
Javier Quintín Rodríguez
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Javier Quintín Rodríguez
Eloy García
Romangordo
Viernes, 29 de noviembre 2024, 10:51
A sus 55 años, este romangordeño lleva desde los 14 dedicado al sector agropecuario. Primero ayudando en la explotación de sus padres y más ... tarde, a partir de los 20, con su propia ganadería.
–Comenta que llegó a tener 250 vacas, más del triple que ahora. ¿Por qué?
-Así es. Hace 4 o 5 años, pero ahora tendré unas 50, más añojas, más los toros,… 70 u 80. Todo se debe a las enfermedades que nos han ido acosando, como la brucelosis y la tuberculosis, y los sacrificios que nos ordenan cuando detectan algún animal enfermo. Podría haber ido ampliando, pero con la edad que tengo ya no se me ocurre.
–¿Por qué?
–La ganadería nunca ha estado bien, pero es que parece que cada vez va a peor. Cuando eres joven sí que ves posibilidades de ampliar. Antes, por ejemplo, teníamos tres fincas arrendadas, en las que inviertes tiempo y dinero para tenerlas en condiciones. Después vienen los veterinarios y empiezan a sacrificar vacas. Esto es lo que ocurre, que al final te hartas y lo vas dejando. En mi caso, las mantengo porque siempre me han gustado, lo hago más por capricho.
–¿De donde le viene la vena ganadera?
–Desde siempre, de familia. Mis abuelos y mis padres ya lo eran. De hecho, como me gustaba tanto dejé de estudiar a los 14 años y ya me puse a ayudar. Y así, hasta ahora. Tuve algún trabajo más, pero muy poco tiempo, solo dos o tres meses. A los 20 ya tenía mi propia explotación.
–Afirma que ahora, con los sacrificios, es más difícil y costoso sacar adelante la ganadería…
–Claro, esto también ha cambiado para peor. Antes te daban un mes para sacrificar al animal, o incluso tres si se trataba de una vaca preñada o que tenía crías, para acabase de sacarlas adelante. Sin embargo, ahora te dan solo 15 días, da igual el caso. Te quedas sin margen de maniobra antes de llevarla al matadero, además de que si tiene crías tendrás que ser tu quién la saque adelante. Eso significa venir a darlas el biberón mañana y tarde. Además, antes podías ir a sacrificar a otras provincias. De hecho, yo he ido a Salamanca. Ahora no, debes hacerlo dentro de la misma región y en Extremadura solo hay un matadero habilitado para tratarlas después, el de Almaraz. Esto significa que no tiene competencia, que estás obligado a ir ahí. Ellos lo saben y cada vez te aprietan más las tuercas. De esta forma, es normal que cada vez haya menos gente que quiera ser ganadero.
–Usted tiene dos hijos, podrían seguir la senda de su padre…
–No me gustaría. No quiero que lo hagan, es muy sacrificado y no es rentable. De este modo, cada vez lo está dejando más gente y no está habiendo un relevo generacional. De seguir así, en ocho o diez años no va a haber ganaderos en el campo. Ahora llevamos dos años que ha subido algo el precio, pero no sabemos lo que habrá al próximo año. Sin estabilidad, tampoco habrá relevo generacional y más despoblación en los pueblos. Además, en la ganadería extensiva también dependemos de como venga el año, de que llueva lo suficiente y haya comida en el campo para ser viables. Porque si no llueve todos tenemos que recurrir a los piensos, cuyos precios se disparan porque aumenta la demanda, por la guerra de Ucrania, etcétera. Así es que entre estas incertidumbres y la Administración… mal vamos.
–¿Qué hace la Administración?
–Poco. Siempre llega tarde, como por ejemplo con el tema de las vacunas. Podría hacer más cosas, además de que tampoco te lo pone fácil. Por ejemplo, con la burocracia, que pasamos más tiempo en las oficinas que en el campo.
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