Tu ADN podrá utilizarse como disco duro en unos años

Desde hace décadas, numerosas empresas y universidades llevan años investigando lo que promete ser, dentro del campo, la tecnología del futuro. El almacenamiento de información es una cuestión muy importante: actualmente la mejor tecnología que podemos adquirir en el mercado es la SSD (unidad de estado sólido), que aceleró mucho los procesos de carga y lectura respecto a la anterior tecnología, la HDD (unidad de disco duro).

Así, las investigaciones para lograr almacenar y leer información mediante ADN suponen una alternativa cuyo potencial es inmenso. Tales posibilidades permitirían el almacenamiento de mayor información en menor espacio y poder conservar los datos durante mucho más tiempo.

Varias empresas y universidades han investigado sobre este uso del ADN: Microsoft, Universidad de Washington, Universidad Northwestern... No obstante, es destacable la actividad de Biomemory Labs, una startup francesa que está trabajando con ahínco en lo que ellos han bautizado como DNA Drive. Según afirman, 1 gramo de ADN podría almacenar 0,45 ZettaBytes. La humanidad generó 64 Zettabytes de datos digitales en 2020, y la predicción es que en 2025 la cifra ascienda a 181. Por tanto, 400 gramos de ADN podrían cubrir el total de los datos digitales generados en el mundo en 2025.

Además, está la mencionada mejora en la perdurabilidad de la información. La actual opción de «mayor calidad» disponible para los usuarios permite almacenar información durante varios años, mientras esta nueva propuesta promete poder hacerlo durante miles de años. Aunque aún se encuentre en una fase prematura dentro de su desarrollo, ya tenemos bastante información sobre su proceso e, incluso, hemos podido ver un dispositivo de lectura con ADN creado por Microsoft.

El ADN (ácido desoxirribonucleico) es una proteína que se halla en el núcleo de las células y supone el principal componente del material genético de los seres vivos. Unidades llamadas nucleótidos componen el ADN y se identifican por la base nitrogenada. Así, a cada una de ellas se otorga una letra: A (adenina), T (timina), C (citosina) y G (guanina). La conversión, por tanto, consiste en traducir cada una de estas letras a código binario (combinaciones de 0 y 1). De esta forma se trataría de aprovechar la equivalencia de un nucleótido por dos bits. Por ejemplo, A podría equivaler a 00, T a 01, C a 10 y G a 11.

La cantidad de información que queramos almacenar, procesar y decodificar para su lectura condiciona inevitablemente tanto los tiempos de trabajo como su coste. Ese es su principal problema actualmente -bastante lógico y coherente con cualquier investigación de otro campo-.

Según el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts), almacenar 1 GB de información tiene actualmente un coste de 1 millón de dólares, excesivamente alto como para ser una alternativa real y competitiva. Además, sus tiempos de procesamiento y lectura tampoco lo son.

Podemos poner el ejemplo del primer disco duro con ADN, que fue creado por Microsoft en 2019. El disco duro permitía tanto almacenar información como leerla -todo un avance-; no obstante tardó 21 horas en realizar todo el proceso. Este tiempo, teniendo en cuenta además que solo eran 5 bytes, queda muy lejos de ser competitivo con el actual almacenamiento de datos SSD, que lo hace en apenas segundos. Además, el coste de producción del aparato fue de 10.000 dólares.

Mark Bathe, profesor en el MIT y uno de los investigadores del proyecto, vaticina que al menos tomará una década para que tal formato de almacenamiento pueda ser competitivo en el mercado. Tanto el proceso de abaratamiento de costes, como el de ampliación de la capacidad de almacenamiento y, por supuesto, el de reducción de los tiempos de procesamiento y lectura serán paralelos, por lo que veremos si pronto nos llegan más novedades acerca del asunto.

Es una tecnología que aún debe desarrollarse, por lo que es recomendable evitar excesiva premura respecto a los avances. Los resultados que promete y su potencial son indiscutibles, así que a buen seguro veremos a dicha tecnología introducirse paulatinamente en el mercado y en las grandes empresas tecnológicas. Eso sí, que no le quepa duda a nadie de que comenzará haciéndolo a un coste desorbitado.

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