Atacado por un perro en Gévora
«Temí por mi vida. Los perros no pueden estar sueltos en el campo»Antonio Fernández fue herido por las mordeduras de un perro en todo el cuerpo; asegura que el dueño no ha contactado con él
María Isabel Hidalgo
Badajoz
Miércoles, 17 de enero 2024, 07:29
El fútbol es una de las pasiones que tiene Antonio Fernández, por eso desde hace un año es entrenador del club de fútbol base Sport ... Extremadura. Más allá del deporte, este pacense de 60 años se mantiene activo gracias a las caminatas que da a diario.
El azud del Guadiana, Bótoa o el camino que parte de Badajoz hasta Gévora paralelo a la carretera de Cáceres son algunas de las pistas en las que Fernández gasta sus zapatillas.
Precisamente en esta última ruta fue en la que el viernes pasado vivió un suceso del que creía que no saldría vivo para contarlo. «Venía de vuelta a mi casa cuando vi dos perros a lo lejos. No me asusté porque es habitual encontrarse animales sueltos. Pasé por su lado, y de repente uno de ellos se abalanzó sobre mí y me enganchó el brazo», relata angustiado al recordarlo.
Dos perros, uno que cree que era un American Stanford, y otro mestizo se le cruzaron en su paseo matutino. El primero estuvo abalanzado sobre él al menos 15 minutos. Le mordió los brazos y Fernández tiene heridas y arañazos en las piernas, el pecho y la boca. Mientras peleaba por quitarse de encima al animal, el otro ladraba al primero para ahuyentarlo. «Me sorprendió cómo el otro animal buscó defenderme. Yo peleé todo lo que pude por apartar al animal de mí, estaba agotado. Hubo un momento en que creí que no conseguiría salir vivo», cuenta.
Eran dos animales con los que no se había encontrado anteriormente en esta ruta, en la que sí se le habían cruzado otros perros que se escapan de las naves adyacentes o chalets de la zona.
La actitud que tuvo Antonio Fernández fue fundamental para que las heridas no fuesen mayores. Asegura que pese al miedo que sintió, en ningún momento intentó tirar de su brazo para quitárselo al perro de la boca. «Era la única forma que veía de evitar el desgarro de la piel. Intenté agarrarle la cabeza para asfixiarlo, pero fue imposible», sentencia.
En su lucha por librarse del animal, cayó a una zanja y perdió el móvil, que recuperó gracias a una vecina de Gévora que pasaba con el coche y le ayudó a librarse del perro. «No se bajó del vehículo porque tenía miedo de que el perro también le atacase a ella o a su hija que iba dentro».
La bocina del coche fue la manera que utilizó para ahuyentarlo. «Al principio el perro no le hizo caso, pero en uno de los pitidos me soltó, cogí el teléfono y entré corriendo en el coche», rememora Fernández.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que le colgaba un tendón de uno de los dedos de la mano, tenía la ropa rajada, las zapatillas rotas y estaba lleno de arañazos y sangre.
Después de llamar a su hijo, acudió al hospital, donde permaneció ingresado la noche del viernes. «Me hicieron radiografías pero no tenía nada roto, me han puesto vacunas y me tienen que hacer curas diarias», relata.
Responsabilidad
«Por ahí pasean muchas familias con niños, chavales con bicicleta... No quiero imaginar que hubiese pasado si ataca a un niño», cuenta Fernández.
Por el momento este entrenador no ha vuelto a salir a caminar, se encuentra en casa guardando reposo. Tampoco se encuentra con ánimo para posar en fotografías, de ahí que solo muestre a HOY las heridas que el animal le ha causado, para las que necesitó morfina el primer día, pues el dolor era muy fuerte.
Cuando pueda volver a salir a caminar, lo hará con miedo. Aunque el accidente le ocurrió a cuatro kilómetros de su casa, asegura que es habitual encontrarse con los perros sueltos también en la ciudad. «En el parque del río los ves sin correa y sin bozal. Los perros deben ir atados, si los dueños no quieren tenerlos amarrados, hay un parque en Cerro del Viento donde pueden correr con total libertad», exclama Fernández, que tiene un perro y asegura que jamás se le ha ocurrido sacarlo a la calle sin la correa.
Tras el accidente los perros agresores han sido puestos en cuarentena y Fernández ha puesto una denuncia, pero lamenta no haber recibido ninguna llamada de los dueños para interesarse por su salud.
«Los perros son responsabilidad de los dueños. Nosotros tenemos que educarlos y no dejarlos sueltos ya sea en la calle o en el campo, porque esto podría haber sido mucho peor».
Los perros son el temor de muchos caminantes
Senderistas y ciclistas reclaman mayor control a los dueños de perros, que a menudo se cruzan en sus paseos por el campo. A diario pasa Pedro Parada, un vecino de Gévora, por el camino de tierra que une esta pedanía por Badajoz. Pese a que habitualmente se encuentra con perros sueltos, asegura que no tiene miedo. «Que sepamos, aquí no hay perros peligrosos, normalmente salen mastines a tu encuentro, ladran pero nada más», afirma tranquilo, pese al suceso de los últimos días, que le sirve para recordar un hecho similar que ocurrió hace varios años. Entonces otro perro atacó a un par de personas cerca de las casas aisladas de Gévora. «Sí es cierto que los dueños deberían tener a los perros más vigilados. Si los tienen para que guarden la propiedad, que no salgan de ahí porque pasa mucha gente por el campo y tienen miedo». Preocupado sale con su bici Felipe Telo.Este vecino de Gévora se ve obligado casi a diario a bajar de su bicicleta para ahuyentar a dos perros que salen a su encuentro en medio del camino, cerca de la Cantina de Gévora. «Yo quiero salir tranquilo, esto es un camino rural, pasa muchísima gente a disfrutar de esta vía con tranquilidad y los perros lo impiden. Aparentemente son tranquilos pero siempre vengo con precaución», comenta. Para este ciclista, debería de haber más vigilancia con los propietarios de estos animales. «Hay una ley que dice que los perros deben ir acompañados por el dueño, atados y con un bozal. No veo que los dueños sean responsables con sus animales», sentencia. Indignado con la situación estaba ayer Ramón Zarallo, que a diario sale a correr en compañía de su perro. «Al pasar el puente del río Gévora, dos mastines suelen salir al encuentro. El otro día unos niños se dieron la vuelta por miedo», cuenta Zarallo, que ha llamado a la Guardia Civil para que controlen la zona. «Es un peligro porque no sabes como van a reaccionar, son animales».
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