«Me preguntan si Dalí tomaba drogas»
Lleva más de veinte años contando la vida y la obra del artista, un oficio que él convierte en un juego ante los turistas que escuchan sus explicaciones
IÑAKI ESTEBAN
Domingo, 13 de septiembre 2015, 11:04
Vienen desde Sudáfrica, Australia, Filipinas o Taiwán. Desde todas las partes del mundo imaginables, atraídos por el nombre de Salvador Dalí. Radicado en Figueras, el museo ideado por el artista y depositario de una parte importante de su obra reunió el pasado año 1,3 millones de visitantes. A ellos hay que añadir los 114.000 del Castillo Gala Dalí en Púbol y los 124.000 de la Casa Salvador Dalí de Portlligat. Todo un negocio en el que Manel Xarles Truenca, guía profesional de Girona y originario del Ampurdán, lleva más de veinte años.
¿Vienen los turistas con una idea preconcebida de Dalí?
Por lo general, no. Vienen por curiosidad, porque les han organizado el viaje, porque el museo está en las guías o porque algún conocido les ha dicho que tienen que verlo.
Y usted, ¿qué les cuenta?
Soy un guía, no un historiador ni un experto en arte. Trato de que disfruten durante hora y media y de que se queden con ganas de volver. Dalí quiso que su museo no tuviera un orden cronológico, desde sus inicios hasta su madurez, sino que todo estuviese un poco mezclado. Así que debo seguir sus deseos y plantear la visita como un juego en el que suelo incluir anécdotas de su vida artística y familiar.
Y a su mujer, Gala, ¿cómo la pinta?
Su musa, su manager, su todo. El sentido de su vida. Su gran inspiración. Una mujer adelantada a los tiempos y muy liberal en el sentido ideológico.
Y en el sexual. Todas las biografías destacan su apetito por los jóvenes.
Eso es lo que suele gustar oír a la gente, la crónica rosa de su vida. Pero ahí los guías no entramos.
André Breton, el padre del surrealismo, acusó a Dalí de estar demasiado entregado al dinero. Le llamó 'Avida Dollars'.
Cuando le expulsó del movimiento surrealista, le dijo que era un egoísta y que le gustaba mucho el dinero. Pero no es verdad. No le daba la más mínima importancia. Se olvidaba de él. Cuando vivía en Nueva York, solía coger un taxi desde donde vivía, cerca de Central Park, hasta Battery Park, en el sur de Manhattan. A veces volvía andando porque se le había olvidado coger suficiente dinero. Su modo de vida era bastante austero. Ahora, si tenía que hacer algún dispendio, pues lo hacía porque era parte del marketing.
¿Alguna pregunta que le hagan siempre?
Delante de algunos cuadros me preguntan si Dalí tomaba drogas. Y yo les recuerdo lo que él mismo decía: «No tomo drogas. La droga soy yo».
¿Qué piensa la gente de Figueras de su figura?
El nombre de Dalí genera mucho dinero. Representa el 2% del PIB de la comarca. Siempre digo que es una marca registrada. Se vende solo.
Antes de que diese tanto dinero, ¿le veían ustedes en el Ampurdán como un estrafalario?
Lo primero que piensa la gente es que estaba loco, y a lo mejor él dio motivos para pensar así. Pero a nada que le conoces sabes que no hay nada de eso. Era un genio, un carácter, poseedor de un arte genuino. Una persona muy original a pesar de que, como él insistía, se inspiraba en muchísimos pintores anteriores.
¿Quiénes son los turistas más fáciles y los más exigentes?
Los americanos son los más fáciles de llevar. El japonés suele venir bien informado, y también con prisa: son los que menos tardan en las visitas porque les está esperando el autobús. Los jóvenes son los que más preguntan, aunque no siempre podemos contestarles porque no tenemos respuestas para todo. No tienen prejuicios y, como la visita es un juego mental, ellos entran muy bien. A Dalí le encantaría verlos.
¿Recibe propinas y regalos?
Hay de todo, gente que se ha sentido satisfecha con nuestras explicaciones y que tiene la costumbre de regalar, y otros que no la tienen. Pero nosotros, claro, no trabajamos con esa perspectiva.