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Los libreros venden más después de la pandemia, sobre todo a los jóvenesUn círculo lila con un niño sentado sobre él. Esa es la ilustración de la portada de uno de los libros más leídos de la ... historia. En las primeras páginas de 'El principito' aparece un sombrero que en realidad es una serpiente que se acababa de comer un elefante. Dibujos sencillos para una lectura complicada destinada a jóvenes que hoy buscan obras de arte en las portadas de los libros.
Tomos con los cantos serigrafiados y con diseños muy cuidados son lo más buscados por los jóvenes. Así, el lomo del nuevo libro de Inma Rubiales está decorado con notas musicales, y no le falta detalle a la portada donde el protagonismo lo tiene el color azul y una foto de dos chicos. Un diseño que va más allá del exterior y continúa entre las páginas de 'Nuestro lugar en el mundo'. Así se llama la última publicación de la autora de Almendralejo, que Manuel Martínez, de la librería Martínez, está convencido de que será un éxito de ventas en los próximos meses.
«El libro se está convirtiendo en una pieza muy valiosa, siempre lo ha sido, pero los jóvenes están volviendo a ponerlo en valor, y por eso ahora buscan estas ediciones más cuidadas. Las publicaciones en ediciones coleccionistas se están vendiendo muy bien. Hay libros que son una verdadera obra de arte en lo que a diseño se refiere», cuenta Manuel Martínez, que asegura que estos libros se han impuesto a su versión en digital.
En las cuatro décadas que lleva al frente de su librería, el de hoy es su Día del Libro número 40, y ha percibido como en los últimos cinco años el número de lectores ha crecido. «Son muchos más porque ahora leen desde todas las edades. Está muy potenciada la lectura desde los colegios, las bibliotecas, los clubes de lectura... Hay mucha más cultura en torno a la lectura», asegura este vendedor.
La vuelta a los libros se la debemos a la pandemia. Al menos así lo siente Rodrigo Hernández, de la librería Asterix, en el barrio de San Fernando, que vende hoy más libros de los que vendía hace cinco años. «El confinamiento reconcilió a la gente con la lectura. Se lee más desde entonces, todos estábamos en casa y se volvió a los libros, para muchos el hábito se ha quedado y vendemos más desde entonces», subraya satisfecho porque asegura que el libro es el único medio para llegar a aquellos lugares a los que el público no puede transportarse por la distancia o el tiempo.
Entre sus estanterías también hay más libros de literatura juvenil debido al repunte que está viviendo este género. 'La torre del alba', de Sarah J., 'Alas de hierro', de Rebeca Yarros, o 'Amanecer en la cosecha', de Suzane Collins, son algunos de los más buscados por los adolescentes. «La literatura romántica y de fantasía está de moda, y de esto tiene mucha culpa las redes sociales y es maravilloso que sea así y que existan plataformas donde los jóvenes intercambien títulos o se recomienden lecturas», cuenta Rodrigo Hernández convencido de que esto es lo que ha potenciado el coleccionismo de algunos títulos entre los nuevos lectores.
Pero los clásicos también se actualizan, por eso hoy en la puerta de la librería Asterix, que saca sus estanterías a la calle, también estará una nueva edición de 'El Quijote', que se acerca a los nuevos diseños.
Mientras los jóvenes utilizan estas nuevas vías para acceder a las lecturas, los lectores más veteranos siguen teniendo presente a los clásicos. «Siguen buscando mucho a Gabriel García Márquez. Pero también quieren novedades de Julia Navarro, María Oruña o Pérez-Reverte», cuenta Agustín Lozano, de la librería Tusitala. En su librería precisamente ha crecido en los últimos días el interés por 'El loco de Dios en el fin del mundo', el libro que acaba de publicar Javier Cercas fruto de su viaje con el Papa a Mongolia. «Desde que se conoció la muerte del Papa Francisco han venido varias personas a comprarlo. Los libros también son modas, y hay épocas que hacen que el interés por unos u otros sea mayor», dice Lozano.
Para estos libreros los libros no son solo su medio de vida, no les interesa solo vender, por eso organizan encuentros y jornadas de lectura entre sus estanterías.
«La lectura es un compromiso social, nosotros también tenemos que incentivarla, nuestro propósito no son los clientes, sino conseguir acercar el libro al público», subraya Rodrigo Hernández.
Algo similar hace Agustín Lozano en Tusitala, que además de presentaciones organiza el último jueves de cada mes tertulias literarias. «Estas actividades son fundamentales para nosotros si queremos poner en valor lo que ofrecemos, los libros», zanja.
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