Los móviles, fuera de los institutos
Los centros pretenden que sus alumnos no se distraigan y sobre todo evitar incidentes graves como el acoso a profesores y compañeros
NATALIA REIGADAS
Lunes, 23 de enero 2012, 12:01
Son las dos de la tarde y de la puerta de un instituto de Badajoz salen cientos de escolares. Su primer gesto es llevarse la mano al bolsillo y mirar el móvil. Durante las clases no pueden hacerlo porque las normativas de los colegios e institutos de Badajoz lo prohíben. Los centros pretenden que sus alumnos no se distraigan, pero sobre todo evitar incidentes graves como el acoso a profesores y compañeros.
«No permitimos ni los móviles ni ningún artilugio tecnológico en todo el recinto escolar. Cuando aparecieron las cámaras en los teléfonos tuvimos casos de alumnos que fotografiaban las clases, grababan a los profesores y lo subían a Internet. Incluso grabaron una pelea en el baño», se lamenta la jefa de estudios del Instituto de Educación Secundaria (IES) Barbara de Braganza, Carmen Macías.
En el IES San Roque también saben los problemas que puede causar mezclar móviles y aulas. El año pasado grabaron a un profesor, lo subieron a una red social y el incidente acabó en una denuncia ante la Policía.
Los testimonios de los centros educativos revelan que, aunque los teléfonos móviles llevan mucho tiempo en manos de los menores, los problemas más graves aparecieron hace unos cinco años cuando se generalizó que estos dispositivos incluyesen cámara de fotos, vídeo e incluso conexión con Internet. En ese momento los móviles pasaron de ser una amenaza contra la concentración de los escolares a un problema mucho más grave.
Por esa razón en el año 2006 la Consejería de Educación envió una circular a todos los institutos y colegios pidiéndoles que regulasen el uso de los teléfonos móviles. En este documento se explicaba que, además de interferir en la función de las clases, alentaban las conductas de acoso y violencia. Sin embargo, son los propios centros escolares los que tienen que prohibirlo, ya que es el Consejo Escolar quien lo decide e incluye una norma al respecto en el Reglamento de Organización y Funcionamiento (ROF) de cada instituto o colegio.
En Badajoz la petición de la Consejería fue bien acogida y todos los centros regularon el uso de estos dispositivos. Eso sí, hay diferencias entre ellos. En algunos está terminantemente prohibido entrar al recinto con teléfono, mientras que en otros la restricción solo afecta al uso o incluso se permite utilizar el móvil, pero solo en los descansos.
El problema común que destacan todos los docentes es que, a pesar de las normativas, hay muchos infractores y gran parte de los alumnos siguen usando el móvil en las aulas. «No entran en razón. A veces tenemos tantos confiscados que parece una tienda de móviles», bromea Rafael Domínguez, director del IES Zurbarán, que añade que la aparición de dispositivos en este instituto empeora notablemente después de las Navidades. «Quieren enseñar sus regalos y además el nivel de móviles que tienen es sorprendente. Solo lo último».
En el caso del Zurbarán, la sanción por usar el móvil dentro del centro es quitárselo al alumno y custodiarlo durante tres días. Cuando termina este periodo, además, debe acudir a recogerlo uno de sus padres o tutores. En cada instituto el castigo es distinto en tiempo y forma aunque todos son similares, se les retira el dispositivo y se pide la colaboración de los progenitores.
«No dejan pero lo hacemos»
A pesar de todo, desafían la prohibición. «No dejan pero lo sueles coger en el intercambio de clases», explica Carmen, de 17 años. «Me pillaron una vez y me lo quitaron una semana entera», añade. A su lado, su compañera Marina, de 18, también confiesa que la han descubierto varias veces, pero justifica que es muy incómodo no poder usarlo. «Es un poco rollo. Te escriben un correo y no puedes contestar».
Para luchar contra ello los centros tienen distintas estrategias. Por ejemplo, en el reino Aftasí está prohibido incluso entrar con un teléfono. «Pero no lo respetan. Cuando les vemos, se lo retiramos y los custodiamos hasta las dos de la tarde que se lo llevan. Si lo hacen tres veces no lo recuperan hasta que vengan sus padres», explica la directora de este IES, Carmen Torrado. Eso sí, esta docente matiza que no todos los progenitores colaboran. «Algunos sí, pero otros defienden que su hijo lleva móvil para poder localizarlo. La realidad es que tenemos un teléfono fijo en el instituto donde siempre pueden encontrarles».
En otros centros tratan de ser algo más flexibles para intentar concienciar a los alumnos. Por ejemplo en el Bioclimático, donde los escolares pueden pedir permiso en caso de emergencia para usar el móvil. En el Nuestra Señora de Bótoa las normas están aún más abiertas. «Como somos un centro con ciclos formativos y alumnos más mayores, pueden usarlo en los descansos, pero no durante las clases», aclara su jefe de estudios, Víctor Manuel Alvarado.
En lo que coinciden todos los implicados es en el objetivo de todas estas medidas: evitar conductas peligrosas. «Se hace para que no suban fotos a Internet, para evitar el acoso y las peleas», dice Carlos Silvera, del IES Ciudad Jardín.
En cuanto a los colegios, por el momento, están fuera de peligro. El uso del teléfono móvil y especialmente los malos usos se dan principalmente en los institutos mientras que los casos en los centros de primaria son marginales.
«Tenemos la norma en contra, pero no hay problemas. De vez en cuando aparece alguno, pero enseguida se corrige. Suele ser porque las madres quieren que lo lleven, pero apagado en la mochila por si lo necesitan», explica Manuel García, director del colegio Arias Montano. Eso sí, cuando los alumnos cumplen 12 años y pasan al instituto, todo cambia.