El protocolo ola de calor atiende cada día en las calles de Cáceres al menos a siete personas sin hogar
Un equipo de voluntarios de DYA sale por las tardes desde el 26 de junio para repartir kits de hidratación e informar a los sintechos de los albergues y otros recursos que tienen a su disposición
Es la primera vez que el protocolo ola de calor se ha activado en Cáceres antes de empezar julio. Desde el pasado ... jueves 26 de junio, un equipo de voluntarios de la asociación DYA recorre cada tarde las calles de Cáceres en busca de personas sin hogar expuestas a las temperaturas extremas de este inicio de verano. Les entregan agua y gelatina (muy eficaz contra la deshidratación) donadas por el Banco de Alimentos, se interesan por sus condiciones de vida y su estado de salud y les informan de los recursos que tienen a su disposición para resguardarse del calor, al menos durante las horas centrales del día.
Son entre siete y ocho personas las que los voluntarios están atendiendo cada jornada desde hace una semana. La mayoría se encuentran distribuidas por distintas zonas del eje que forman la estación de autobuses, la avenida de España y el Edificio Valhondo. A estas alturas, los voluntarios de DYA ya conocen sus nombres y sus historias. Muchos están de paso, pero otros son habituales a los que atienden también en invierno cuando se activa el protocolo ola de frío.
Cada una de estas personas arrastra su propia historia detrás, aunque muchas presentan características comunes que tienen que ver con problemas de salud mental, adicciones o dificultades de adaptarse a reglas fijas, como las que se establecen, por ejemplo, en los centros de acogida. Por eso están en la calle.
Es el caso de Jacobo, un donostiarra de 50 años, con familia en Extremadura, que lleva días instalado en un banco del Paseo de Cánovas, junto a la estatua de Gabriel y Galán. Su estado preocupa a los voluntarios de DYA que le atienden (es miércoles por la tarde). Sus problemas circulatorios y de diabetes necesitan medicamentos, algunos de los cuales requieren refrigeración, algo imposible bajo los casi cuarenta grados a la sombra que abrasan el centro de Cáceres.
Hugo Alonso, responsable de DYA Social, que en esta ocasión acompaña a la partida de voluntarios, le despierta y le pregunta por todo. Preocupado por el estado de sus piernas, acaba descubriendo que tiene una cita con el médico para este mes. Se lo apunta y le ofrece a Jacobo pasar a recogerle para llevarle al centro sanitario, y también hablará con la asistente social por si resulta necesaria algún tipo de intervención.
Jacobo rompe a llorar y trata de justificarse ante los voluntarios de DYA, pero Hugo Alonso le interrumpe: «Nosotros no estamos aquí para juzgarte, y no te preocupes porque no se te va a obligar a hacer nada que no quieras hacer», le dice. Eso tranquiliza a Jacobo, quien explica cómo es incapaz de adaptarse a las normas de los centros de acogida, mientras acepta agradecido el agua que le ofrecen. El grupo de voluntarios ha pasado más de media hora con él. Mañana regresarán a comprobar cómo se encuentra.
El grupo de DYA Social viene de la estación de autobuses, lugar con presencia habitual de sintechos, y tras atender a Jacobo se monta en sus vehículos para seguir la ruta. Paran apenas 30 metros más adelante, donde localizan a una posible usuaria que no tienen controlada de días anteriores. Se trata de una mujer que pide en la calle mientras toca la flauta, y que en una breve conversación les dice que tiene casa en Cáceres y no necesita nada.
Marroquí de 69 años
Ya en la parte baja de la avenida de España, nueva parada para atender a un indigente marroquí, que dice llamarse Jesús y haber vivido en Talayuela. Tiene 69 años y parece encontrarse bien. Duerme en el zaguán de un local frente al Quiosco Colón, donde tiene un colchón y sus pertenencias. Parece encontrarse bien de salud, de modo que los voluntarios le entregan el pack de hidratación, no sin antes recordarle que, con su edad, no solo tiene disponibles los recursos habitacionales para sintechos, sino que también puede solicitar su ingreso en una residencia pública para personas mayores.
Son casi las ocho de la tarde y el equipo de DYA marcha rumbo a la última parada de la jornada, la plaza ubicada frente al Edificio Valhondo, donde saben que se encontrarán al menos con otra personas sin hogar, un habitual que lleva meses allí pernoctando en una furgoneta vieja. Al día siguiente, los responsables de DYA Social estarán pendientes de la comunicación del 112 Extremadura. Si hay alerta por calor extremo, volverán a repetir la ruta por octavo día consecutivo.
«No podemos obligar a nadie a que haga lo que no quiere»
Hugo Alonso, responsable en Cáceres de DYA Social, tiene una larga experiencia dirigiendo la atención a personas sin hogar, primero con el protocolo ola de frío, que lleva más tiempo y se pone en marcha en invierno, y desde hace tres años con el que se activa también en las alertas por calor extremo.
Tiene muy clara cuál es labor de los equipos que salen a atender a los sintechos y hasta dónde pueden llegar. «Nosotros atendemos, acompañamos, informamos y nos preocupamos, pero no podemos obligar a nadie a que haga lo que no quiere», apunta. Se refiere a que muchos de ellos se niegan a acudir a albergues como el Centro Vida, donde es obligatorio cumplir con algunas normas básicas, entre ellas no beber alcohol, y prefieren estar en la calle por mucho frío o calor que haga.
En todo este tiempo, Hugo Alonso se ha encontrado con realidades vitales diversas, algunas muy complejas y de difícil intervención. Determinados casos, en los que puede haber riesgos serios para la salud, los ponen en conocimiento de los servicios sociales de la administración para que los evalúe y decida si se interviene, aunque, insiste, nada se puede hacer sin el consentimiento expreso del usuario, a menos que se llevara a cabo algún tipo de incapacitación legal, algo que solo podía ocurrir en casos muy extremos.
Además de DYA, también forman parte del protocolo ola de calor Cruz Roja, Cáritas Diocesana de Coria-Cáceres, la Policía Nacional, la Local y la Obra Social la Milagrosa de las Hijas de la Caridad.
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