Rocío Román
Una nueva junta directiva con cinco madres lucha por mejorar las condiciones del centro de educación especial, que tiene 100 alumnos
El colegio de Educación Especial Proa de Cáceres sufrió el pasado verano una oleada de robos que puso de manifiesto una vez más la ... vulnerabilidad de un recinto con más de 50 años de vida y muchos problemas endémicos. A la espera de que pueda construirse el nuevo edificio en Casa Plata, se van poniendo parches que apuntalan la normalidad.
Luchando por los niños está la Ampa de este centro, que se llama la Perla, que se ha renovado para suplir los puestos que quedaban vacantes. Cinco madres (María Polo Casares, Silvia Muñoz, Ana Isabel González y Elisabeth Cava), con Rocío Román a la cabeza, velan por que los derechos del casi centenar de niños con discapacidad escolarizados (de los cuales casi una veintena son internos en la residencia), cuenten con los mismos derechos que cualquier estudiante de la ciudad. Un total de 30 familias forman parte actualmente de la Ampa, una cantidad que a la nueva presidenta de esta asociación le parece óptima, aunque supone solamente un tercio del total de las familias.
Román asume que el principal reto de Proa está en la construcción del nuevo centro, una obra paralizada por parte de la empresa debido a la subida de los materiales, lo que obligó a licitarla de nuevo. «Nuestros hijos no van a llegar a disfrutar el nuevo centro, pero nos han prometido que en 24 meses puede empezar, creemos que ahora la cosa va para adelante, la consejera se ha reunido con nosotros dos veces, hemos estado reunidos con el delegado de Educación, pero hay una serie de requisitos legales que hasta que no se cumpla el plazo no se puede hacer nada, pero confiamos», explica Román.
El pasado mes de agosto la oleada de robos sucesivos en el recinto del Proa generó una importante merma de equipos informáticos, menaje y material. Sucedió en varias ocasiones, aprovechando la falta de vigilancia por el periodo estival. A pesar de la vulneración que se hizo de este espacio y de las pérdidas materiales, el curso empezó el 11 de septiembre con normalidad. La Ampa indica que es positivo que haya un conserje nuevo y se hayan puesto cámaras de vigilancia. «Están las cosas más tranquilas». Se ha repuesto todo lo robado en la cocina, lo que ha supuesto 8.000 euros, según aporta la presidenta de la Ampa. «Ha sido una burrada, esperemos que el seguro pueda aportar algo».
Refuerzo
A pesar de todas las carencias Rocío Román considera que en los últimos tiempos se han producido algunas mejoras que permiten que la vida escolar hayan mejorado ostensiblemente. La Junta de Extremadura ha llevado a cabo obras de refuerzo estructural en el edificio, con un presupuesto de casi 47.000 euros, y se están haciendo mejoras de accesibilidad que están a punto de terminar. También se va a poner césped artificial en el parque de los niños pequeños. «Es muy importante que se puedan tirar al suelo, hay niños que por sus condiciones solo pueden estar en la silla o en el suelo». Añade Román algunos hechos que le hacen abrazar el optimismo. «Estábamos a falta de médico por la jubilación del anterior pero ya lo tenemos ha costado muchísimo porque la gente no quiere trabajar en Proa, les ofrecen solo media jornada», destaca.
«Ha costado 8.000 euros reponer los artículos de cocina que robaron el pasado verano»
«Los docentes atienden muy bien a los niños, pero las instalaciones son las que son»
Las grandes dimensiones de la finca en la que se ubica este colegio, es, más que una ventaja, un problema. «Los jardines están arreglados, y va a salir el contrato nuevo para que siga manteniéndose», detalla. El diagnóstico del centro que hacen estas madres pese a los problemas estructurales es que «los niños están muy bien atendidos», y que los profesionales tratan de que los niños estén lo mejor posible. «Los docentes pintan, adecuan, pero las instalaciones son las que son». Es necesario en todo caso «que los niños estén en otro sitio, porque están apartados, como en una esquina, tienen que tener visibilidad, no son bichos raros». Pese a esa especie de aislamiento Román considera que los docentes hacen un importante esfuerzo en que compartan experiencias en la ciudad. «Intentan que tengan voz y voto, les llevan a diferentes actos en la medida de lo posible», señala.
En su opinión es difícil homogeneizar la enseñanza para los niños con necesidades especiales. «Este colegio engloba a niños y jóvenes de 3 hasta 21 años, hay de todo, hay mucha diversidad y muchas necesidades». Bajo su punto de vista es difícil determinar si lo mejor para los alumnos con necesidades especiales es un centro específico como el Proa o centros ordinarios, tiene que ver con las condiciones de cada uno. «Depende del colegio, del equipo directivo, hay muchos niños que hasta los ocho, los diez o los doce años están en el colegio ordinario, se intenta que estén allí el mayor tiempo posible», apostilla Román, que señala la importancia del papel de madres y padres para que los alumnos estén lo mejor posible. «Todo es por su bienestar, si no lo hacemos nosotros quién lo va a hacer», indica.
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