El laboratorio donde se clonan los nogales del futuro
Investigación. En Alange, Nogalnature se dedica a la clonación de nogales más resistentes a la sequía, a las bacterias y a los hongos
José Tomás Palacín
Lunes, 22 de enero 2024, 13:59
Los frutos secos están en auge; si bien siempre han estado presentes en nuestra dieta, las nuevas modas han reintroducido el pistacho, la castaña o ... la nuez en toda Europa. Este último, de hecho, es el que tiene más posibilidades de crecer y ser consumido. Y su cultivo, alternativo en Extremadura, cuenta con cada vez más rentabilidad.
De ahí que Nogalnature decidiera hace medio año presentar al público su nuevo laboratorio, el lugar donde multiplican sus clones de nogal para venderlos a agricultores de todo el mundo. En Alange, este espacio de unos 120 metros cuadrados donde trabajan 12 personas —en dos turnos— actúa como punta de lanza en la innovación de la empresa.
Antes, la compañía compraba plantas de nogal que no venían con la calidad deseada. La solución fue seguir el llamado patrón vlach, que ya se utilizaba en California, la gran meca de la nuez, llenando sus fincas de clones de un nogal original de alta calidad. El éxito de este cambio fue el que precipitó la creación del laboratorio para multiplicar los árboles de forma masiva.
«Sin darnos cuenta, acabamos produciendo y facturando miles de plantas, así que al final tuvimos que crear Nogalnature para cubrir esa demanda. Con la creación de este laboratorio y la multiplicación de los clones de nogal conseguimos llegar a un pequeño nicho de mercado con una gran calidad e innovación», explica Agustín Tejada, su gerente.
Este cultivo, el vlach, de donde saca su nombre el portainjertos —y desarrollado por la Universidad de Davis, en California–, es una multiplicación vegetativa que es resistente a la sequía, al encharque y a los problemas de hongos de suelo. Además de ser, como asegura Tejada, «la única manera de hacer a nivel industrial réplicas exactas de cualquier material vegetal».
El laboratorio
María Ledesma, responsable del laboratorio, es quien muestra el laboratorio a HOY. Nada más entrar hay que prepararse con la vestimenta adecuada para evitar el contagio por bacterias y hongos. Lo primero que llama la atención son una especie de cajas de plástico con unos tallos pinchados en un gel marrón. Estas cajas se denominan jarras, los tallos son la parte que se reproducirá y clonará. Y el gel es el medio de cultivo, que funciona a modo de abono con una mezcla de nutrientes, esto sí, secreta para el público.
«En esta primera sala se desinfecta todo, donde se esterilizan instrumentos y botellas en el autoclave. El paso previo a la primera acción, que es la de multiplicar y enraizar en las campanas de flujo laminar», indica Ledesma.
En estas campanas, cuatro trabajadoras van cortando partes del 'bebé nogal' e introduciéndolas en el gel antes mencionado, con sumo cuidado, utilizando pinzas y bisturí. Al final, queda algo parecido a lo que se veía en aquellas cajas de plástico. Así, van multiplicando día tras día los clones de nogal.
«Ocho horas pasamos al día para preparar 20 cajas. Y en cada una de las cajas, 15 tallos que irán creciendo. Cuando entran en las cabinas, con filtros de aire limpio a unos 25 grados, empiezan a crecer».
Este paso consiste en que, una vez que los tallos han arraigado y crecido a una determinada altura, se pasan a otra jarra con otro gel en dos hileras de cinco. Lo que se empieza a notar es lo que llaman «callo» donde deberían estar normalmente las raíces. Así, pasadas dos semanas, se puede comprobar que el tallo ya es un bebé nogal y que, aunque no haya raíz, si se puede observar una especie de bola que ha ido absorbiendo los nutrientes.
«Es de estos árboles bebé de donde cogemos los tallos para multiplicar. Este nuevo medio de cultivo, el gel, cuenta con una hormona que permite que se forme esa bola, el callo, que dará paso, en una siguiente acción, a la raíz propiamente dicha», cuenta Ledesma.
En las campanas de flujo laminar también se pasan los bebés de nogal clonado al nuevo gel y también de ahí los conducen a la sala de aire limpio para que crezcan en condiciones idóneas. En una sala de estas características, donde se ponen las jarras de multiplicación, pueden tener hasta 50.000 unidades en sus respectivas cajas. Mientras que van creciendo, y entre que se van sacando y entrando, producen al año, calcula la responsable, unas 80.000 plantas. Y el año pasado, antes de la presentación del laboratorio, ya sacaron al mercado otras 30.000.
«En el vivero de campo podremos tener alrededor de unos 250.000, y tenemos 100 hectáreas para plantar nogal. De todos modos, aquí también se clonan castaños, higueras y alcornoques, con clones de árboles capaces de resistir a la enfermedad de la seca», apunta.
La parte de multiplicación es la más sensible. Una vez fuera de estas salas, y despojados también de la vestimenta de laboratorio, el siguiente paso es el enraizamiento y su posterior aclimatación.
En esta ocasión, otra trabajadora coloca los 'nogales bebé' —con callo y sin raíz— en los llamados agrobloques, unos pequeños cubos de abono y tierra envueltos en fibra de coco inherente con un agujero en medio, para que pueda crecer su raíz de forma natural. «No es solamente pasarlo de un lado a otro, del gel a la tierra. El proceso cambia totalmente, porque ahora las plantas necesitan su humedad, agua, condiciones climáticas muy precisas y, aunque estén más fuertes que en la otra parte del laboratorio, mucho cuidado», asegura Ledesma.
Estos nogales, que se revisan cada día para comprobar si han conseguido enraizar en la tierra, se dividen ahora en bandejas de 40 cubículos rectangulares donde se coloca el agrobloque y donde se aclimatarán hasta pasar al vivero, su último paso de laboratorio y el primero como cultivo de campo. En total, tres meses en una cámara a 25 grados hasta que pasen al frío invierno, que fortalecerá las plantas para cuando llegue la primavera.
En el vivero de Nogalnature se pueden ver desde nogales con una altura de dos metros hasta los últimos 'bebés' que han salido del laboratorio. Se conservan ahí porque con las últimas heladas pueden dañarse. Y el nogal, caducifolio, todavía tiene que perder sus hojas antes de salir al campo.
In vitro
Tras el paso de la creación in vitro —porque la planta es estéril— el paso a campo es en teoría el más sencillo. Al menos, el que menos atención requiere. En él, además de cuidar que no les ocurra nada, se dedican a injertar siguiendo el patrón vlach. La planta de laboratorio se injerta en la que enraiza, el llamado portainjerto vlach, que se adapta mejor al terreno, permite que crezca más rápido y es más homogéneo.
Ocho años, calculan, se tarda desde que un operario multiplica el clon de nogal hasta que se convierte en un árbol adulto. En ese tiempo, producirán 640.000 clones en los laboratorios de Nogalnature, a no ser que amplíen la producción.
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