Una explotación ganadera con 450 millones de lombrices
Peraleda de la Mata. Nostec Biotech y la cacereña Mundo Lombriz se unen para crear la mayor explotación de su tipo en Europa
ELOY GARCÍA
Viernes, 5 de febrero 2021, 11:03
La unión de las empresas Nostoc Biotech, de Madrid, y Mundo Lombriz, de Peraleda de la Mata (Cáceres), da lugar a la mayor explotación de ... lombrices de Europa. Para ello disponen ya de un verdadero 'ejército' de 450 millones de lombrices trabajando de forma ininterrumpida para llegar a los ocho millones de kilos de humus anuales.
Este es el objetivo que a medio plazo se marcan ambas firmas, que ahora aúnan esfuerzos para optimizar recursos y multiplicar la producción de la explotación que los responsables de Mundo Lombriz, Luis Fernández Burgos y José Antonio Morgado iniciaron hace ya cerca de ocho años.
La casualidad quiso que los caminos de ambos se cruzaran un día en el que Fernández, que proviene del mundo de las artes gráficas y tuvo que cerrar su negocio en Madrid por la crisis de 2008, transitaba por la zona de Campo Arañuelo buscando proveedores de estiércol para iniciarse en la lumbricultura. Desde la carretera vio la finca El Soto, donde Morgado lleva una explotación ganadera con 2.400 ovejas y 300 vacas, que a su vez generan cinco millones de kilos de estiércol al año. Entró a preguntar ... y ahí empezó todo.
Ambos acordaron que lo harían de forma conjunta, fundando Mundo Lombriz y empezando con una producción anual de 1,2 de millones de kilos de humus de lombriz. Ahora están en 2,5 millones, que producen en 1,5 hectáreas. El objetivo de su última ampliación es llegar a los 6 u 8 millones de kilos en un plazo de dos años, para lo que ocuparán no más de 3 hectáreas de terreno.
Fernández subraya las propiedades orgánicas del humus, que lo sitúa como un excelente fertilizante frente al estiércol tradicional, a la vez que aclara que no todos los humus son iguales. «Dependiendo de lo que coma la lombriz, ésta depositará una cosa u otra. Se están usando también para limpiar los lodos de las depuradoras de aguas residuales, y eso va lleno de metales pesados, así que imagina ese humus», advierte.
De ahí la diferencia del humus peraleo que ya comercializa Nostoc Biotech tanto dentro como fuera de España. «La lombriz necesita comer proteínas y esto se saca del estiércol, en este caso de oveja y de vaca, que no es lo mismo que si comiese restos de poda, por ejemplo», afirma.
En dos años el tercio de la producción nacional de humus saldrá de esta granja
«Estamos devolviendo al suelo la vida que le hemos arrebatado con tanto pesticida»
Como una ganadería
Como animales que son las lombrices, el manejo que se les da es similar al de cualquier ganadería, por ejemplo en los traslados a otras superficies donde 'pastar'. El proceso, prosiguen los promotores, es similar. Cuentan con criaderos de lombrices donde éstas depositan sus huevos. Una vez adultas, pasan a los caballones (lomos de tierra, en este caso de estiércol), donde empiezan a ingerir estiércol y a depositar humus. Cada una de estas lombrices pesa entre 1,4 y 1,8 gramos. Diariamente ingieren su peso y depositan el 60% de lo engullido en forma de humus.
Así están, en el mismo caballón, entre 2 y 4 meses, depende de la velocidad a la que coman. Precisamente el acortamiento de este proceso es uno de los factores a través del cual aumentarán la citada producción. Han importado una máquina de Turquía con la que trituran el estiércol para facilitar la ingesta y digestión del mismo. «Hay que tener en cuenta que la lombriz no tiene dientes, por lo que cuanto más triturado se encuentren su comida más rápido comerán», explica Morgado.
Con anterioridad, eso sí, el estiércol pasa previamente por un compostaje con su correspondiente etapa termófila, en la que alcanza temperaturas de entre 80 y 90 grados. Pasan después a la mesófica, donde bajan a los 30. Es entonces cuando se sueltan a las lombrices adultas.
Cuando el alimento va escaseando, el riego por aspersión que regularmente hacen sobre estiércol para mantenerlo en óptimas condiciones es trasladado a otro caballón, que de forma paralela han adosado al primero. Las lombrices, buscando comida, comienzan a emigrar hasta el que será su nuevo comedero. «Es así como el ganado cuando busca la hierba. Casi todas cambian de caballón, tan solo hay un 15% que se quedan en el viejo, pero que luego recuperamos de forma manual», explican.
Tras este último proceso y un periodo de curación de aproximadamente cinco semanas, el humus ya está listo para su venta. Se embolsa en sacos de 25 kilos que salen al mercado a un precio de 10 euros, o lo que es lo mismo, a 40 céntimos el kilo, que puede bajar hasta los 30 en caso de comprar sacas de 500 kilos, y 18 céntimos cuando lo que se adquiere es un camión entero, unas 24 toneladas.
Por otro lado, Luis explica que no precisan de controles veterinarios, «pues ni tienen enfermedades ni las transmiten, tan solo necesitan de estiércol y agua». Con estos mínimos cuidados, la lombriz alcanza una vida media de entre 8 y 12 años, si bien puede llegar a los 16.
Roja californiana
La variedad con la que trabajan es la lombriz roja californiana, especie autóctona prolífica y bastante voraz que se habitúa bien a la intemperie. «Es de Centroeuropa, pero se llama así porque fue en California (EE UU) donde empezaron a experimentar con ella», puntualiza Fernández.
Para hacerse idea de la envergadura de esta explotación, en España existen otras 42 de lombrices, con una producción global 25 millones de kilos anuales. Es decir, que de cumplirse las expectativas, en Peraleda se va a producir cerca del 30% del total nacional, todo ello con un mercado que no deja de demandar este tipo de fertilizantes.
Tal es la demanda, ejemplariza Fernández, que solamente abonar los cerezos del Valle del Jerte se llevaría estos 25 millones de kilos. «Y va a ir a más, porque está comprobado que los frutales abonados con humus de lombriz dan más producción, de más calidad y que el fruto dura más fuera de las cámaras de frío», asevera.
Esta afirmación la corrobora una de los empleados, Plácido Zamora a pie de humus. «Yo me lo he llevado para mis olivos y el cambio ha sido radical. He pasado de encontrar las aceitunas en el suelo, porque enseguida que engordaban se caían solas, a tener que varearlas para recolectarlas», afirma.
«Y no solo eso –apuntilla Fernández–, es que por ejemplo está demostrado que el pistacho tarda entre seis y ocho años en dar su primera producción, mientras que la misma planta abonada con humus lo está dando en cinco».
De igual forma, Fernández alaba las propiedades ecológicas del humus frente a otros fertilizantes naturales y por supuesto los químicos. «Durante el proceso de curación, el humus multiplica sus propiedades, con billones de colonias de bacterias por gramo. En definitiva, estamos devolviendo al suelo la vida que le hemos arrebatado con tanto pesticida y herbicida», concluye.
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