27 años esperando para borrar las 14 hectáreas de la vergüenza
El Ayuntamiento calcula que hacen falta unos 14 millones de euros para expropiar y regenerar la zona inundable
La noche del 5 al 6 de noviembre de 1997 Extremadura sufrió la primera ciclogénesis explosiva atlántica que afectaba a la península ibérica. En una noche cayeron sobre Badajoz 119 litros por metro cuadrado, casi el triple de las precipitaciones de un mes lluvioso.
El caudal de los arroyos Calamón y Rivillas osciló entre 450 y 500 metros cúbicos por segundo, casi el triple del caudal máximo admisible en estos ríos. El agua llegó a alcanzar cuatro metros por encima de estos arroyos.
Por la mañana se conocieron las consecuencias, Extremadura estaba de luto por los 21 muertos y cuatro desaparecidos. La mayoría de las víctimas se ahogaron al quedar atrapadas en sus casas, tres en Valverde de Leganés y 18 en Badajoz donde además cuatro desaparecieron al ser arrastradas por el río.
Tras la tragedia hubo un debate intenso: reconstruir el barrio o trasladar a las 1.250 familias que se habían quedado sin casa. Según los datos meteorológicos, era muy improbable que el fenómeno se repitiese, pero la prudencia se impuso y decidieron trasladarlos. La Ley del Suelo se cambió, por lo que ya no se podía edificar cerca de los arroyos y las casas aún en pie debían desaparecer.
El presupuesto
En total son 143.645 metros cuadrados por convertir en zonas verdes (14 hectáreas) y hacen falta casi 14 millones de euros para conseguirlo. Este es el cálculo del Ayuntamiento para urbanizar las zonas de la riada en el Cerro de Reyes, Antonio Domínguez y Pardaleras. El dinero sería para expropiar las casas y los solares que aún son privados y rehabilitar las 14 hectáreas creando un enorme parque.
En los 27 años que han pasado desde la riada el Consistorio pacense ha comprado unas 300 propiedades entre casas, garajes y solares de la zona inundable. Aún quedan un centenar por adquirir.
La herida de la tragedia está muy presente en los cuatro barrios que ven a diario las casas en ruinas, los solares llenos de escombros y los terrenos abandonados al borde de los arroyos que se llevaron la vida de 25 extremeños en una noche que no se puede olvidar.