es la de su patrona.
La imagen de la Virgen de la Montaña bajó del santuario el pasado miércoles. Hasta que vuelva a subir allí, el día de la madre, el primer domingo de mayo, la plaza de Santa María se encuentra en plena 'temporada alta'. El miércoles 30 será la presentación de los niños y el viernes arrancará el besamanto, un carrusel de 16 horas en esa primera jornada, lo que convertirá el templo de la Diócesis en el lugar más visitado.
Mientras los fieles se colocan en doble fila, unos para entrar y otros para salir, a la puerta de la concatedral, grupos de turistas miran curiosos y dudan entre cruzar o no. Los hay que aprovechan y una vez dentro hacen fotos a la patrona. Este domingo lleva su manto número 200, de terciopelo verde y tonos dorados. Fue donado por la Cofradía de la Montaña en febrero. Nada menos que diez misas se celebran el domingo. El sábado fueron otras tantas, incluida la del grupo joven de la hermandad. Uno de los que cruza la entrada es Ángel Corchado, que está jubilado y aprovecha para venir «de visita a la Virgen», relata. «Lo hago siempre que puedo. No digo que sea todos los días, pero sí varias veces en el tiempo que está en la concatedral. Lo hago desde hace años», se despide.
Junto a la entrada se encuentra Alberto Royo. Es vendedor de la ONCE y ha montado su puesto de venta de cupones en un sitio estratégico, asume. «Ya podía ser así siempre. Yo vendo en pueblos, voy a diario a Torreorgaz, Sierra de Fuentes... pero es que esto no tiene nada que ver. Hay mucho movimiento y se agradece», reconoce mientras prepara otro número para el próximo sorteo.
Ángel Royo vende cupones en los pueblos, pero dice que no es comparable: «Ya podía ser así siempre»
La presencia de la Virgen supone un 'gancho' que no solo atrae a los creyentes y devotos sino también a quienes ofrecen productos o aprovechan para dar a conocer alguna iniciativa. Es el caso de Nafasi Uganda, una asociación sin ánimo de lucro que busca oportunidades y apoyo para personas vulnerables de ese país. Su stand estaba este domingo junto a la fachada de la concatedral.
«Vengo a ver a la Virgen siempre que puedo. No digo que sea todos los días, pero sí varias veces en el tiempo que está en la concatedral»
Ángel Corchado
Jubilado
Es media mañana y sale con paso ligero Pilar Moreno. También viene de visitar a la 'cacereña bonita'. «No dejo de venir un solo día. Me da igual si hace frío, llueve o hace calor. Acudo a diario a acompañar a la patrona, como mi madre. Es una tradición familiar y la sigo», explica.
Limpieza
La actividad también se nota para la contrata de limpieza, con la máquina barredora a pleno rendimiento para que las calles adyacentes y la propia plaza de Santa María luzcan. Ricarda Martín se ha colocado cerca del Arco de la Estrella. Quienes van a Santa María pasan por allí, pero no solo ellos, ya que en Bujaco también había el sábado muchas visitas.
Ricarda tiene 82 años y va camino de medio siglo vendiendo dulces caseros. La estrella son los coquillos. «Empecé en 1979. Recuerdo cuando comenzó el mercado franco. Nunca falto con la Virgen. Vendo muchos coquillos. También voy a San Blas y a la romería de los Mártires», subraya.
Le ayuda su hijo con la venta, pero los productos son artesanales, y los hace ella misma. «Me levanto a las cinco de la mañana. Me pongo incluso una semana antes», detalla. Tres pestiños salen por cinco euros y medio. Una mujer se lleva varios mientras Ricarda los retira del envase con mimo. También hay floretas, roscas y perronillas.
«¿Se se nota la Virgen? Pues claro que se nota. Llevo muchos años aquí y la gente me dice: ya está Ricarda con los coquillos. Es lo que más se vende. Bueno, eso y las roscas».
Francisco Fuentes, miembro de la Cofradía de la Montaña, supervisa la entrega del programa de este año. «No han dejado de venir personas en toda la mañana», resume mientras coloca los ejemplares que hay sobre la pequeña mesita en el lateral de la concatedral. La 'temporada alta' continúa en Santa María, pero aún quedan días señalados en rojo en el calendario.
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