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¿Qué ha pasado este jueves, 4 de diciembre, en Extremadura?
Antonio, a las puertas de la residencia antes de su paseo matutino. Casimiro Moreno
Badajoz

Antonio cumple 99 años encima de su bicicleta

Cinco kilómetros es la distancia que recorre a diario este anciano que presume de agilidad gracias a sus paseos en bici y a sus clases de gimnasia

Sábado, 26 de octubre 2024

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Con dos pinzas de plástico se agarra Antonio Delgado los bajos de su pantalón vaquero, no quiere mancharlos con la grasa que suelta la cadena de su bicicleta. Una EMT que ha vivido casi tanto como su dueño, que con 99 años recién cumplidos tiene claro que no va a dejar de montar en bici porque esta actividad le mantiene ágil y, porque el pedaleo le traslada a su infancia, cuando recorría junto a sus hermanos los caminos de Badajoz.

Muchos de estos caminos por los que Antonio paseó con su bicicleta en su juventud hoy están para él irreconocibles. No lo está en cambio el carril bici por el que transita a diario y que une la residencia de mayores La Granadilla, donde vive desde hace algo menos de una década, con Valdepasillas. «Todas las mañanas cojo la bici y voy hasta el Carrefour. Pero si hace mal tiempo no salgo y hago la estática en el gimnasio que tenemos aquí que también me lo paso bien con ella», cuenta.

Un recorrido llano, en el que la ida y la vuelta suman alrededor de cinco kilómetros, y que realiza en algo menos de una hora. Prueba de que aún conserva buena forma física. «Ahora no puedo correr como antes. Yo he andado muchísimo en bicicleta, es un deporte muy bonito y lo disfrutaré mientras pueda».

A su manera Antonio sigue disfrutando de esta pasión, aunque la edad, y el temor de sus hijos a que sufra alguna caída, ha hecho que no utilice los cambios. Así, de los seis piñones que tiene para cambiar de velocidad, su cadena no se mueve de el del medio. «Mi hijo le ha puesto cinta aislante a los cambios para que no pueda jugar con ellos y rodar con a marchas pesadas».

Unas precauciones con las que no contaba cuando a sus cinco años se montó por primera vez en la Orbea que tenía en su casa. Era de su hermano Aurelio, mayor que él, por lo que las primeras veces que se montaba lo hacía sentado en el cuadro para poder llegar a los pedales. Delgado aprendió a rodar solo, pues por aquel entonces sus padres, como los de sus amigos, no tenían tiempo para enseñar a sus hijos a montar en bici, como sí pudo hacer él más tarde con los cuatro que tuvo junto a su mujer.

La meta de sus rutas estaba en Olivenza y Zafra, donde acompañaba a su hermano, que iba hasta esta localidad para visitar a su novia. Pero antes de recorrer todos estos kilómetros pasó su niñez montando en bici en la plaza de San Andrés. «Allí íbamos los amigos a hacer el gamberro. Hacíamos carreras o molestábamos a la policía para que nos persiguiera».

Su primera bici

Su primera bicicleta la tuvo con apenas 20 años. Su hermano, que había cambiado la Orbea por una BH de carreras, le dejó dinero para comprar un cuadro nuevo que ellos mismos convertirían en una bici con todos sus componentes. Pero cuando fueron a la tienda de Pablo Moreno, que se encargaba de vender BH en la ciudad, este le dio la oportunidad de comprarse una nueva y pagarla a plazos. «Tuve suerte, yo ya había empezado a trabajar y pude hacerlo poco a poco con el dinero que ganaba entonces».

Aunque casi el siglo de vida que tiene Delgado apenas se le nota, no consigue recordar cuánto pagó por su primera bicicleta. De quien no se olvida es de sus amigos, con quienes compartió rutas y a quienes tiene presente cada día en sus paseos matutinos.

Para él su agilidad se debe a que ha trabajado en el campo, un oficio que según destaca «es más complicado de lo que muchos piensan». A su juicio ha sido esto lo que le ha dado la energía para mantenerse tan ágil. De hecho presume de ser capaz aún de tocarse la punta de los pies. Así lo demuestra en el gimnasio de la residencia, donde pasa las mañanas cuando no sale con la bici.

«Si hace mucho viento o el tiempo me lo impide voy al gimnasio y hago los ejercicios que me dice el chico que está allí», subraya.

Con un andador, que empuja cuando baja de la bicicleta, y que le sirve para transportar algunas pertenencias más que para ayudarle a caminar, Delgado revela que el secreto para sentirse joven a su edad está en la mente. «Me ayudo de la fe, de tener la conciencia tranquila y de no haber hecho daño a nadie a lo largo de mi vida».

A diferencia de los ciclistas actuales Antonio no conoce geles ni barritas energéticas. Lo que le da fuerzas antes de salir a rodar por la Granadilla es una tostada de aceite y un café. «Procuro no comer demasiado, es preferible quedarse con un poco de hambre que estar lleno, con lo cual no me obligo. Y como mucha verdura, que es lo que más me gusta».

Con todo esto, revela que no se siente con la misma energía que tenía hace seis o siete años, cuando llegó a la residencia por decisión propia. «Me vine porque tenía que irme a casa de mis hijos, y no quería ser un impedimento en sus vidas o en sus planes. Ni que ellos dejasen de hacer cosas por cuidarme a mí».

Por suerte para él, le dejaron llevarse su bici a su nuevo hogar, donde permanece en uno de los aparcabicis de la entrada. A ella acude a diario Antonio bajo la atenta mirada del resto de residentes que pasean por el jardín mientras le aplauden a su paso.

«Mi hijo le ha puesto cinta aislante a los cambios para que no pueda jugar con ellos»

A la vuelta de su paseo, Antonio recuerda a su hijo pequeño, que falleció en un accidente de tráfico. Un golpe del que dice no se ha logrado reponer.

En su nueva vida en La Granadilla, Antonio ha hecho nuevas amistades, también dice que se ha vuelto a enamorar, y ahora comparte sus días con Carmen, que también reside en este centro de la Granadilla.

Ha pasado casi un siglo desde que Antonio, al que sus amigos que el tiempo ya le ha quitado le decían 'Arroyo el de la huerta', comenzó a rodar con su Orbea por los solares que hoy contempla desde la ventana de su habitación, donde aguarda con ilusión y con fuerza en las piernas para celebrar los cien años que cumplirá el próximo octubre, de la única manera que él sabe hacerlo; montando en bicicleta.

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