Borja Quiroga
Presentará su libro 'Por mis riñones que hoy como bien' en el Aula de Cultura HOY, que tendrá lugar el miércoles, día 14, en el salón de actos de CajalmendralejoBorja Quiroga Nefrólogo
Borja Quiroga, nefrólogo del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid, presentará 'Por mis riñones que hoy como bien' en el Aula de Cultura HOY, ... un interesante libro que ha escrito junto al chef Miguel Cobo, con una estrella Michelin, que nos enseña a cuidar la alimentación para mejorar la salud de nuestros riñones y del resto del cuerpo. Quiroga hablará de su libro, del que ha editado ya la novena edición, en un acto organizado por la Fundación Vocento y el Diario HOY con el patrocinio de Cajalmendralejo y Conesa que tendrá lugar el próximo miércoles, día 14 de mayo, a las 20.00 horas en el salón de actos de Cajalmendralejo.
–En el libro revela que más de seis millones de personas en España padecen una enfermedad renal y la mitad no lo sabe. ¿Por qué cree que existe ese desconocimiento tan preocupante?
AULA DE CULTURA DE HOY
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Invitado y tema El nefrólogo Borja Quiroga presenta su libro 'Por mis riñones que hoy como bien'.
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Dónde y cuándo Salón de actos de Cajalmendralejo. Planta segunda. Plaza de San Francisco s/n. El miércoles, día 14, a las 20.00 horas.
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Entrada Libre, hasta completar aforo.
–Una de cada siete personas tiene una enfermedad renal en España, pero la mitad no lo sabe, la gente desconoce que tiene una enfermedad renal porque no conoce las unciones del riñón y el impacto que tienen en la supervivencia. La sociedad no ha mostrado especial interés y también es un problema educativo desde el punto de vista de políticas sanitarias. Las enfermedades del riñón no duelen ni dan síntomas hasta que están muy avanzadas. Lo comparo con el colesterol, que no duele ni molesta, nadie sabe que lo tiene alto, pero todos preguntan por él. En cambio, por la función renal casi nadie pregunta. Ese es el punto clave, tenemos que hacer entender a la población la importancia que tiene este órgano.
«Comer alimentos ultraprocesados nos envejece y se tienen que prohibir»
–¿Y qué señales deberían alertarnos para que lo consultemos o debemos hacerlo por prevención?
–Ese es el gran problema. Cuando la enfermedad renal está muy avanzada y los pacientes necesitan diálisis, aparecen algunos síntomas: pérdida de apetito, náuseas, vómitos, picores, retención de líquidos... Pero en las fases tempranas no aparecen síntomas. Son necesarios programas de cribado, como los del cáncer, que han demostrado una eficiencia brutal y han reducido la mortalidad. En la enfermedad renal pasaría lo mismo, si se detecta precozmente tenemos fármacos muy potentes para evitar que progrese. Detectarla es muy sencillo y barato. Basta con hacer una prueba de sangre que se llama creatinina y otra de orina, y eso cuesta un euro.
–El libro desafía la idea popular de que los riñones no solo depuran y los describe como el director de la orquesta del cuerpo humano. ¿Cuáles son esas funciones vitales que desconocemos?
–Destacaría tres. La primera es que el riñón regula la anemia. La segunda es que regula el calcio y el fósforo, fundamental para los huesos. Los pacientes que tienen enfermedad renal tienen los huesos muy débiles porque se regula mal el calcio y el fósforo. Tener una placa de calcio en el vaso sanguíneo es sinónimo de tener riesgo de tener un infarto o un ictus. Y la última, que es un descubrimiento muy reciente de hace 30 años, es que en el riñón está la hormona antienvejecimiento, la proteína klotho, que cuando está baja, nos hace envejecer precozmente.
«En el riñón está la proteína klotho, que cuando está baja nos hace envejecer precozmente»
–¿Qué relación tiene el riñón con otros órganos? ¿Cómo influye el mal funcionamiento de los riñones en la salud del resto?
–El cuerpo humano funciona en conjunto. Los vínculos más importantes que tiene el riñón son con el corazón. Cuando un paciente tiene una enfermedad renal, también la tiene en el corazón. Toda la sangre que se bombea llega al riñón, se filtra y vuelve al corazón. Si en ese círculo se pierde uno de los órganos, el otro se lesiona. El cese de la función del riñón tiene impactos a nivel de demencia y neurológico, alteraciones intestinales y a nivel hepático.
–Menciona en el libro que las enfermedades renales crónicas pueden ser la segunda causa de muerte en 2100, ¿por qué la salud renal ha quedado relegada en las campañas de salud pública?
–No tengo ni idea. Si con un euro detectamos si alguien tiene una enfermedad renal, podemos poner medidas, porque hay fármacos que, si los administramos precozmente, retrasan la entrada en diálisis de los pacientes que desarrollan una enfermedad renal más de 25 años. Eso supone que muchísimos pacientes no entrarían ni siquiera en diálisis en su vida. Es probable también que como hay menos pacientes diagnosticados de los que debería, no se hagan esos programas de salud pública para detectar la enfermedad renal.
–Presenta la alimentación como un arsenal terapéutico y el primer mensaje que debería recibir un paciente que tiene problemas de riñón, porque lo que comemos tiene un papel fundamental. ¿Qué impacto tiene la dieta en las enfermedades renales?
—Las medidas para que no enferme el riñón y para que no progrese la enfermedad son las mismas.
Una dieta baja en sal y fósforo, con control de determinadas sustancias, hará que la enfermedad renal desarrollada no progrese. Y en algunos casos evitará que aparezca.
–¿Hasta qué punto la avalancha de productos ultraprocesados afecta a nuestro organismo?
–Los ultraprocesados son tóxicos y se tienen que prohibir, pero las legislaciones tienen laberintos para poder escabullirse y mantener productos en el mercado. Tienen componentes que son tremendamente peligrosos, como la sal, el azúcar y el fósforo inorgánico, que es un aditivo peligrosísimo, muy buen conservante, potenciador de sabor, pero que lesiona el klotho, la hormona antienvejecimiento. Tomar ultraprocesados envejece todos los órganos. En el libro ofrecemos alternativas al consumo de sal, como los aceites aromáticos. Damos técnicas de cocina, más que recetas, para que el paciente tenga alternativas, porque aunque no se le eche sal a la comida, si tomamos anchoas, aceitunas o jamón, ya la comemos, y un exceso de sal es peligroso para el riñón.
–La colaboración con Miguel Cobo es uno de los aspectos distintivos del libro. ¿Cómo surgió y qué aporta la visión culinaria a un tema médico como la nefrología?
–Miguel es un genio de la cocina, conté con él porque había comido en su restaurante y me había gustado mucho, me pareció muy innovador. Saber que nuestros ancestros no tomaban ultraprocesados, hacían ayuno en algunos periodos y no tenían enfermedades cardiovasculares, nos ayuda a entender qué ocurre ahora. Mi intención es que en los restaurantes haya dietas nefrosaludables, por eso Miguel y yo cuando escribimos este libro buscamos recetas que preservaran la salud del riñón.
–Desmitifica la regla de «beber al menos dos litros de agua al día» para limpiar los riñones. ¿Cuál es la recomendación sobre la ingesta de líquidos?
–Cada persona es diferente, no podemos recomendar dos litros de agua para una de 20 años que mide 1,80 y pesa 70 kilos y para otra que tiene 90 años, no tiene actividad física y mide 1,65. Nos tenemos que guiar por un estímulo importante que es el que hace que nuestro riñón concentre y diluya la orina, que es la sed. Cuando el riñón sabe que se está quedando corto de líquido, porque no puede eliminar todas las toxinas que necesita, entonces llama al cerebro y genera el estímulo de la sed. Pero hay gente que tiene ese estímulo disminuido, como los ancianos. Como regla general, la cantidad de agua que hay que beber es medio litro para eliminar las toxinas de cada día, más el agua que perdemos sin darnos cuenta, a través de la transpiración de la piel o de la respiración, unos 700-800 mililitros, entonces el consumo mínimo sería de 1,2 litros de agua al día en situación de reposo.
–La proteína es un nutriente esencial. ¿Cuál es la recomendación sobre la ingesta de proteína para mantener los riñones sanos, y cómo varía para las personas con enfermedad renal? ¿Las dietas proteicas dañan los riñones?
–El que tiene una enfermedad renal tiene que restringir las proteínas de la dieta. ¿Cuánto? Casi nada, recomendamos una dieta de un gramo por kilo/día de proteínas a los pacientes que tienen enfermedad renal, que es lo que consume una persona con la dieta mediterránea. Si tomamos suplementos de proteínas porque vamos al gimnasio, tenemos que ser cuidadosos si hay una enfermedad renal. En cuanto a la población sana, es diferente porque no hay ningún estudio que haya demostrado daños por ingesta de proteínas.
–Por último, ¿cuál es el mensaje que le gustaría que los lectores se llevaran después de leer 'Por mis riñones que hoy como bien'?
–Que todos debemos saber cómo está la salud de nuestros riñones para poder cuidarlos a tiempo y así evitar complicaciones mayores. O sea, prevención en el diagnóstico y cuidar la alimentación.
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