Carmen Vidal-Aragón de Olives
HOYAGRO ·
El Centro Universitario Santa Ana imparte desde hace años el Grado en Ingeniería de Industrias AgrariasEn pleno debate sobre el relevo generacional y el abandono progresivo del campo por parte de los jóvenes, conocemos cómo se prepara a aquellos que ... han decidido lo contrario, construir su futuro profesional en el sector agrario.
–Los agricultores se quejan de la ausencia de relevo generacional, ¿los alumnos que salen de aquí formados lo hacen para trabajar en sus explotaciones?
–A nosotros nos llegan casi siempre alumnos que están relacionados a nivel familiar con explotaciones agrarias, de manera que cuando acaban sus estudios vuelven al entorno del que proceden. Tienen vínculos familiares importantes y su ilusión es volver a las explotaciones que tienen en su familia. Aquellos que no tienen explotaciones, al final también entroncan con empresas que dan un servicio a esas explotaciones familiares.
«Si los alumnos tienen vínculos familiares con el campo, su ilusión es regresar a sus explotaciones tras estudiar»
–Porque el acceso a la tierra no es sencillo...
–El que no tiene un bagaje familiar se enfrenta a que la tierra es cara, a que la normativa es complicada, y al tamaño. No puedes empezar una actividad agraria partiendo de una explotación pequeña, porque estás condenado. No te genera para vivir. De hecho, los abandonos que está habiendo en el sector son empresas pequeñas, familiares, que llevan toda la vida ganando lo suficiente para mantener esa familia, pero que con los cambios ya no les es suficiente. Además, tienen que pelear con una burocracia muy grande.
–¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrenta la agricultura hoy en día?
–A varios importantes como son la sostenibilidad medioambiental, la sostenibilidad económica, la tecnificación, el acceso a la tierra o el tamaño de las explotaciones. Las explotaciones pequeñas no van a poder sobrevivir, por lo que formamos a nuestros alumnos para que sus explotaciones sean más grandes y sostenibles. Que permitan la tecnificación para no depender tanto de la mano de obra.
–La tecnología ha cambiado la forma de trabajar el campo, no sé si eso ayuda a los jóvenes a la hora de valorar un trabajo así
–Antiguamente los que se dedicaban al campo no tenían sábados, no tenían domingos, no iban de vacaciones; pero hoy día el que gestiona una explotación quiere ir de vacaciones con su familia y al mismo tiempo tiene que estar al cargo de esa explotación. Para ello hay nuevas tecnologías, la digitalización, los sistemas informáticos nos permiten estar de vacaciones y al mismo tiempo estar pendiente de la temperatura de los depósitos de vinificación, por ejemplo.
–Y esa nueva tecnología, ¿también se integra en los estudios?
–Se les habla mucho de mecanización, de reconversión de cultivo... Intentamos meter dentro de las asignaturas toda la información. Es verdad que los planes de estudio tienen una inercia, no tenemos libertad aquí para poner el plan de estudio que queramos en la escuela. Nuestros planes de estudio están vinculados a los de la Universidad de Extremadura, pero nosotros organizamos cursos que van orientados a completar esa formación en digitalización agraria, en nuevas tecnologías. De alguna manera se intenta.
–Responde el grado por tanto a las demandas del sector.
–Sí, pero queremos que en el futuro los planes de estudio nos permitieran introducir más elementos de inteligencia artificial, e innovación.
–Y como docente, ¿qué piensa cuando observa el campo cada vez más lleno de placas solares?
–Pues mucha pena. Somos conscientes de que necesitamos cada vez más energía, pero los que nos dedicamos a enseñar lo que es la agricultura, las posibilidades que hay de transformar esas materias primas en productos de alta calidad, sentimos tristeza cuando vemos arrancar olivos centenarios. Entendemos que un olivo centenario en un marco de plantación antiguo no es rentable y entendemos al agricultor que ha arrendado la tierra para las placas, pero eso no nos deja de dar pena.
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