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¿Qué ha pasado hoy, 17 de abril, en Extremadura?
El profesor Fernando Claros antes de su conferencia. :: M. núñez
Extremadura es muy zen

Extremadura es muy zen

Ermitas y yacimientos conforman espacios mágicos en la región

J. R. Alonso de la Torre

Martes, 18 de noviembre 2014, 07:53

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Mis padres pasan la mitad del año en el campo. Entre marzo y octubre viven en una casa, heredada por mi madre, situada junto a la ermita del Encinar de Ceclavín. Es un lugar mágico. Cuando voy a verlos, me siento bajo los arcos de la ermita y me siento transportado a un paraíso zen, ahora tan de moda, donde reina la armonía y el sosiego. No sé si son figuraciones mías, pero lo cierto es que llego, bajo del coche y se me olvidan todos los problemas. Situaciones parecidas las he vivido en la ermita de la Virgen del Casar, en la de Garrovillas, en la de Arroyo de la Luz. Y qué decir del santuario de la Virgen de la Montaña de Cáceres, adonde subo cada tarde y bajo con ganas de escribir, de leer, de vivir.

No se trata de una cuestión solo religiosa, sino de algo que va más allá de las creencias. La mayoría de esas iglesias rurales extremeñas se levantaron en parajes donde ya existía un culto anterior y son un caso de inteligente sincretismo: la fuerza del lugar se aprovecha hoy para el culto a la Virgen como hace milenios se usó para venerar a una deidad celta. En la ermita del Encinar de Ceclavín se conservan unas lápidas romanas (alguna trasladada hasta allí posteriormente) que certifican la antigüedad del culto en la zona.

El jueves pasado, el catedrático de Historia Fernando Claros, con el que coincidí unos años en el IES Luis de Morales de Arroyo de la Luz, dio una conferencia en el Museo de Cáceres sobre sus investigaciones en torno al patrimonio ceclavinero. Fernando es hijo del farmacéutico de Ceclavín y hermano de Pedro Antonio Claros, Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Cáceres.

Durante el último año, ha consultado 599 documentos sobre la historia de Ceclavín y durante la conferencia fue desgranando algunas interesantes aportaciones sobre este pueblo, que no es singular porque en él naciera mi madre, que también, sino porque hasta hace medio siglo estaba prácticamente aislado y solo se podía acceder a él por el llamado puerto de los Caballeros, que lo unía con Coria. Aunque con el puente de Coria inoperativo durante temporadas y con Ceclavín rodeado por el Alagón, el Tajo y la rivera de Fresnedosa, que, según explicaba el profesor Claros, era declarado infranqueable por los informes del ejército en 1850, se pueden ustedes imaginar el carácter isleño de una villa a la que durante siglos había que acceder en barca.

Aunque la del Encinar sea la más zen y la más bella del pueblo, en Ceclavín se levantaron 11 ermitas y capillas durante los siglos XVII y XVIII. La 'inversión ermitaña' se convertía en una de las principales actividades económicas del pueblo. Durante la conferencia, me llamó la atención la coincidencia entre la visita de Armendáriz, militar que llegó a Ceclavín para sofocar su famoso motín en el XVIII, y la visita de Franco a Cáceres a finales de los 60 del siglo pasado. En ambos casos, se cortaron los árboles de las plazas mayores de Ceclavín y de Cáceres: en el primer caso para hacer leña para los soldados y una horca para los amotinados y en el segundo, para seguridad del Caudillo.

Los ceclavineros siempre fueron indómitos, como buenos 'isleños'. Además de las tropas del motín, en 1829 el rey envió a 100 infantes y 140 caballos para poner orden en el pueblo. Se levantó el fuerte de San Juan para acuartelarlos, pero en cuanto se fueron, los ceclavineros destrozaron el fortín para que no volvieran los soldados a controlarlos.

En Ceclavín, en fin, abundan los restos arqueológicos. El profesor Claros hizo una detallada relación de ellos. Lo que no entiendo es cómo están al aire libre y sin protección. Es algo muy común en Extremadura. A mí me complace pasear entre lagaretas prerromanas por la dehesa boyal, pero los saqueos son comunes (uno se realizó el día antes de una visita de Fernando Claros a un yacimiento) porque esta tierra sigue siendo un paraíso de ermitas mágicas y arqueología para todos. También para los saqueadores.

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