
Secciones
Servicios
Destacamos
Cada año se celebran en la Archidiócesis de Mérida-Badajoz unos 3.500 bautizos, 1.800 comuniones y más de 3.000 confirmaciones. La administración ... de sacramentos sigue registrando cifras importantes, pero no es frecuente que una persona reciba estos tres sacramentos en una sola celebración.
Es lo que sucedió durante la vigilia pascual que el pasado 19 de abril presidió en la catedral el arzobispo de Mérida-Badajoz, José Rodríguez Carballo, un acto litúrgico en el que bautizó, dio la primera comunión y confirmó a ocho catecúmenos llegados desde distintos puntos de la provincia.
Entre ellos se encontraban Irene (15 años) y Héctor Bejarano Trabadela (18 años), dos hermanos que a diferencia de lo que ocurre con los bebés que son bautizados a las pocas semanas de nacer, han aplazado ese momento hasta tener el convencimiento de estar preparados.
«Yo sentí mucha emoción, muchos nervios. Pero sobre todo me sentía segura de estar haciendo la primera comunión con mi hermano, era como si tuviera muy poquito tiempo para hablar con Jesús, una persona muy importante, y decirle todo lo que pensaba y sentía en ese momento», explica Irene, que estudia 4º de ESO en el Instituto Zurbarán.
«Yo, como cualquier persona que cree, he tenido momentos de más fe y momentos de menos fe, porque muchas veces tienes dudas... A lo mejor en la adolescencia te sientes más ajeno, pero yo creo que ha sido el momento indicado para bautizarme, porque llevaba un tiempo en el que había vuelto a tener ese sentimiento que me lleva a seguir los ideales de Cristo», aporta Héctor, que estudia 1º de Física en el campus de la UEx en Badajoz.
La elección del momento en el que confirmaron su fe ha sido decisión de estos dos hermanos que viven en la barriada de San Fernando, pero la decisión inicial de no bautizarlos la tomaron sus padres. «Mi familia me decía que nos teníamos que pensar el compromiso, pero cuando hace unos años mis amigas hicieron la comunión yo las veía muy felices, a mí me hubiese gustado hacerla con ellas», confiesa Irene.
Eso ocurrió cuando estaba en el colegio. En esos años, era su abuela Mari Carmen Molina, maestra de profesión, quien les impartía la catequesis, una preparación que han completado durante los últimos meses con la formación que han recibido de Juan Román, el párroco de San José, una iglesia a la que están ligados porque pertenecen al grupo scout que tiene su sede en los salones de este templo. «En los scout tenemos una cosa que se llama la promesa, y cuando tú haces la promesa te comprometes a ser scout durante toda la vida. Habrá momentos en los que puedas estar más y en los que puedas estar menos, pero eres scout para toda la vida. Pues esto es igual, no es un momento en el que lo pasas muy bien y todo termina, es un compromiso para toda la vida».
Asegura Héctor que él siempre ha tenido interiorizada la idea de que recibiría los sacramentos cuando se sintiese preparado, aunque reconoce que en algunos momentos de su vida se ha encontrado a personas que no entendían la decisión de sus padres. «Recuerdo a una profesora de Región que se echaba las manos a la cabeza cuando le decía que no estaba bautizado, pero yo lo veía como algo normal».
«Sin que suene a crítica, yo muchas veces veo que los sacramentos se toman de una manera muy frívola y vacía, cada vez son más como un acontecimiento social. Hay gente que no pisa la Iglesia en 20 años, la pisa el día de la comunión de sus hijos, y luego sus hijos no la vuelven a pisar hasta que se casan. Yo doy gracias por el grupo scout católico de la parroquia de San José, porque de alguna manera ser buen scout es ser buen católico, el que siente verdaderamente los valores del escultismo se da cuenta de que los valores son los mismos que defiende el Evangelio», añade.
Dice Irene que el arzobispo Rodríguez Carballo fue «muy simpático» con ellos el día que les administró los sacramentos, aunque reconocen estos dos hermanos que la vigilia se prolongó más de lo habitual. «Nosotros no estamos acostumbrados a una celebración en la catedral porque Juan, el párroco de San José, es un sacerdote que sabe transmitir el Evangelio de una forma muy sencilla».
Desde el 19 de abril, Irene y Héctor viven las misas en su plenitud y cuando llega el momento de recibir la comunión ya participan, un sentimiento del que les gustaría hacer partícipes a otros chicos y chicas de su edad. «Yo creo que hay muchos jóvenes que no creen porque vivimos en un mundo donde está a la orden del día el consumismo, el egocentrismo, el creerse uno el centro del mundo, y cuando uno se encuentra con el Evangelio, que precisamente lo que promulga es la idea del compartir, del perdonar, del ser uno con todos, pues claro, choca con esta nueva religión del pensar solo en uno mismo».
«Estamos en un mundo en el que lo normal es no creer, eso puede deberse a que el mensaje fundamental no se transmite bien. La juventud hoy tiene menos fe y yo creo que el tema está en que no saben desprenderse de esas capas de ceremonia que no dejan ver el mensaje fundamental del Evangelio, que es un estilo de vida, el ser una persona que ame sin límite, que sea compasiva sin límite, que perdone sin límite... y también que encuentre una salida en la fe cuando tiene momentos de debilidad», concluye Héctor.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.