Lo eco no se impone, se conquista
Juan Quintana
Lunes, 19 de mayo 2025, 09:27
España es un referente europeo en producción ecológica, con más de tres millones de hectáreas certificadas, más de 58.000 productores y un amplio entramado ... de más de 4.000 tiendas especializadas. A pesar de este sólido liderazgo, el consumo interno no ha seguido el mismo ritmo de crecimiento: la cuota de mercado de los productos ecológicos en el país apenas alcanza el 3,5%, una cifra muy por debajo del 10% que ostentan países como Francia, Alemania o Dinamarca
Este desequilibrio entre producción y consumo no solo limita el impacto potencial del sector ecológico sobre la economía y la salud pública, sino que también representa una amenaza para su sostenibilidad a largo plazo. Mientras no se estimule el consumo interno, muchas explotaciones tendrán que volcarse al mercado exterior o incluso reducir su oferta, desaprovechando así una ventaja estratégica ganada durante años.
Las razones de esta brecha son múltiples. Por un lado, la percepción de un mayor precio sigue siendo una barrera para muchos consumidores. Aunque en los últimos años la diferencia de precio entre productos ecológicos y convencionales se ha reducido, del 40% al 10% de media, el impacto del contexto inflacionario y la presión sobre el gasto familiar han acentuado las decisiones de compra basadas exclusivamente en el coste final. Por otro lado, la oferta en grandes superficies sigue siendo escasa y muy desigual. A excepción de las tiendas especializadas, en pocas cadenas de distribución se encuentra una cesta básica compuesta en su mayoría por productos con certificación ecológica
Frente a esta realidad, el sector reclama el apoyo de las administraciones públicas. Entre sus demandas figuran la aplicación de un IVA superreducido a los productos ecológicos, incentivos fiscales para puntos de venta con una oferta eco relevante, y campañas institucionales de promoción, entre otras. También se propone fijar objetivos mínimos de productos ecológicos en cocinas públicas, como hospitales y comedores escolares, siguiendo el modelo de países como Austria o Dinamarca
No obstante, estas medidas por sí solas no bastan. La clave está en entender que las políticas públicas pueden ser catalizadoras, pero no sustituyen el papel del propio sector como impulsor de su crecimiento. En este sentido, el marketing, la comunicación estratégica y la educación del consumidor son herramientas que el tejido productivo ecológico debe utilizar con más ambición y creatividad. Resulta imprescindible construir un relato convincente que combine sostenibilidad, salud, calidad y proximidad con la accesibilidad y la confianza.
Además del componente económico y de consumo, conviene destacar la dimensión medioambiental del modelo ecológico. Diversos estudios han mostrado que este tipo de producción permitiría una mayor captura de carbono, hasta 10 toneladas por hectárea, y favorece un 30% más de biodiversidad en los suelos cultivados. Asimismo, la menor utilización de fitosanitarios y fertilizantes sintéticos contribuye a frenar la degradación del suelo y reduce el riesgo de enfermedades asociadas a residuos químicos en los alimentos
A pesar de estos beneficios, es importante introducir un matiz para valorar objetivamente el impacto medioambiental del modelo ecológico: no basta con medir sus efectos por hectárea. Dado que su rendimiento por superficie es, en general, inferior al del modelo convencional, lo más adecuado sería medir el impacto ambiental por kilo de alimento producido o por caloría aportada. Solo así se podrá establecer una comparación justa y transparente que permita cuantificar su verdadera aportación a la sostenibilidad.
Finalmente, es el libre mercado quien tiene la última palabra. El consumidor, con su decisión diaria en el lineal del supermercado, definirá si la alimentación ecológica es una moda, una alternativa minoritaria o un estándar de futuro. Para que esta opción se consolide, el sector debe ofrecer algo más que conciencia: necesita competir en confianza, en visibilidad y, sobre todo, en valor percibido. España está bien posicionada para ser líder no solo en producción, sino también en consumo. Pero para ello, el producto ecológico debe dejar de ser una promesa futura y convertirse en una elección cotidiana.
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