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El agua potable incluye ahora en España criterios de control de los PFAS. JONATHAN HERREROS
Qué son los 'químicos eternos' presentes en miles de productos cuya prohibición estudia Europa

Qué son los 'químicos eternos' presentes en miles de productos cuya prohibición estudia Europa

Cinco países presentan una propuesta para que la industria prescinda de las 4.700 sustancias que conforman los denominados PFAS por sus potenciales daños a la salud y su capacidad para acumularse en el medioambiente

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Domingo, 19 de marzo 2023, 07:53

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El neopreno de los surfistas, el teflón de las sartenes, algunos tejidos con propiedades antimanchas, ciertos cosméticos, la simple caja de una pizza o, como se ha descubierto hace unos días, hasta el papel higiénico tiene en su composición PFAS, siglas con las que son conocidos un grupo de hasta 4.700 tipo de químicos sintéticos que han sido utilizados desde los años 50 del pasado siglo en miles de productos de consumo diario.

Los perfluorados o polifluorados, como se denominan, añaden propiedades extraordinarias a los materiales con los que son mezclados, convirtiéndolos en ignífugos, antiadherentes, impermeables, brillantes o repelentes de grasa.

Pero tienen otra cualidad que los define, ya contrastada por la Ciencia, que no es de celebrar: son extremadamente persistentes, es decir, que se acumulan en el medioambiente y todo lo que lo compone, incluido plantas, animales y humanos, porque es prácticamente imposible degradarlos. De ahí que sean conocidos como los 'químicos eternos'.

La verdadera mala noticia es que, a partir de ciertas dosis, dañan la salud y la del medio en el que se eternizan. Entre otras atribuciones, son disruptores del sistema endocrino, con todas las consecuencias nefastas que esto puede acarrear a un organismo.

Ahora, el uso de estos químicos vuelve a estar en el foco de la controversia. Hace unos días, la Unión Europea admitió a estudio la propuesta presentada por cinco países en la que pedían que sea prohibido el empleo de cualquier tipo de PFAS. De aprobarse, sería la regulación más extensa relativa a la industria química aprobada por el organismo en su historia.

¿Quién pide prohibir los PFAS?

Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Suecia y Noruega son los cinco estados que han colaborado para elaborar la citada propuesta conjunta. En su escrito daban un margen a las empresas para adaptarse (entre uno y doce años) al nuevo escenario, en función de la aplicación que tuviese el PFAS en concreto y la disponibilidad de alternativas en el mercado.

Es muy probable que pasen años antes de que una prohibición de este calibre entre en vigor, pero de hacerlo sería una apuesta a futuro en cualquier caso. Dejar de producirlo y utilizarlo ahora en la industria química lograría, no ya hacerlos desaparecer, sino solo reducir su presencia de las aguas, suelos, animales y demás organismos del medioambiente a muy largo plazo.

Tras la evaluación por parte de los organismos expertos en la materia dentro de la estrategia europea de revisión de sustancias químicas ya en marcha, la Comisión Europea y los estados miembros decidirían sobre las posibles restricciones.

Mientras este momento llega, otras regiones europeas han puesto en marcha iniciativas particulares para restringir el uso de estos 'químicos eternos' y empresas como el gigante industrial estadounidense 3M, según informa Reuters, ha fijado 2025 como fecha límite para dejar de producirlos.

No obstante, este primer paso ya es celebrado por expertos en la materia como «un hito». Carlos de Prada, divulgador científico y director de la asociación 'Hogar sin tóxicos', cree que la importancia del paso dado por Europa es que por primera vez lo que se propone es restringir un grupo entero de sustancias, que suman unas 4.700.

¿Qué posibilidad hay de que llegue un veto y cuándo sería efectivo?

Advierte, eso sí, atendiendo a la propuesta hecha por los citados países, que hay una serie de matices, o márgenes, que se dan y a los que la industria apelará. «Por ejemplo, el plazo que dan para adaptarse o incluso para que no se prohíba -detalla De Prada- dependerá del carácter esencial o no del uso de ese químico. Aquí intentarán que muchos usos se consideren (falsamente) esenciales. Es el temor principal en este asunto».

Por ahora, sobre la posible revisión de estos compuestos, los fabricantes representados en la asociación Cefic dicen apoyar unas medidas regulatorias equilibradas sobre PFAS. «Nuestra preocupación es que la nueva propuesta de restricción genere interrupciones en las cadenas de valor y elimine aplicaciones clave en baterías, semiconductores, vehículos eléctricos y producción de energía renovable», han señalado.

Desde Chemsec, una de las entidades europeas que hace un seguimiento del tema, señalan que «independientemente de lo que diga la industria química o manufacturera, los PFAS no son esenciales en cosméticos, utensilios de cocina, muebles, ropa, hilo dental, cera para esquís o, básicamente, en cualquier otro producto de consumo», por lo que animan a las autoridades europeas a no ceder ante las presiones.

Frente a la controversia, expertos como De Parada defienden que ante la «evidencia científica inmensa, de miles de estudios sin conflicto de intereses que han señalado el peligro potencial para la salud de estos 'químicos eternos', debería imponerse el principio de precaución».

¿Qué significa 'potencialmente peligrosos'?

Como siempre que se habla de químicos dañinos, hay que apelar a los umbrales de peligrosidad legalmente establecidos. El Decano del Ilustre Colegio Oficial de Químicos de Madrid, Íñigo Pérez-Baroja Verde, traslada los límites impuestos por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Esta fija la ingesta diaria tolerable (TDI) de 150 nanogramo/kilogramo de peso corporal (ng/kg p.c.) para los PFOS y de 1.500 ng/kg p.c. para PFOA. Esta sería la cantidad máxima que puede ingerir diariamente una persona durante toda su vida sin provocar efectos adversos en la salud.

A pesar de que la dieta, a través del consumo de alimentos de origen vegetal y animal es la principal vía de ingesta de esos químicos eternos en las personas, «existe un informe de 2012 que confirman que la exposición a estas sustancias a través de la dieta es altamente improbable que exceda estos valores de referencia toxicológicos (TDIs)», concreta Pérez-Baroja. Ahora bien, también recuerda que «la UE ha recomendado que se realicen análisis de estos compuestos en alimentos y en aguas de consumo».

Sin ir más lejos, en la última reforma de la ley de aguas potables, de enero de 2023, se incluyen valores de control para la calidad del agua de consumo humano de 0,5 nanogramos/litro.

En Estados Unidos, esta misma semana, la Agencia de Protección Ambiental de EE UU también ha propuesto las primeras normas para que el agua potable sea más segura frente a algunos de estos 'químicos eternos'. En el caso norteamericano, se trata de hacer más estricto el estándar de la presencia de esta sustancia en el agua potable.

Según la Agencia estadounidense, estas sustancias podrían encontrarse en el 98% de la población de aquel país. Principalmente, se depositan en la sangre, los riñones y el hígado y, el pasado año, la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina publicó directrices para que los médicos realizasen pruebas, diagnosticaran y trataran a personas con un historial de «elevada exposición» a estas sustancias.

¿A qué tipo de enfermedades se asocia su toxicidad?

Por su parte, el citado portavoz del Colegio de Químicos de Madrid amplía: «Su peligro deriva que son muy persistentes, no se degradan y se acumulan en el cuerpo y tienen efectos toxicológicos tales como hepatotoxicidad, toxicidad en el desarrollo y en el comportamiento, inmunotoxicidad, toxicidad en la reproducción y en el pulmón, efectos hormonales así como potencial genotóxico y carcinogénico, pero no está claro que estos resultados tengan implicaciones para la salud humana».

Recuerda Pérez-Baroja que EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) en 2008 en su opinión científica concluyó que «es muy improbable que la población media de Europa pueda sufrir efectos negativos para la salud derivados de la exposición de la dieta a estos contaminantes».

Cuando hablamos de la dieta, principalmente se encuentran en el pescado y en menor medida en la carne (sobre todo el hígado), aunque también puede venir por la migración de envases de comida y utensilios de cocina antiadherente, el agua potable e incluso por posible contaminación del aire si bien, valora este experto, todas ellas son menos importantes.

Para otros, la mayoría grupos ecologistas, la Ciencia sí ha contrastado el peligro de estas sustancias y señalan, sobre todo, su carácter acumulativo en el cuerpo, lo que pondría en entredicho los umbrales permitidos por ley.

Carlos de Prada, que habla de dolencias asociadas a estas sustancias como colesterol alto, daños en el desarrollo, la gestación, el hígado, cáncer de riñón y de testículos, etc., alerta de que las agencias reguladoras no van a la par que la investigación científica.

¿Cómo es posible si están en circulación? Para contestar cita un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente en el que se reconoce que de las 100.000 sustancias que hay en circulación, solo 500 estás bien caracterizadas en cuanto a sus peligros. El resto no están debidamente evaluadas.

¿Dónde se encuentran?

«La gente cree que está todo muy controlado, pero la realidad no es esa. Si los prohibimos ahora, los tendremos durante décadas en el organismo. Han sido detectados hasta en osos polares y ballenas porque estos compuestos también pueden viajar a través de la atmósfera a cualquier punto del planeta», concluye.

De esta ubicuidad habla el doctor Nicolás Olea, miembro del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada y del Centro CIBER de Epidemiología y Salud pública, en un artículo publicado en la revista de la Sociedad Española de Endocrinología. En él señala la preocupación por la salud que suscitan estos químicos persistentes «por su ubicuidad» y su poder de acumularse en animales y seres humanos, sumándose «a la carga total de otros compuestos químicos persistentes a los que están expuestas las personas, aumentando el riesgo de efectos sobre la salud».

Sobre estos últimos, señala especialmente los problemas del neurodesarrollo provocado por la disrupción de la actividad de las hormonas tiroideas. «Aunque es necesaria más información, lo cierto es que gran parte de las revisiones llevadas a cabo coinciden en la preocupación de la exposición maternoinfantil a los PFAS», concreta.

Para explicar lo que significa esta disrupción endrocrina, apunta que, especialmente en los primeras etapas de la vida (el objeto del citado artículo publicado), pueden «inducir cambios en el organismo que lo predisponen a una mayor susceptibilidad a las enfermedades a lo largo de su vida».

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