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Juan Francisco Cerrato, José Villa y José Luis Viñuela a las puertas de la sala del juicio.
Trabajadores de Feval reconocen manipulaciones en la contabilidad oficial

Trabajadores de Feval reconocen manipulaciones en la contabilidad oficial

Ha asegurado que se eliminaban algunos ingresos de la hoja 'Excel' que reflejaba los movimientos de entrada y salida de dinero de la caja, y que también se creaban gastos falsos

Juan Soriano

Martes, 23 de mayo 2017, 17:08

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La manipulación de la contabilidad de Feval era una práctica común al cierre de cada ejercicio para cuadrar los números. Así lo aseguraron ayer varios trabajadores de la entidad en la segunda jornada del juicio que se celebra en Mérida contra tres exdirigentes de la institución ferial por presuntos delitos de malversación, falsedad documental y prevaricación.

Israel Garrido empezó a trabajar en 2004 en Feval como auditor interno. Como explicó, todo el departamento tenía acceso a un documento en el que se recogía el movimiento de dinero en metálico, parte del cual se lo quedaba Juan Francisco Cerrato, responsable de Administración y uno de los acusados. Pero se manipulaban los datos, eliminando facturas para ocultar ingresos. Al mismo tiempo, se falsificaban gastos por comidas de comités organizadores que en realidad no se ofrecían. El objetivo sería ocultar el desvío de dinero para que las cuentas cuadrasen con el efectivo disponible. Lo hizo por orden de su jefe y lo asumió porque temía ser despedido.

El problema surgió con la creación de dos empresas de Feval en 2010. Cerrato pidió a los trabajadores de Administración que firmaran las cuentas de estas sociedades, a lo que se opusieron porque desconocían los movimientos reales. Finalmente accedieron, pero aportaron un documento en el que mostraban sus reservas. Al día siguiente Garrido fue despedido. Pidió hablar con el director general, José Luis Viñuela, también acusado. El auditor interno afirmó que le recomendó que estuviera callado. «Sabía lo que había», dijo. Era junio de 2011.

También fue despedido Javier Gijón, técnico de Administración desde 2006. Ya entonces apreció que había dinero en efectivo al que «perdían la pista» y que era habitual eliminar apuntes. También recibió órdenes de eliminar facturas o generar falsos gastos. Aunque temía perder su trabajo, se negó a firmar las cuentas de las empresas de 2010 por las dudas sobre los datos reales y porque no era su responsabilidad. Los dos trabajadores denunciaron su despido y las irregularidades, tras lo que fueron readmitidos por Feval.

Aunque con más dudas, María del Mar Quirós, encargada especialmente de las nóminas, también afirmó que al final de cada año había regularizaciones y se quitaban apuntes contables por instrucciones de Cerrato. Pero tampoco dijo nada por miedo a perder su trabajo.

Villa y los contratos

La segunda jornada del juicio se inició ayer con la declaración de José Villa, el tercero de los acusados. Fue subdirector de Feval hasta su despido en 2011, aunque reconoció que ese puesto no existía como tal en los estatutos. Sus funciones consistían en buscar patrocinadores y reunirse con empresarios, así como en una labor de coordinación general en ausencia de Viñuela, aunque aseguró que no le sustituía en sus cargos.

También formó parte de la comisión de seguimiento constituida para la construcción del centro tecnológico de Feval. Afirmó que sólo asistió a las reuniones una vez adjudicados los contratos, pero el fiscal evidenció que participó al menos en dos encuentros antes de que se formalizara el acuerdo. En cualquier caso, aseguró que no participó en el proceso ni en los tratos con la compañía elegida. Israel Garrido expuso que los expedientes de estos procedimientos eran falsos.

José González, del departamento técnico, explicó que primero se hizo una consulta genérica a tres empresas, de las cuales Everis presentó la más costosa, que después corrigió a la baja. Pero finalmente se optó por convocar tres concursos distintos por decisión de Viñuela y Everis se llevó los tres. Según dijo, no era descabellado dividir el contrato, pero esperaba que acudieran otras firmas. También vio un correo electrónico en el que se indicaba que la citada empresa aportaría las ofertas de otras compañías, necesarias para cubrir el expediente.

Su compañero Gabriel Blázquez afirmó que recibió otro mensaje en el que se hablaba de dividir la ejecución del proyecto completo con Everis en varias fases, que concluiría con una adjudicación por la vía de urgencia por más de 700.000 euros, aunque al final no se siguió una propuesta que este técnico consideraba inadecuada.

Sobre este contrato también habló Enrique Barrasa, quien fue director general de Feval de septiembre de 2011 a febrero de 2012, cuando fue nombrado director general de Inversiones y Acción Exterior de la Junta. Según afirmó, un responsable de Everis le dijo que fue la anterior dirección de la institución ferial la que recomendó que se partiera el contrato previsto en tres.

José Villa también negó que utilizara a empleados de Feval para realizar labores en una finca de su propiedad que, según dijo, compró a Viñuela pero de la que este último sigue haciendo uso. Según afirmó, sólo en una ocasión vio a un jardinero de la institución ferial, pero era en fin de semana.

Sin embargo, Manuel Álvarez, jardinero de Feval, aseguró que acudió a esta propiedad varias veces al año, durante una época que no pudo precisar, junto a más trabajadores de la entidad para realizar labores de poda. Les llevaba Ángel Arroba, considerado chófer de Viñuela (aunque ese puesto no existiera).

Por su parte, Arroba, quien también fue identificado por María del Mar Quirós y José Miguel Galán, del departamento técnico, como el chófer particular de Viñuela, afirmó que trabajaba como peón de mantenimiento y sólo reconoció algunos viajes puntuales. Justificó sus gastos de desplazamiento por múltiples labores, como llevar dinero al banco. También rechazó que llevara con frecuencia a jardineros de Feval a trabajar en la finca de Villa y Viñuela, y que sólo lo hizo en alguna ocasión y en días libres.

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