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ADIÓS AL CAMBIO DE HORA

ADIÓS AL CAMBIO DE HORA

La Tribuna ·

Si todo sale según lo previsto, el último cambio de hora obligatorio tendrá lugar en marzo de 2019. Luego, sólo tendrían que cambiar a la hora de invierno los estados que así lo deseen

FRANCISCO FONSECA

DIRECTOR DE LA REPRESENTACIÓN DE LA COMISIÓN EUROPEA EN ESPAÑA

Viernes, 26 de octubre 2018

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El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, propuso, en su discurso anual sobre el Estado de la Unión del 12 de septiembre, suprimir el cambio de hora bianual en la Unión Europea. Añadió que la cuestión de si los ciudadanos viven en la hora de verano o en la de invierno en cada uno de los países europeos dependerá de cada Estado. Es claramente una cuestión de subsidiaridad, un principio básico de la Unión Europea que exige que las decisiones se tomen lo más cerca posible del ciudadano. Esta propuesta de la Comisión no es un capricho, sino una decisión bien fundamentada.

Pero, ¿por qué cambiamos la hora en la UE? Históricamente, muchos países de Europa han cambiado de hora, pero cada uno lo hacía en momentos diferentes del año. Esta aplicación descoordinada del cambio de horario causaba trastornos considerables a los ciudadanos y a las empresas. Inconvenientes que se hicieron más evidentes a medida que las economías de los países europeos se integraban más y más y que más personas y bienes empezaban a circular libremente de un país europeo a otro. Imaginemos este escenario: una empresa española tiene dos filiales en Polonia y Grecia. Si el cambio de hora no se produce simultáneamente en la UE, el director español tendrá que averiguar, cada vez que tenga que organizar una conferencia telefónica, si Polonia y Grecia ya han cambiado la hora de verano a la de invierno o viceversa.

Por este motivo, ya en 1981 la Comisión Europea adoptó la legislación que obliga a los Estados miembros a fijar fechas concretas de inicio y fin de la hora de verano. Actualmente, los relojes se adelantan una hora en la madrugada del último domingo de marzo y se retrasan una hora en la madrugada del último domingo de octubre, para volver a la hora estándar. Muchos países de todo el mundo tienen sistemas similares de horario de verano, pero un número creciente de nuestros vecinos y socios comerciales, como China, Rusia o Turquía, han decidido no aplicarlos o suprimirlos. Es importante subrayar que las normas vigentes no afectan al criterio de cada país para elegir la zona horaria en la que desea estar. De hecho, en la actualidad hay tres husos horarios en la UE. Por ejemplo, nada en la normativa actual de la UE impediría a España cambiar su huso horario y adoptar el de Portugal. Las normas de la UE sólo obligan a todos los Estados miembros a cambiar juntos, al mismo tiempo, de invierno a verano y viceversa. Si volvemos a nuestro ejemplo anterior, la ventaja de las normas de la UE es que el director de la empresa española, al fijar la cita con sus colegas de Polonia y Grecia, siempre estará seguro de la zona horaria en la que se encuentran.

Entonces, ¿por qué propone la Comisión cambiar ahora y suprimir el cambio de hora bianual? Fue el Parlamento Europeo el que, en febrero de 2018, pidió a la Comisión que evaluara si debían modificarse o no las normas de la UE relativas al cambio de hora. Varios Estados miembros de la UE, así como ciudadanos a título particular, habían pedido lo mismo. La Comisión llegó a la conclusión de que el cambio de horario no es necesario, ya que no aporta beneficios en términos de salud, eficiencia energética y seguridad del transporte. Por ello, la Comisión decidió este verano consultar a los ciudadanos: en primer lugar, les pedimos que compartieran sus experiencias sobre el cambio de hora y, en segundo lugar, les preguntamos si preferían mantener el sistema actual sin cambios o suprimirlo, y también, en caso de que se suprimiera el cambio de hora, si preferían la hora de invierno o la de verano. No era la primera vez que la Comisión pedía a los ciudadanos su opinión sobre un tema concreto. La realización de este tipo de consultas públicas es un instrumento que la Comisión ha utilizado ampliamente en el pasado sobre diversos temas. Hasta la fecha la Comisión ha iniciado más de 400 consultas públicas. La consulta sobre las disposiciones relativas al horario de verano fue un gran éxito, pues respondieron 4,6 millones de ciudadanos. Se trata del mayor número de respuestas recibido en una consulta pública de la Comisión. A modo de comparación: la consulta más exitosa hasta ahora (sobre aves y hábitats) sólo había recogido 550.000 respuestas, mientras que sobre la modernización de la Política Agrícola Común de la UE dieron su opinión 320.000 ciudadanos y partes interesadas.

Los resultados de la consulta son indiscutibles: el 84% de los encuestados están a favor de poner fin al cambio de hora bianual. El 56% quiere una hora de verano permanente y el 36% quiere una hora de invierno permanente. En España participaron alrededor de 90.000 ciudadanos y los resultados son aún más inequívocos: el 93% no quiere que la hora cambie dos veces al año. El 58% quiere una hora de verano permanente y el 35% quiere una hora de invierno permanente.

La Comisión propone modificar las normas actuales y suprimir el cambio de horario dos veces al año. Queremos que esta cuestión quede resuelta para las próximas elecciones europeas. Si todo sale según lo previsto, el último cambio de hora obligatorio tendrá lugar el 31 de marzo de 2019. Luego, los Estados miembros que deseen volver a la hora de invierno podrán hacer un último cambio de hora el domingo 27 de octubre de 2019. A partir de esa fecha no se podrán hacer más cambios. Como ocurre con todos los textos legislativos, ahora corresponde decidir a los legisladores de la UE, es decir, al Parlamento Europeo y a los Gobiernos de los Estados miembros en el Consejo. Si se aprueban los cambios, el cambio de hora dejará de aplicarse y corresponderá a cada país decidir si sus ciudadanos viven en la hora de verano o en la de invierno, y dejaremos de bailar obligatoriamente el «rock around the clock».

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