
Come carne con cabeza, no la elimines sin razón
Juan Quintana
www.Juanquintana.com
Lunes, 28 de abril 2025, 09:21
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El consumo de carne en España ha sido, tradicionalmente, una parte esencial de la dieta y cultura gastronómica del país. Según un estudio reciente elaborado ... por Sigma Dos para el Foro Ganadero-Cárnico, el 98% de los españoles incluye carne en su alimentación, con más de la mitad (52,5%) consumiéndola entre dos y tres veces por semana, y solo un 1,5% que se declara completamente abstinente de este alimento.
En los últimos años, el consumo de carne en los hogares españoles ha experimentado fluctuaciones significativas. Entre 2008 y 2022, se observó una disminución del 29,6% en el consumo per cápita, pasando de 55,5 kg anuales a 39,1 kg. Esta tendencia descendente se vio interrumpida en 2020 debido al incremento del consumo doméstico durante la pandemia. En 2023, hubo una cierta recuperación de la demanda en los hogares españoles. El pollo lideró este aumento con 12 kg per cápita al año, representando un incremento del 15,2% respecto al año anterior. Le sigue la carne de cerdo con 9,2 kg per cápita al año, un aumento del 7,4%. La carne de vacuno también mostró un ligero incremento del 1,6%, situándose en 3,8 kg per cápita anuales. Sin embargo, el consumo de carne de ovino y caprino disminuyó un 5,7%, quedando en 0,8 kg per cápita al año. Todo ello a pesar de la fuerte crítica de grupos ambientalistas por su impacto en el medio ambiente, y la corriente social que aboga por eliminarla o minimizarla en la dieta.
Es fundamental destacar que una dieta se basa en la variedad y en el consumo equilibrado y moderado de todos los alimentos. En este sentido, eliminar por completo las proteínas de origen animal puede conllevar riesgos nutricionales si no se planifica adecuadamente. Las proteínas animales aportan aminoácidos esenciales en proporciones óptimas para el organismo, así como micronutrientes como la vitamina B12, hierro hemo y ácidos grasos omega-3 de cadena larga, que son menos abundantes o menos biodisponibles en fuentes vegetales. Una deficiencia de estos nutrientes puede derivar en problemas de salud como anemia, disminución de la masa muscular y alteraciones neurológicas. Por lo tanto, es fundamental, en caso de optar por una dieta sin productos animales, asegurar una planificación cuidadosa y, en algunos casos, recurrir a suplementos para cubrir las necesidades nutricionales.
El segundo de los argumentos más frecuentes contra la producción de carne, especialmente de rumiantes como vacas y ovejas, es su contribución a las emisiones de gases de efecto invernadero, concretamente metano. Sin embargo, es importante contextualizar este dato: a pesar del calentamiento que genera, el metano tiene un ciclo de vida más corto que el dióxido de carbono y se degrada en la atmósfera en unas dos décadas, lo que permite que su impacto pueda estabilizarse si las emisiones no aumentan. Además, las emisiones ganaderas representan en España una fracción relativamente menor del total nacional de gases de efecto invernadero, muy por detrás del transporte, la industria o la generación de energía. También se están desarrollando soluciones tecnológicas y cambios en la alimentación animal que permiten reducir significativamente las emisiones de metano entérico, lo que demuestra que es posible compatibilizar el consumo de carne con los objetivos climáticos mediante innovación y buenas prácticas.
También, prácticas como la rotación de pastos, la integración de sistemas agropecuarios y la cría extensiva contribuyen a la conservación del suelo, la biodiversidad y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Por otro lado, la ganadería puede desempeñar un papel crucial en el mantenimiento de ecosistemas rurales y en la prevención de incendios forestales mediante el control del crecimiento vegetal.
En el contexto de este debate socioeconómico, se observa una brecha generacional en la cual los valores económicos, sociales, de modernidad y percepciones sobre sostenibilidad y bienestar animal son menos reconocidos por las personas menores de 30 años. Un grupo de edad que, en todo caso, comparte opiniones favorables respecto a la importancia del sector para la economía y el empleo, especialmente en áreas rurales.
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